Siguiendo la via del tren y el viejo camino del Plazaola (1966-1996)

La vía del tren marca los lindes del barrio de la Rochapea por el noroeste, separándola del barrio o enclave de Santa Engracia. Hasta la construcción de los nuevos bloques de edificios de la nueva Rochapea desde mi ventana vi pasar a lo largo de más de tres décadas  diferentes trenes,  desde aquellas viejas locomotoras negras alimentadas por carbón hasta los más modernos convoyes. La instalación en el siglo XIX de la  Estación del Norte marcó, por su cercanía, el incipiente  desarrollo del barrio y posibilitó, en buena medida,   la importante industrialización experimentada ya desde finales del siglo XIX y sobre todo a lo largo del siglo XX. En la fotografía de la derecha vemos  la Estación del Norte en los años 20.

A pesar de que ya en siglos anteriores había pequeñas industrias en la Rocha, de cera o de lana,  de las cuales quedan  todavía algunos  topónimos,  es a finales del siglo XIX cuando empiezan  a surgir algunas fundiciones como la de Sancena en Joaquin Beunza o la de Apolinar Arrieta en el Camino de los Enamorados, la fábrica de gas que daría nombre a los Corralillos, o empresas manufactureras de diverso tipo  a las que seguirían en los primeros años  del siglo XX, en las proximidades de la Estación del Norte, la azucarera de Carlos Eugui, o la de fundición de metal y maquinaria agrícola de Múgica y Arellano, en el edificio donde hoy está el instituto Cuatro Vientos (Este edificio  albergó anteriormente la fabrica de encurtidos de Calzados López). En los albores del siglo XX, las escasas edificaciones de la Rochapea se concentraban en las inmediaciones del puente de la Curtidores, la calle Errotazar, el puente y el cruce de Cuatro Vientos, la estación del tren y la entonces avenida de Villava, hoy Marcelo Celayeta.

La vieja Rochapea  hortelana y semirural que vivía   junto al río,  iría evolucionando y fusionándose, a lo largo del siglo XX, con  una Rochapea cada vez más industrializada y obrera que marcaría de forma indeleble la personalidad de este barrio de Pamplona, el primero, el más antiguo y con más solera, tras el Casco,  la ciudad histórica encerrada entre las murallas. A pesar de ser un barrio extramural y que a algunos todavía se nos escapa aquello de «subir a Pamplona»,  ser de la Rocha ha sido  durante mucho tiempo una autentica seña de identidad y motivo de orgullo para  muchos de sus habitantes.

En esta entrada realizaré un breve pero intenso recorrido desde la Estación y siguiendo la pronunciada curva de la vía (del famoso bucle) hasta su salida en paralelo al viejo camino del Plazaola llegaremos hasta Berriozar recordando lo que veíamos a uno y a otro lado de la vía del tren a lo largo de esas tres décadas.

La línea férrea actual se inauguró el 14 de septiembre de 1860, con la apertura del tramo Caparroso-Pamplona. En 1878, esta línea se fusionó con la compañía del Norte, de ahí el nombre de la estación. Posteriormente en la segunda década del siglo XX se pensó en enlazar Madrid con París por los Alduides atravesando lo que hoy es la avenida de Marcelo Celayeta pero esa idea se desechó y nuestra estación quedó como una estación de segundo orden en el ámbito nacional. En 1941 con la nacionalización del ferrocarril pasó a depender de Renfe. Hasta 1956, la Estación de Pamplona fue estación de empalme entre el ferrocarril de vía ancha nacional y el de vía estrecha Plazaola-Irati. 

La Estación de Renfe de Pamplona  ha conocido diversas reformas a lo largo de su historia, una de las más importantes se produjo en los años 50, en el que se sustituyó el viejo anden que vemos en la 2ª fotografía de la entrada (de 1951) por una apariencia más moderna (como la de la 3ª  fotografía de la entrada,  de 1971).  De la vieja estación de Pamplona  recuerdo el gran reloj del anden, el  factor de la estación, el altavoz anunciando las próximas salidas y llegadas, el variopinto paisanaje, tanto local  que merodeaba la estación,  como el fugaz y viajero  que recalaba apenas unos minutos o unas horas en la estación.

