



Recuerdos, imagenes e historias del Pamplona de ayer y hoy
El tercer incendio se inició el 10 de septiembre de 2001, a las 11.30 de la mañana, en la ladera este y afectó a nueve hectáreas, apenas una de ellas de bosque. Fue causado de forma involuntaria por un vecino de Pamplona que rápidamente avisó a SOS Navarra de la propagación del fuego. El incendió se sofocó dos horas mas tarde, sin mayores problemas. Pero esta primera década del siglo fue pródiga en muchos más incendios, como veremos. En 2005, concretamente al mediodía del 4 de agosto, se produciría el incendio más importante en extensión total, con una afectación de 145 hectáreas, 95 de ellas de masa forestal, asi pues también, el segundo más importante en afectación de bosque. El incendio se inició en una cuneta de la carretera de Unzu y rápidamente alcanzó amplias masas boscosas de la ladera norte, un área formada por encinares y pinares de gran valor ecológico Al margen de la foto de inicio de la entrada, el resto de fotos pertenecen todas a este gran incendio de 2005. El incendio no logró controlarse hasta las tres de la madrugada, quince horas más tarde y afectó a terrenos de Unzu, Cildoz, Orrio, Berriosuso, Aizoain y Berriozar y requirieron apoyo de medios y recursos de otras comunidades.
El 4 de agosto de 2007 se produjo un pequeño incendio que afectó al perímetro del Fuerte de San Cristobal. Se inició a las tres y media de la tarde y quedó extinguido por completo cerca de las siete de la tarde. Parece que el incendió se inició en el interior del Fuerte, y fue provocado (había nada menos que tres focos de inicio del fuego) y se extendió a su cubierta vegetal que quedó completamente arrasada además de otras tres hectáreas de las inmediaciones. No llegó a afectar a la arboleda. El 5 de septiembre de 2008 se declaró otro incendio, esta vez en la carretera de acceso al Fuerte. Se inició a las seis y media de la tarde, afectó sobre todo a matorral y fue controlado enseguida. Por último el 30 de agosto de 2009, a las cuatro y veinte de la tarde, un pirómano prendía fuego al monte, en la zona más cerca al pueblo de Arre, apenas una hectárea, siendo sofocado casi una hora más tarde. En resumen los mayores incendios de que tengo constancia y que han afectado al monte San Cristobal (Ezkaba) en los últimos 30 años son el de 1985, 2000 y 2005, y especialmente estos dos últimos que afectaron de forma muy importante a las laderas norte y oeste del monte. Esperemos que algún día no muy lejano, alguien se tome en serio que este monte es el gran parque y pulmón natural de Pamplona y que hay que poner todos los medios para protegerlo para que pueda seguir siendo disfrutado no solo por las actuales sino también por las futuras generaciones.
El Monte San Cristobal no es solo mudo testigo del devenir de nuestras vidas, lo es también de la ciudad, del Viejo Pamplona que es el objeto de este blog. Del San Cristobal de hace muchas décadas he ofrecido un par de fotografías, en el párrafo anterior. En la primera de ellas, de Julio Altadill y que data de 1895 se puede observar en toda su plenitud y desnudez el monte; en la parte inferior de la foto se pueden vislumbrar los caminos de los Enamorados y de Villava flanqueados por una larga hilera de arboles. La segunda foto es de 1932 y está tomada desde la Cuesta de la Estación, en el momento en que se derriba parte del antiguo Convento de Recoletas para ampliar la Cuesta. En ambas fotos se observan las canteras del monte, canteras que se explotaron desde la Edad Media hasta bien entrado el siglo XX. De ellas se extrajeron materiales de construcción para edificios como el Palacio de la Diputación de Navarra y el antiguo Archivo General de Navarra.
Había varios itinerarios o paseos que frecuentábamos, uno de los más recorridos eran el que partiendo del cruce del viejo camino del Plazaola con el camino a Artica, por debajo y un poco más adelante de la actual variante norte, desde una fuente hoy abandonada, cogíamos un pedregoso camino que nos llevaba hasta un pinar, cercano al viejo pueblo de Berriozar. En tiempos había otro camino inferior entre grandes piedras, hoy desaparecido, bordeando un viñedo antes del citado pinar. Tras este pinar que vemos en la fotografía de la derecha, había un camino que conducía a Berriozar pueblo, que vemos en una foto posterior de esta entrada y otra senda que conducía al cementerio del citado pueblo, que vemos también en una instantánea del siguiente párrafo. Los cementerios y sobre todo los cementerios de los pueblos, con aquellos oscuros y silenciosos cipreses nos provocaban en nuestra infancia una contradictoria sensación de interés y de reverencial temor.La fuente y lavadero de Berriozar que vemos en la foto izquierda del siguiente párrafo era otro de esos lugares que nos atraía, seguramente por su imponente apariencia, su enorme vasija de piedra cubierta, donde se lavaba la ropa, cubierta por un gran tejado rojo y aquellas viejas inscripciones o grafías sobre el muro de piedra del que salía el caño. En la cima el Fuerte estuvo controlado por los militares hasta 1985, siendo abandonado totalmente en 1991. El Fuerte aparece vinculado a uno e los episodios más tristes de la guerra española: la huida de más de 800 presos políticos en el año 1938 que fueron abatidos o capturados en su mayor parte en el monte y valles próximos.
