Los Sanfermines de la transición (1976-1986)

Video del Chupinazo y los Sanfermines de 1976

Cierro, de momento,  con esta publicación la serie de entradas dedicadas a repasar los sanfermines del siglo XX y aunque quedan los últimos años del siglo  los  repasaré en otra ocasión. Este año era alcalde de la ciudad Javier Erice. Hacía unos meses que acababa de morir Franco y había tomado posesión de la jefatura del Estado el rey Juan Carlos I. Sin embargo y a pesar de la muerte del dictador no habían cambiado demasiado las cosas. Hasta el 1 de julio había sido presidente del gobierno Carlos Arias Navarro. Arias había sido gobernador civil de León, Tenerife y gobernador civil y jefe provincial del Movimiento en Navarra, tras la destitución de Luis Valero Bermejo desde el 15 de julio de 1954. Era conocido entre la oposición antifranquista como «el carnicerito de Málaga» por su papel en la represión tras la guerra civil, se le atribuye la muerte de más de 4.000 republicanos. Tras su paso por Pamplona fue nombrado director general de Seguridad, alcalde de Madrid y ministro de la Gobernación hasta  la muerte en atentado de Carrero Blanco al que sustituye como presidente del Consejo de Ministros en 1973. Protagonizó un tímido intento de maquillar el rostro del régimen con el espíritu del 12 de febrero de 1974 que se encontró con la oposición de los sectores más ultras, viéndose, además,  desbordado por la creciente fuerza de la oposición antifranquista. Los sucesos de Vitoria en Marzo y de Montejurra en mayo de 1976 precipitaron su caída. Un día antes de los sanfermines tomaba posesión de la presidencia del Gobierno, Adolfo Suarez. Ese mismo día se celebraba en el Pabellón Anaitasuna en Pamplona un acto proamnistia en el que participaron personajes como Victor Manuel Arbeloa, Gabriel Urralburu o Mariano Zufia.

En este contexto se iniciaban los Sanfermines. Y lo hicieron con lluvia, entre un auténtico mar de paraguas, como se puede ver en el video que abre la entrada.  El chupinazo estuvo pasado por agua, llovía torrencialmente, me recuerda mi hermano. Y aquellos jóvenes gritaban «fuera paraguas», porque  las ganas de fiesta  de aquella juventud podía incluso contra los elementos climatológicos por muy adversos que se presentaran. Yo comenzaba la adolescencia, tenía 12 años. La lluvia impidió la salida de los gigantes y cabezudos. Los concejales sociales se negaron a vestir de frac en los principales actos festivos como el riau riau, que este año duró cuatro horas,  lo que fue objeto de cierta polémica social y en los medios aquellos días.  El alcalde por primera vez declinaba presidir la primera corrida de feria.  La efervescencia que se vivía a nivel político se trasladaba a la calle. Las reivindicaciones políticas se trasladaban a los actos festivos como el riau riau de aquellos años. Se quemaban banderas españolas y se exhibían ikurriñas. Una manifestación celebrada el día 11 por al muerte de un manifestante en Santurce fue disuelta por la policía. Este año se habían producido los sucesos de Vitoria y de Montejurra. Todavía se mantenía la tradición de nombrar madrinas de las fiestas por parte de las peñas. La costumbre permanecería por lo menos hasta 1978.

Entre los diestros que nos visitaron estos años estaban Damaso González, Ruiz Miguel, El Viti, el Niño de la Capea, Paco Alcalde, Manzanares, Raul Aranda, Curro Rivera, Paquirri, Roberto Dominguez,  José Luis Parada, Luis Francisco Esplá, Antonio José Galán, Galloso, Frascuelo, José Luis Palomar, Palomo Linares, Julio Robles, José Antonio y Tomás  Campuzano, Emilio Muñoz, Ortega Cano, Angel Teruel, Espartaco, Morenito de Maracay, Vicente Ruiz El Soro, Pepin Jimenez, Victor Mendez, Manili, José Cubero Yiyo, Victor Mendez, Antoñete, Curro Durán, Emilio Oliva, Manolo Cortés, Lucio Sandin. A las sociedades deportivo recreativas acudían figuras de la música como Juan Pardo, Mocedades, Manolo Otero, Iva Zanichi, Patxi Andión, Lolita, Mochi, Camilo Sexto, Los Chicos, Los Puntos mientras Paco Martínez Soria visitaba por enésima vez el Gayarre. Entre las incidencias acaecidas en el encierro, donde se comenzaba a detectar la presencia de las primeras corredoras, cabe señalar el encierro del día 12 que duró más de un cuarto de hora con una treintena de heridos, dos de ellos graves. En nuestra ciudad se derribaba la popular Casa Seminario y los solares de los viejos cuarteles iniciaban su larga andadura como aparcamientos en superficie. Se derribaban las antiguas escuelas del Ave María y comenzaban las obras del complejo deportivo municipal de Aranzadi, bueno para ser más exactos de sus dos primeras piscinas, cuyas obras acabarán el año siguiente.