Afortunadamente los tiempos cambian y aquellas viejas instalaciones se remozaron hace algunos años para comodidad del cada vez mayor número de viajeros que utilizan los modernos convoyes Alvia: los servicios…ughhh, la cafetería, la sala de espera con su gran mapa de España y el horario de salidas y llegadas, las ventanillas de venta de billete , etc . Todo un microcosmos. Como señalaba al principio de la entrada, a lo largo del último medio siglo he visto pasar y también, por que no, he viajado como tantos otros  en aquellos viejos trenes traqueteantes  impulsados por aquellas ruidosas locomotoras negras  de vapor alimentadas por carbón, -la línea todavía no estaba electrificada-,  posteriormente en aquellos trenes  movidos por unas macizas  locomotoras  eléctricas y diesel, he visto pasar trenes de apariencia más moderna como el automotor TAF de color plateado, y que aparece en la 4ª foto,  he visto y viajado en el automotor TER, de color azul, en los tranvías de cercanías, los conocidos  ferrobús,  que nos llevaban hasta Alsasua, primero de color claro y luego   de color rojo, para coger luego  los lentos y larguisimos convoyes como el Iberia Express, he viajado en los electrotrenes basculantes de color rojo y por último en los comodísimos Altaria y Alvia.

Saliendo de la Estación de Pamplona en dirección a Alsasua pasamos por debajo del puente de la Estación y  dejamos al lado izquierdo el barrio de santa Engracia (a la izquierda, en la foto), y al lado derecho unas instalaciones de la antigua azucarera de Eugui (en la foto ya desaparecidas), un poco más adelante la fabrica Perfil en Frío y a la derecha el viejo campo del Gure. Perfil en Frío se instala en la zona de Santa Engracia a finales de los años 50. Inicialmente y de la mano de Javier Vidal y José María Goyena comienza su actividad dentro de Imenasa hasta que se traslada con apenas medio centenar de trabajadores a la Rochapea. En sus mejores momentos la factoría de la Rochapea llegó a tener más de 400 trabajadores. Desde comienzos de los 70, la factoría fue adquirida de forma progresiva por Ensidesa hasta su total absorción en el año 1988. Conoció sucesivas fusiones con Laminaciones, CSI transformados y Aceralia. La factoría  comenzó fabricando perfiles y posteriormente tubos, paneles y estructuras espaciales. La fábrica se derribó en el año  2003.

El antiguo campo del Gure que aparece  en la fotografía  de la izquierda, ocupó hasta el año 1966 los terrenos de la desaparecida fabrica de piensos compuestos Caceco y ocupaba en toda su extensión desde el limite de las instalaciones de la azucarera de Eugui hasta la tapia del campo o recinto de los camineros de Diputación,  con el viejo barracón en el borde cercano a la vía del Plazaola. El Gure Txokoa fue un destacado equipo de fútbol del barrio que cosechó grandes éxitos dentro del Trofeo Boscos. En él jugaron jóvenes promesas como Sanchez, Zabalza, Santamaría , algunas de las cuales recalarían posteriormente  en Osasuna. En 1971 el Gure se fusionó con otro equipo de fútbol del barrio, el Gaztedi, dando lugar a la UDC Rochapea. Como adelanté en la entrada de la travesía del Ave María, en esta calle, en un bajo del nº 10,  tuvo su sede la sociedad deportiva Gure Txokoa. Cabe señalar que tras la desaparición de su campo en 1966 y durante cerca de 30 años, hasta 1996, para la gente del barrio, tanto jóvenes como mayores  el pequeño campo que quedó entre la fabrica de Caceco y la tapia del campo de la Diputación siguió siendo para nosotros el campo del Gure, así abreviado como lo cito. ¿Cuantos juegos infantiles, partidos de fútbol, paseos, labores al sol de muchas mujeres del Ave María habrá conocido ese pequeño campo a lo largo de aquellas décadas?.