Otro itinerario que utilizábamos empezaba en la carretera de Artica, pasado el polígono industrial y ascendiendo por un promontorio y dejando a un lado la estatua del Corazón de Jesús subía junto a otro pinar de repoblación hasta un amplio camino interior en el bosque. Siguiendo este camino en dirección este y atravesando el bosque en dirección norte llegábamos «al otro lado», así tal y como lo escribo. Cruzar al otro lado suponía casi siempre recibir una profunda bocanada de aire fresco. Abajo podíamos descubrir de izquierda a derecha los pueblos de Cildoz, Orrio, Eusa, Maquirriain, Garrués, Arre, Oricáin y Sorauren, los cuales componen junto a otros lugares y señoríos el valle de Ezcabarte. Enfrente se encontraban unos cuantos montes: Desde la Peña de Añezcar o monte del Toro que es como lo llamábamos de pequeños, por el toro de Osborne que había en su cima, pasando por Eltxumendi, Mendurro, Landakoa, Illarraga, Makirriamendi, Ortxikasko o Ostiasko, Txaraka, Iruntzu y más alla de Sorauren las Peñas de Antxoriz para acabar en la parte más al oeste con el Ezkaba Txiki y el Miravalles. Desde el lado norte del monte cogíamos un camino que nos conducía a la cima, al Fuerte, y en su lado norte, cerca del Fuerte había una fuente con agua muy fresquita que nos reconfortaba de la caminata. En la foto de la izquierda del siguiente párrafo vemos el Monte San Cristobal, visto desde el Valle de Ezcabarte.
Había otros itinerarios menos frecuentados, como el que seguía la carretera del camino al Fuerte, excesivamente larga para mi gusto y otros muchos caminos y atajos que no describo por no cansar. Desde lo alto del monte contemplaba la ciudad de Pamplona en toda su extensión y su progresivo e irrefrenable crecimiento con el paso de los años. He citado una estatua del Corazón de Jesús. En efecto, esta enorme estatua, similar a la que hay que en otras ciudades de España y del mundo se colocó en el monte en 1982, por iniciativa del sacerdote Ambrosio Eransus. La estatua es obra del escultor navarro Aureo Rebolé, autor de muchas obras de imaginería religiosa en diferentes parroquias de la ciudad y de Navarra, entre ellas la estatua del Salvador de la iglesia del mismo nombre, en la Rochapea barrio en el que vivió durante una parte de su vida.
Algunas de aquellas excursiones al monte San Cristobal se prolongaron en ocasiones mucho más de lo esperado, como una vez que después de subir al Fuerte bajamos por la vertiente noroeste hasta los pueblos de Unzu y Ollacarizqueta, atravesando el rio Juslapeña, en una improvisada aventura con amenazantes perros que nos flanqueaban a cada paso puentes y caminos y que nos hizo llegar a eso de las cuatro de la tarde ante la preocupación de nuestros padres. Otra vez nos acercamos a las Peñas de Antxoriz pero equivocamos el camino e igualmente llegamos bastante tarde después de hacer una buena caminata de regreso por la carretera de Sorauren-Arre, camino a Pamplona. Cerca estaba la famosa playa de Oricain. Desde el valle de Ezcabarte, el monte San Cristobal se observaba como una imponente y tupida masa de arboles, arbolado que desgraciadamente quedaría bastante maltrecho en los periódicos incendios producidos entre 1985 y el año 2010 y de los que doy cumplida cuenta en la siguiente entrada del blog. Las fotos de la iglesia de Artica y del pueblo viejo de Ansoain cierran esta entrada.
Fotos: Julio Altadill (1895), en el libro de José Javier Arazuri, «Pamplona, calles y barrios» y del Archivo Municipal de Pamplona en el libro «Pamplona antaño» del mismo autor, José Javier Arazuri.