En 1977, el día 8 de julio, viernes, yo había acudido al encierro en la plaza de toros. Estaba situado, en la parte derecha del tendido, según se entra  desde el callejón, y a unos 80 metros de este. Nada hacía prever lo que sucedió cuando llegaba el encierro al coso taurino. Cayeron unos mozos y luego otros más y más hasta formar una impresionante montonera. Cuando llegaron los toros se encontraron con un autentico valladar de cuerpos. No hubo más heridos por asta de milagro, los toros y mansos estaban asustados y atrapados entre el montón de cuerpos y los mozos que seguían viniendo por detrás algunos toros desandaron su camino rumbo a la Estafeta. Al final hubo un muerto, por aplastamiento, el joven José Joaquín Esparza Sarasibar de 17 años y casi 40 heridos. Las barracas se comenzaban a colocar en la zona de Yanguas y Miranda donde permanecerían por largo tiempo, hasta su reciente traslado al parque de la Runa. El riau riau duró este año 4 horas, con algún incidente aislado, como la quema de alguna bandera española.

Estos fueron los primeros sanfermines,  (era alcalde Segundo Valimaña),  en que la ikurriña ondeó oficialmente junto a las banderas de Pamplona, Navarra y España en los balcones de la casa consistorial, si bien esto no sirvió para aplicar los ánimos de algunos jóvenes que siguieron protestando por la presencia de la bandera española en diferentes zonas de la ciudad. Recordemos que antiguamente se engalanaban calles y plazas principales con banderas. Continuaba la conflictividad política: un par de meses antes se había celebrado la famosa semana pro-amnistía con varios muertos por la policía en el País Vasco y Navarra. Se sucedían los atentados de ETA y grupos de ultraderecha, con agresiones indiscriminadas a jóvenes por parte de los guerrilleros de Cristo Rey.  Poco antes de las fiestas se produjo una huelga en el sector de la hostelería  que se suspendió in extremis al comenzar las fiestas. En Agosto se celebraba la Marcha de la Libertad y en diciembre dos grandes manifestaciones de diferente signo recorrerían las calles de la capital, la primera, el 3 de diciembre  convocada por la Diputación Foral presidida por  Amadeo Marco con el apoyo de la UCD y AP, a favor de una “navarra foral y española” y el 9 de diciembre otra apoyada por 13 partidos y 6 sindicatos nacionalistas y de izquierdas a favor de una “Diputación democrática y un Consejo Foral representativo” . Una de las imagenes de los cambios urbanísticos  lo marcaba el derribo del convento de las Carmelitas en la Avenida de Pio XII con su inconfundible cúpula.

En 1978, la ciudad cambiaba su fisonomía y sus espacios tradicionales al mismo tiempo que lo hacía la sociedad y la política en ese tiempo. De los sanfermines de 1978 ya hablamos en la serie «Pamplona, año a año». Como decía en aquella entrada los sanfermines del 78 no se pueden entender sino es fruto del contexto socio político de aquella época. Como dice Mari Mar Larraza en el título del libro que repasa algunos aspectos políticos y sociales de la Pamplona franquista, la ciudad había pasado a ser de «leal a disidente», de bastión del golpe militar de 1936 a convertirse en un auténtico quebradero de cabeza para el régimen franquista a lo largo de los años 70 y aun antes. Con la transición no solo no se aplacaron los ánimos en nuestra ciudad sino que se radicalizaron las posturas políticas, encontrando las posiciones rupturistas un gran eco en nuestras calles, especialmente entre los sectores más jóvenes de nuestra sociedad. En mayo y tras el funeral por el asesinato de un policía nacional un grupo de jóvenes apuñaló al subteniente de la guardia civil Juan José Eseverri en la calle Chapitela. Fueron detenidos cinco jóvenes que ingresaron en prisión. A partir de ese momento se produjeron frecuentes manifestaciones que acababan invariablemente en fuertes enfrentamientos con la policía. El 3 de julio un grupo de personas se encerró en la casa consistorial pidiendo la libertad de los detenidos y declarándose en huelga de hambre. Esos días fueron quemadas tanto banderas españolas como alguna ikurriña colocadas  en diferentes zonas de la ciudad. El riau riau transcurrió sin incidentes. Hubo algún pequeño conato de enfrentamiento entre jóvenes de distinto signo en la noche del día 6 al 7 a propósito de esta guerra de banderas que no llegó a mayores. Por primera vez no había presencia militar en las fiestas, ni de músicos militares, ni de ningún otro tipo. Este año se había derribado la casa de Baños de la calle Calderería y el edificio de la Mutua en Carlos III, se había inaugurado el nuevo edificio de la CAN en la mencionada avenida, apuntalado el puente de Cuatro Vientos por su enorme saturación de vehículos pesados y convertida la primera parte de la Avenida de Bayona en un patinodromo, lo que hoy conocemos como Antoniutti. Un rincón con encanto, como Recoletas sufría igualmente algunas pequeñas modificaciones: perdía uno de sus dos kioskos asi como las escalerillas de salida a la Cuesta de la Estación. Aun se seguía aparcando en la plaza tanto fuera como en torno a la fuente.