Piensos Caceco se instaló en la Rochapea, concretamente entre la calle Nazario Carriquiri y las vías del tren en el año 1966. Formó parte de mi paisaje visual por 30 años y muchos vecinos de la zona sufrimos durante buena parte de ese tiempo los ruidos,  olores y otro tipo de emanaciones en tiempos en los que no había precisamente demasiada sensibilidad medioambiental que digamos y desde luego poco importaban lo que pudieran decir los vecinos. ¿Quien se imagina ahora una fábrica como esta,  a 20 metros escasos de unas escuelas o a 40 de unas casas, una fábrica de colamina o un taller de rechauchutado que quemaba el  caucho bajo unas viviendas por poner los ejemplos que más cercanos tenía. Eran tiempos en los que en la Rochapea, más que en ningún barrio de Pamplona, convivían decenas de fábricas algunas más molestas que otras y talleres de todo tipo  junto a las viviendas de los habitantes del barrio. En la fotografía de la derecha  vemos la fábrica de Piensos Caceco en pleno proceso de desmantelamiento en el año 1996 y  tras ella la factoria de Perfil o Perfrisa.

Siguiendo la vía del tren dejamos a un lado, como he dicho, el campo tapiado de camineros de la Diputación, el parachoques del tren al que aludí en la entrada autobiográfica «Aquellos cálidos veranos», ¿cuantas cabañas habremos hecho de chicos en aquel rincón de nuestro barrio o en los regachos secos en verano  por los que circulaba luego el agua en las temporadas de lluvias? y al otro lado aun la enorme fábrica de Perfil que vemos en la foto de la izquierda. Recuerdo cuando las paredes de la fabrica eran de cemento antes de transformar toda su estructura a metal y como unas vías secundarias entraban en la factoría y transportaban luego las grandes bobinas de acero en tren a otros lugares de la península y también recuerdo algunas huerticas junto a la fábrica, casi pegadas a ella, al otro lado de las vías. Terminada la factoría había un camino que atravesaba la vía del tren y que permitía llegar, bajo el cerro del actual Parque de las Aromas, a una bifurcación, un camino conducía a Santa Engracia y el otro a un sendero, al final del cual había una casa solitaria y posteriormente una serrería.  En la foto que aparece a la izquierda y que data de 1985 se puede ver la fabrica de Perfil en Frio, y también en ella  podemos observar aun la tapia del campo de la Diputación y unos grandes tubos en el campo del Gure, junto a la  citada tapia  creo recordar que para canalizar las aguas que hasta entonces circulaban libres por los campos próximos.


Siguiendo la vía del tren dejamos a la izquierda  el cerro antes citado en cuya parte más próxima a las vías hubo en los años 70 una casa de dos plantas que se quemó (y que también  puede observarse  en la foto anterior) y a la derecha el cerro tajado en dos  para dejar paso por su hondonada al antiguo tren del Plazaola. Cuantas veces habremos ido por el camino de arriba, bajo una torre de alta tensión o por el camino de abajo, hollando los restos de las antiguas vías del ferrocarril de vía estrecha, tal y como se observa en las fotografías adjuntas. Como decía en la entrada del viejo Camino del Plazaola, al pasar este cerro nos encontrábamos entonces con la figura del familiar para nosotros Monte de San Cristobal. Al lado izquierdo podíamos divisar las traseras de la antigua fábrica de gasesoas Oderiz (La Casera), el edificio de ladrillos rojos de las Hermanitas de los Pobres y la factoría de la fábrica  Bendibérica (en la foto más pequeña), también referenciada en otra entrada (en la de la antigua calle Joaquín Beunza), todas ellas en la avenida de Guipúzcoa y  más adelante las primeras casas del pueblo nuevo de Berriozar. El pueblo viejo con su  lavandero y su fuente solía ser a menudo el final de nuestros paseos por el antiguo camino del Plazaola. Al lado derecho teníamos el Soto o Prado de Artica (en la foto, con el monte al fondo), y más allá  el polígono industrial de Artica. Más adelante  había en el camino del Plazaola un cruce que en dirección noreste nos subía por un camino hacia el pueblo de Artica, en los años 60 y 70 compuesto apenas  por unas pocas casas; a la mitad de este camino había una pequeña fuente hoy seca y escondida entre arbustos y tras esta  surgía un camino que nos llevaba  hacia un pinar del monte San Cristobal del que hablaré en otra entrada más adelante. Ese cruce en la dirección opuesta conducía tras un paso sin barrera a la avenida Guipúzcoa. Campos de labranza y más tardíamente en el tiempo un buen número de huertas flanqueaban a un lado y a otro el viejo camino del Plazaola, hasta el fin de nuestro paseo en Berriozar.

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