Al fondo de la foto y junto a este campo se divisan un par de aulas prefabricadas (las escuelas del Ave María no daban abasto, tenían más de 600 alumnos, y durante algunos años, desde 1981, los niños de párvulos tuvieron que ir y venir de las aulas al patio de la escuela para hacer Gimnasia). También al fondo se divisa el almacén de la Compañía General de Carbones que vimos en la entrada dedicada al viejo camino del Plazaola y en el extremo derecho de la foto las casas de la Segunda Fase del Salvador. Como he dicho anteriormente tendrían que pasar al menos dos o tres años para que esta imagen empezase a cambiar: la canalización de las aguas por los campos que cuando llovía se inundaban, la construcción del polideportivo y los frontones durante bastantes años descubiertos y de las primeras viviendas en torno a lo que hoy es el campo de fútbol del Irati, etc.
En la segunda foto que ilustra esta entrada podemos ver el antiguo patio de las chicas, tomada antes de 1989 (probablemente desde las escaleras exteriores de emergencia del nuevo edifico). Ocupando la mayor parte de la foto y tras una tapia se observan las viejas casas de la Calle de las Provincias (o la Calleja de los Cutos la llamábamos nosotros) y un viejo transformador que recuerdo allí desde siempre y a la derecha de la foto, el viejo edificio de las aulas de las chicas. En primer plano, una valla delimitaba el patio de las nuevas escuelas y del patio de las chicas.
Foto: 2ª foto: Foto Imagenes Rochapea publicada en la Revista Ezkaba.
Comenzaban a sonar los villancicos tradicionales en la radio. Recuerdo que mi madre nos cantaba aquellos días un villancico un poco triste que decía: «Madre, a la puerta hay un niño, más hermoso que un sol bello, parece que tiene frio, el pobrecito está en cueros…». En la radio se escuchaba el día 22 el sonsonete del canto de la Lotería de los niños de San Ildefonso que se convertía en el obligado preludio de unos días especiales, de fiesta, donde esperaban unas comidas diferentes, no podía faltar el día de Navidad, el cordero o el besugo y los días señalados los turrones, de jijona, de royo, los mazapanes, el guirlache aunque a mi el que me gustaba era el blando. En aquel entonces el besugo era un pescado al alcance de las economías más modestas y no tenía el precio prohibitivo de hoy en día. Mi madre solía bajar el día de la Lotería cargada de compra de la Plaza (Mercado de Santo Domingo) para la comida y/o cena para esos días.
Si que recuerdo los juguetes del último año de Reyes cuya entrega (me acompañaba mi hermano, ya no mi madre) aparece reflejada en la vieja fotografía familiar adjunta. Sería el 6 de enero de 1971. Tendría entonces siete años y fueron dos los juguetes: el Mago Electrónico y el juego espacial de Congost (muchos juguetes de entonces eran de este fabricante), Lem 200, de los cuales también adjunto algunas fotografías. Al abrir la caja del Mago Electrónico nos encontrábamos con un tablero o mejor dicho varios tableros, con dos circunferencias con múltiples colores y variables temáticas. Una con las preguntas y otra con las respuestas. Recuerdo que girabas el muñeco de plástico que empuñaba una especie de estilete en medio de la circunferencia de la izquierda, señalaba una pregunta y luego la colocabas sobre un espejo en la circunferencia de la derecha, (bajo el cual descubrí había un imán, al igual que en la base del muñeco) y te señalaba la respuesta correcta. El Lem 200 era un juguete que simulaba el encuentro de una nave espacial con su modulo lunar. Eran juguetes sencillos, mecánicos, muy alejados de los sofisticados juguetes que conocerían los niños de décadas posteriores, pero que nos ilusionaban sobremanera en aquel tiempo al menos los primeros días.
Fotos: Foto de Nicolás Ardanaz de Cuatro Vientos (1960), Foto de Zubieta y Retegui (Navidad de 1972)
El pasado 9 de junio se producía uno de los grandes desbordamientos del río Arga a su paso por Pamplona. No fue como dijo el Alcalde, Enrique Maya, la mayor riada de la historia de Pamplona, pero si fue, como veremos una de las más importantes. Dejando a un lado la riada del 27 de noviembre de 1930 que se llevó por delante, en apenas dos horas, el puente del Plazaola, la primera riada de la que tengo conocimiento desde mediado el siglo pasado fue la de enero de 1952, que queda ilustrada por la primera foto de este artículo. Se trata del puente de la Rochapea, con un grupo de paisanos y de guardias civiles al fondo de la imagen, el puente a punto de ser rebasado por las aguas y el resto del entorno (Plaza del Arriasko, calle Errotazar, etc) totalmente inundado. En diciembre de 1958 y 1959 también hubo inundaciones si bien menores.
Será a finales de 1959, concretamente en los días 30 y 31 de diciembre, y primeros días de 1960 cuando se produzca una de las mayores inundaciones que ha conocido Pamplona a lo largo del siglo XX. Buena parte de la vieja Rochapea quedo anegada por las aguas. En la segunda fotografía, de Galle, que plasma esta inundación podemos ver la zona de las huertas totalmente anegada, pero parece que el agua cubrió también buena parte de la calle Joaquin Beunza en su larga extensión. Me cuentan que algunos vecinos tuvieron que trasladarse en barcas. No sé si será cierto pues yo todavía no había nacido pero he oído decir que el agua llegó casi hasta el comienzo de Marcelo Celayeta. Siempre he oido decir que «El agua llegó hasta el primer escalón de la vieja librería de la Pachi». Me parece difícil que esto pudiera suceder teniendo en cuenta el enorme desnivel que, hasta la construcción de la nueva Rochapea a finales del pasado siglo y comienzos de éste, había entre Marcelo Celayeta y el Camino de los Enamorados con el inicio de la antigua Joaquín Beunza. Que el agua llegase hasta Cuatro Vientos, cosa harto improbable, sólo hubiese sido posible en el caso de que el puente de Santa Engracia y/o el de Cuatro Vientos hubiese quedado cegado por arboles y ramas y por lo tanto se hubiese producido un efecto circunstancial de presa en aquella zona. En esa vieja foto de Galle se observan a la izquierda algunas casas de Joaquin Beunza construidas en esos años, entre medias una nave de Frenos Urra, de la que desconocía su existencia y al fondo de la imagen, las otras naves de Urra junto al río y el puente de Santa Engracia de las que hablamos en la entrada de la antigua calle de Joaquín Beunza.
Conexión peatonal natural de mi barrio con el Casco Antiguo, ¿Cuantas veces habré hecho este viaje desde mi casa a lo Viejo?. Este itinerario continua, en cierto sentido, el iniciado en la entrada dedicada a la antigua calle Joaquín Beunza. Nos situamos, en esta entrada, a la salida de la antigua calle Joaquín Beunza. Ante nuestra vista tenemos la calle Errotazar que comienza a nuestra derecha, justo en la entonces plaza de Errotazar, y desemboca en el cruce de Capuchinos. A nuestra derecha estaba la Casa de Gamarra y más a la derecha la mencionada plaza de Errotazar. Esta plaza tiene bastante historia. Desde el siglo XVI hasta finales del XVIII o principios del XIX se llamó plaza del Matadero de las Carnes, posteriormente se le empezó a conocer popularmente como plaza del Arriasko. En dicha plaza podíamos encontrar la famosa Casa de los Pastores que entre 1920 y 1975 albergaría el cuartelillo de la Guardia Civil de la Rochapea. Esta emblemática casa sería derribada en febrero de 1985.
Parece mentira que esta plaza, que era el centro de las antiguas fiestas de la Rochapea, (la fiesta de los mayordomos) y paso obligado desde la Calleja de los Toros para el Encierrillo, no tuviera nunca un nombre oficial y siempre fuese conocida por denominaciones más o menos populares pero nunca oficiales. A finales de los 70 y primeros 80 aun podíamos ver restos de los antiguos edificios del Matadero de Carnes, derruido en 1931, con su puerta roja muy cerca del río, y en donde hoy apenas queda un pequeño vestigio de aquellos antiguos edificios y que sirve de sede al Club de Remo. Antes de atravesar el puente de Curtidores dejábamos a un lado la zona donde durante finales del siglo XIX y primeros años del XX lavaban y tendían las lavanderas. Allí se podía distinguir el final del canal que comenzaba en el llamado puente de Errotazar en las inmediaciones de la presa y antiguas piscinas de San Pedro.
El puente de la Rochapea que vemos en la foto adjunta, también conocido como puente de Curtidores, por los pellejos que en tiempos se colgaban a secar del mismo, es un puente medieval, probablemente del siglo XIII, aunque no hay constancia documental de obras relacionada con él hasta el siglo XVII. En 1986 se realizaron unas importantes obras de ampliación: se añadieron los vuelos de hormigón, el asfaltado de la calzada, las aceras adoquinadas, la barandilla tubular metálica y la farolas a la antigua. Desde el puente de la Rocha y mirando hacia el río y sus orillas tanto en una dirección (río arriba) como en otra (rio abajo) se podían y aun se pueden contemplar algunas de las más bellas e idílicas postales pamplonesas con una frondosidad, en las orillas exuberante, unos contrastes de colores, según estaciones, magníficos y unas pintorescas casas junto al río, me acuerdo tanto de la que estaba bajo el talud de la cuesta de Santo Domingo como especialmente de la casa o casas más allá del puente, río bajo, especialmente la llamada Casa de Barquilleros, que vemos en la siguiente foto, conocida por ese nombre porque en un local anexo a la casa se fabricaban los barquillos que hemos visto se vendían en el Paseo de Valencia.
Desde este punto y en dirección noreste podíamos divisar la silueta del abandonado Palacio de Capitanía que vemos en la siguiente foto. El Palacio de Capitanía, antiguo Palacio Real de San Pedro, data del siglo XII y fue erigido por iniciativa de Sancho VI el Sabio. Posteriormente Sancho VII el Fuerte cedió el palacio al Obispo de Pamplona. El rey Teobaldo I quiso recuperarlo pero la curia romana se opuso a su devolución a manos reales. El Palacio fue objeto de disputas entre el poder real y el religioso durante varios siglos hasta que en el siglo XV se construye el nuevo palacio episcopal y la reina Blanca de Navarra vuelve a solicitar se le devuelva el Palacio, esta vez con éxito. Tras la anexión de Navarra en el año 1512 el Palacio se transformará en Palacio de los Virreyes durante algo más de tres siglos hasta que en 1841 se convirtió en Capitanía General, uso que se extenderá hasta 1893 y luego en Gobierno Militar hasta 1972, año en que que el Gobierno Militar se traslada a la calle General Chinchilla , quedando el viejo palacio abandonado durante casi 30 años. Los militares entregaron el edificio a la ciudad en 1976. Recuerdo haber accedido el palacio abandonado allá por el año 1978 o 1979. Su estado era bastante deprimente. Al edificio accedían, a menudo, personas para pasar la noche, algunos de los cuales hacían fogatas en su interior. Con el paso de los años desaparecieron la mayoría de elementos de valor: tarimas, artesonados, etc. A primeros de los 90 se planteó destinarlo como sede del Parlamento, pero finalmente se desechó este uso y se destinó a sede del Archivo General de Navarra. Tras la demolición de buena parte del edificio en el año 1994, las obras de construcción del Archivo comenzaron en 1998 y se extenderían hasta marzo de 2003, fecha en que el Archivo fue finalmente inaugurado.
Subiendo por la Cuesta-Calle de Santo Domingo que se llama así desde el siglo XVII nos encontrábamos, a la derecha la hornacina donde se coloca antes del Encierro, y desde 1981, una reproducción de San Fermín a la que se encomiendan los mozos antes de empezar la carrera. La tradición de rogar al santo antes de la carrera es relativamente reciente, data de julio de 1962 y la hornacina se colocaba entonces en un ventanal del Hospital Militar. De 1971 datan, por otra parte, las obras del nuevo muro de contención de ese lado de la calle así como la barandilla de subida al Museo. A la izquierda nos topábamos con el enorme edificio del Hospital Militar que vemos en la siguiente fotografía, bastante antigua, por cierto, pero que sirve para ilustrar perfectamente como era el edificio, pues mantuvo esa apariencia hasta su abandono por parte de los militares.
El viejo Hospital Militar dejó de usarse como tal en la década de los 70 y conocería como el Palacio de Capitanía varias décadas de abandono hasta su reforma para ser destinado a sede del Departamento de Educación del Gobierno de Navarra. El edificio, inicialmente Convento de Santiago se construyó entre los años 1571 a 1574. Fue cuna de la Universidad Pontificia y Real de Santiago entre 1630 y 1771. Desde 1835 el convento se dedicó a cuartel de infantería y posteriormente a Hospital Militar. El actual edificio destinado al departamento de Educación conserva el claustro renacentista.
Si al finalizar la pared del hospital militar mirábamos hacia atrás divisábamos la subida al Museo, anteriormente conocida como subida al Hospital, pues allí mismo, al final de la subida, se encontraba desde el siglo XVI y hasta 1932, el Hospital General de Nuestra Señora de la Misericordia. El hospital fue promovido por Ramiro de Goñi que también construyó una pequeña iglesia anexa, la que conocemos como capilla del Museo. En 1932, se trasladaría este equipamiento a los pabellones sanitarios del soto de Barañain, lo que hoy conocemos como pabellones del Hospital de Navarra, pabellones construidos varias décadas antes, en torno a 1900 gracias a la generosa filantropía de Dª Concepción Benitez. Cabe señalar que toda aquella zona cercana al hospital de Nuestra Señora de la Misericordia se conoció desde tiempos antiguos como la Rocha (allá estaban las murallas, la torre y el portal de la Rocha) y en torno a esta zona se formó con el tiempo el llamado barrio de las Carpinterías.
El Museo de Navarra se instaló en su actual emplazamiento, en el edificio del antiguo hospital civil de Nuestra Señora de la Misericordia, en junio de 1956; Antes el Museo estaba emplazado en el edificio de la Cámara de Comptos, al menos lo estuvo desde 1910. Del antiguo hospital civil sólo se conservó su portada, única muestra de arquitectura civil renacentista (plateresca) de la ciudad y el interior de la capilla, gótico-renacentista que se usó tras su adecuación, primero como pequeño auditorio y ahora como sala de arte sacro renacentista y barroco. Su portada barroca (1733) procede de la Iglesia de la Soledad, de Puente la Reina, y fue colocada aquí en 1934. En 1986, el Museo sufrió una profunda reforma interior y exterior que concluyó en 1990, con una reinauguración. La capilla se reformó en 1997. Entre las obras más destacadas del Museo están el Mosaico de Teseo, la Arqueta de Leire y el retrato del Marqués de San Adrián, de Goya.
Seguimos por la calle Santo Domingo y llegamos a la plaza de Santiago. Volvemos la vista nuevamente hacia atrás y en lo que se llama hoy calle del mercado vemos la iglesia de Santo Domingo que tiene el suelo a 5 metros de profundidad bajo el nivel de la calle y que formaba parte de la antigua Universidad Pontificia y Real de Santiago, la Casa Marceliano, lugar de peregrinaje para Ernest Hemingway y uno de los lugares míticos en la historia de nuestras fiestas, hoy convertido en oficinas municipales y el Seminario Viejo de San Juan que alberga actualmente el Archivo Municipal y otras dependencias municipales.
Enfrente nuestra observamos la trasera del edificio de la Casa Consistorial y a nuestra izquierda la entrada principal al Mercado de Santo Domingo. La Casa consistorial actual, salvo la fachada, que data del siglo XVIII, fue derribada en 1951 y reconstruida por completo en el año 1953, tal y como mencionábamos en la entrada de la plaza de la Argentina. Señalabámos, entonces, que en el año 1952, el chupinazo se lanzó desde aquella plaza. El Mercado de Santo Domingo tiene su origen en el siglo XVI, fecha en la que, a excepción de la fruta que se vendía en la actual plaza consistorial, el resto de alimentos se vendían en la plaza de abajo o también llamada de las Carnicerías. En 1769 se construyó el edificio del Pósito, donde quedaría instalado, en su planta baja, el Mercado. En 1862, el Pósito se trasladaría a la plaza del Vínculo. Dos años más tarde el Ayuntamiento obligó a unificar todos los puestos (de fruta y carnes) en una sola plaza, quedando la plaza de arriba como plaza consistorial y la de abajo como Plazsa de Abastos. En 1875 un incendio destruyó el viejo Mercado de Santo Domingo, comenzando las obras del nuevo mercado un año más tarde. El nuevo mercado se inauguraría el 22 de mayo de 1877, bajo la supervisión del arquitecto Martin de Sarasibar. En la plaza de Santiago se instalaría ese año una fuente de hierro con unos delfines que permanecería en el lugar hasta 1952, fecha en que se traslada a la plaza de San José. El mercado fue remodelado en el año 1986, trasladandose durante un año los puestos a la galería interior de la plaza de toros.
Recuerdo la vieja plaza, que era asi como la llamábamos, bulliciosa, llena de voces y gritos de las vendedoras que venían a ofrecer su género, a menudo desde los pueblos o las huertas de la Rocha y la Magdalena, las paredes de azulejos blancos, el olor de las pescaderías. Mi madre acudía a comprar a la plaza los sábados, por la mañana, día de la compra semanal por antonomasia y la plaza estaba llena de gente a rebosar. Recuerdo a mis padres cargados hasta los topes con los bolsos de la compra: el pescado, la carne en el puesto de los Fernández, donde estaban Doña Asun y su marido D. Manuel, la huevería Ruesta, las pastas Marisol. Son imagenes que recuerdo con cariño, estampas de una época pasada que ya no volverá y del que la fotografía adjunta es un nostálgico recuerdo.
De los comercios existentes en la calle en aquella época recuerdo, bajando desde las escalerillas de San Saturnino, los siguientes comercios: una tienda de máquinas de coser, otra de telas (El Peso) Bazar Jimenez, con sus perolas y cacharros que empezó décadas atrás en la Mañueta, la tienda de periódicos y revistas del Portu, Casa Garcia, Muebles Indurain, Droguería Joaquin Sucunza, Ultramarinos Huarte (en su local se ubicaría en 1992 la Libreria Abarzuza que, con ese mismo nombre, había estado anteriormente en la calle Nueva y mucho antes en la bajada de las Carnicerías), Joyería Peinado, Ultramarinos Gloria Rivas (desde los años 40, ahora regentada por la segunda generación), Alimentación Parra. Volviendo hacia atrás, a la altura de Casa Seminario estaba Calzados Carasa. Y desde la calle del Mercado bajando hacia la Rocha, en la esquina, Electrodomésticos Lafer y a continuación el Café Bar Orbela.
Hasta 1976, la Calle Santo Domingo se estrechaba bastante justo al desembocar en la plaza Consitorial. Allí, hasta ese año estuvo la Casa Seminario, tal y como podemos comprobar en estas dos últimas fotos, tomadas desde diferentes ángulos. Me acordaba vagamente de un mural alusivo a los sitios principales o de interés turístico de Pamplona en la desnuda pared de Casa Seminario y que esta fotografía de los años 70 me ha ayudado a recordar. El mural databa del año 1963. Derribada Casa Seminario en su lugar se erigiría un nuevo edificio de oficinas municipales que albergan actualmente al área de Sanidad y Medio Ambiente. Por otro lado recuerdo también la bajada de las escalerillas de San Saturnino a Santo Domingo, mucho más estrecha que la actual puesto que allí mismo, junto a las escalerillas había unos baños públicos. Estos baños se construyeron en torno a los años 50, tras el derribo de dos pequeños edificios existentes. Se cerraron al público a mediados de los 80 y se derribaron en la primavera del año 1999.
La plaza ha sufrido diversos cambios y transformaciones a lo largo de la historia. Hasta el inicio de los 80 había un par de kioskos en el lado de la plaza más cercano a la calle Mayor. Además y en el ángulo noroeste, cercano a la pared del convento y a la llamada cuesta de la Estación hubo, hasta esos años, un tramo de escalones de piedra que comunicaban esa zona de la plaza con la acera de la avenida de Guipúzcoa. En tiempos ese tramo de la avenida se llamaba popularmente como Cuesta de la Estación. Se denominaba popularmente Cuesta de la Estación (las razones del nombre parecen obvias), un término hoy en desuso y nunca oficializado, al tramo comprendido entre la zona cercana a la iglesia de san Lorenzo y el cruce de la bajada con la cuesta de La Reina. El nombre de Avenida de Guipúzcoa se aprobó por el pleno municipal en el año 1931 y según dicha resolución se denominaba así al tramo comprendido entre el antiguo transformador del Irati, situado sobre el tunel del Plazaola, que discurría bajo la Avenida, y el final del término municipal, más allá de las Hermanitas de los Pobres.
Por cierto, el Irati, ferrocarril eléctrico que se inauguró en 1911, tenía inicialmente una estación de mercancías y pasajeros en el Rincón de la Aduana y una de pasajeros en Sarasate, que se suprimió en 1930 y circuló durante varias décadas por un lado de la Cuesta de la estación y de la Avenida de Guipuzcoa para conectar con los ferrocarriles nacionales de la Estación del Norte. El Irati tenía sus cocheras donde está actualmente el Ambulatorio San Martín, en la avenida de la Baja Navarra. A partir de 1946 el Irati suprimió su trazado urbano y se creo un ramal que iba por detrás del Manicomio para conectar con la estación del Empalme de la Rochapea. Dicho desvio se hizo, al parecer, para descongestionar tanto la carretera de Beloso como la avenida de Guipuzcoa.
Orbea nació en el barrio de la Rochapea en el año 1952. Pertenecía al empresario guipuzcoano Santiago Otegui Campos. Otegui montó en Pamplona una fabrica moderna para lo que era habitual entonces, con un amplia producción de distribución nacional. Se fabricaban 7.000 kilos diarios de chocolate y se distribuían por toda España. En la anterior entrada del blog ya he señalado como la Compañia Navarra de Alimentación, propietaria de Orbea llegó a un acuerdo con la otra empresa navarra Pedro Mayo, especializada en chocolates a la taza, concretamente en 1977, de forma que Pedro Mayo cedió su marca a CNA y pasó a fabricarse en esta planta junto a la marca Orbea. En 1990 la compañía navarra fue comprada por Chocolates Asturianos que en poco tiempo y por una mala gestión la descapitalizó, cerrándose en el año 1992. Poco tiempo después se derribarían las instalaciones de Orbea en la Avenida Guipúzcoa.
Junto a este camino se erigía y erige la Residencia de las Oblatas (del Santísimo Redentor) que vemos en la fotografía adjunta. La Residencia de las Oblatas recogía muchachas con problemas, antes estuvieron en la calle Mayor (1912), más allá de Capuchinos (1912) y en Tejería (1928-1933), tras el que se trasladaron a su emplazamiento actual. El edificio de la actual residencia fue construido por el arquitecto Eugenio Arraiza e inaugurado el 12 de junio de 1948, y posteriormente ampliada por el mismo arquitecto en 1953. Pertenece al mismo estilo monumental un tanto grandilocuente de los Caídos y la Delegación del Gobierno, propia de la época franquista. Sugiere formas palaciegas propias del siglo XVII, con sus grandes ventanales y donde se combinan el ladrillo rojo de las fachadas con la piedra y los tejados con formas redondeadas de pizarra. Pasada la residencia de Oblatas otro camino, este más urbanizado que los anteriores se adentraba en el ignoto y extenso espacio de Trinitarios. Junto a la avenida, en el nº 7, un edificio de viviendas de baja más dos plantas abría el largo espacio ocupado hasta el río por los viveros de Villa Miranda. La empresa Viveros Villa Miranda se en 1916, siendo su actividad la del comercio al por mayor de cereales, tabaco en rama, simientes y alimentos para los animales. Los viveros fueron derruidos en el año 2009 y el edificio de viviendas y otras instalaciones algo más tarde.
Si pasamos al otro lado de la Avenida el primero de los hitos más importantes los tendríamos en el nuevo puente de Oblatas (en la fotografía de la derecha). El proyecto de los arquitectos Luis Tabuenca y Manuel Blasco se presentó en 1991. Estaba inspirado en el puente de la Barqueta de Sevilla y tenía una altura de 16 metros en su punto más alto. su construcción no estuvo exenta de dificultades. Las riadas se llevaron sus pilares en octubre y nuevamente en diciembre de 1992. Por fin, en agosto de 1993 se logró alzar la estructura y en marzo de 1994 se hizó la correspondiente prueba de carga para comprobar sus resistencia. Tendrían que pasar tres años hasta que finalmente fue abierto al tráfico, concretamente en julio de 1997 si bien para derivar los coches hacia la avenida de Guipuzcoa, puesto que aun tendrían que pasar 12 años más, hasta diciembre de 2009, para que el vial de las Oblatas tuviese su continuación natural a través de Biurdana.
Posteriormente tendríamos que hacer alusión al viejo puente de Santa Engracia. El puente de Santa Engracia que conectaba la avenida de Guipuzcoa y la calle Joaquín Beunza (hoy la calle discurre unos metros más allá y con quien conecta es con la calle Rio Arga) es el segundo más antiguo de la ciudad, después del de San Pedro, anterior al siglo XIII. Hasta la construcción del puente de Cuatro Vientos fue el que facilitaba la comunicación de la ciudad con el norte de Navarra. Al igual que en el puente de San Pedro, en la zona de la avenida existe una cruz de piedra. La presa que hay junto al puente se construyó en piedra también en torno al siglo XIII, con el fin de servir al molino harinero municipal. En 1888 el molino se transformó en una central eléctrica propiedad del Ayuntamiento, la llamada Electra Municipal, que fue subastada en junio de 1939.
Poco después se instalaría en el lugar, Industrias del Caucho, fundada oficialmente en el año 1942 por Bernardo Echamendi. La fábrica, que vemos en una fotografía de aquellos primeros años, se quemó en 1953 reconstruyéndose ese mismo año. En este lugar ha permanecido casi 70 años hasta su derribo en julio de 2009. Inicio su actividad con la producción de planchas para el calzado y piezas moldeadas de caucho. A partir de 1975 la empresa se especializa en la producción de mezclas y laminados del caucho. Actualmente está situada entre los lideres del mercado europeo en el sector de laminados y planchas de caucho de uso industrial. A finales del pasado año y como consecuencia de las obras de ampliación del parque fluvial del Arga se descubrieron bajo los pilares de Industrias del Caucho los cimientos y un canal del antiguo molino harinero municipal que se conservarán e integrarán en el entorno. Acabamos nuestro paseo en el nuevo puente de santa Engracia, conocido popularmente como puente de Cuatro Vientos. Construido en 1789, por Angel Ochadategui, ha sido objeto de varios ensanchamientos, el primero de ellos en 1932. Hace unos pocos meses, con el derribo de los cimientos de Industrias del Caucho se ha liberado uno de los ojos del puente parcialmente cegado durante décadas así como una isleta formada en el lado del río más cercano a los viveros de Villa Miranda.