El día 8 de julio, en la plaza de toros,  tras la muerte del último astado medio centenar de personas bajaron al ruedo con una pancarta en la que se leía «Amnistía total. Presoak kalera. San Fermin sin presos» que fue recibida con disparidad de opiniones, de pitos y oposición  en los tendidos de sombra y de apoyo y aplausos en los tendidos de sol, disparidad que fue a más con el lanzamiento de algunas almohadillas y objetos que provocaron algún pequeño conato de enfrentamiento entre parte del grupo de la pancarta y algunas personas de sombra. En ese momento entraron por el callejón las peñas txikis y tras de ellos unos cuarentena de antidisturbios (de los 200 que aguardaban fuera) encabezados por el comisario Miguel Rubio que cargó primero contra el grupo de manifestantes y luego ante la reacción airada de buena parte de los tendidos que arrojaron todo tipo de objetos lo hicieron con material antidisturbios y fuego real contra la multitud. Hubo siete heridos de bala en el coso taurino de los 55 que fueron atendidos en la enfermería de la plaza. Un poco más tarde entraba otro grupo de policías  por el patio de caballos utilizando también sus armas de fuego. A partir de las 9 y hasta bien entrada la madrugada los enfrentamientos se extendieron por todo el Casco Antiguo y el Ensanche, con cientos de manifestantes parapetados tras las barricadas intentando llegar hasta el Gobierno Civil.

En esta avanzadilla hasta el Gobierno Civil, la policía disparó nuevamente fuego real, disparos de metralleta según unos o más espaciados como de fusil de asalto según otros, produciéndose cuatro nuevos heridos de bala y un muerto, el joven Germán Rodríguez que caía muerto a las 22.15 horas por un tiro en la frente a la altura de la avenida de Roncesvalles. Hubo más de 200 heridos, 11 de ellos heridos de bala.  Según Martín Villa, ministro del Interior en apenas seis horas se hicieron 7.000 disparos de material antidisturbios y 150 disparos de bala. Se conservan grabaciones de las comunicaciones policiales de aquel día en las que textualmente algunos mandos (el comandante Fernando  Avila García, procedente de la Legión y que había sustituido al asesinado Imaz por voluntad propia) instaban a sus subordinados actuar con contundencia sin importarles disparar a matar. Muchos achacan a este comandante cierto deseo de venganza y de dar un escarmiento a un sector político de nuestra ciudad. Se suspendieron las fiestas. Hubo dos días de luto y el día 11, el alcalde, Jesús María Velasco declaraba oficialmente suspendidas las fiestas. Los sanfermines chiquitos de septiembre consiguieron recuperar el perdido espíritu festivo de la ciudad y  sus habitantes y para muchos siguen siendo unos sanfermines inolvidables.

1979 fue el primero año de muchas cosas, el primer año después de los trágicos sanfermines del año anterior, el primero con una corporación elegida en las urnas y que daría como alcalde al socialista Julián Balduz  (que permanecería en el puesto hasta 1991) y con la presencia de mujeres en la corporación, el primero en el que se utilizó el grito del chupinazo en castellano y en euskera, el primero en que se celebraron encierros txikis, el primero sin la presencia de la policía nacional en los principales actos, como el encierro, el primero en colocarse las barracas políticas en Taconera, el primero en no colocarse las banderas en diferentes puntos de la ciudad. En la plaza de toros al margen de las tradicionales corridas se celebraban otros muchos espectáculos: festivales, deporte rural, la que empezaba a ser tradicional corrida vasco-landesa, etc.

A pesar de los malos presagios que sobrevolaban las fiestas, fueron los terribles «años de plomo» en 1980 no hubo afortunadamente ningún incidente. Si embargo, este año, se produjeron dos muertos en el encierro del día 13: murieron los jóvenes Vicente Eladio Risco, en la plaza consistorial y José Antonio Sánchez Navascués en la plaza de Toros. Estas muertes llevarían aparejados algunas reformas en el vallado. Y es que al menos una de ellas, la de la plaza consistorial  se pudo haber evitado si el primer vallado no hubiese estado completamente invadido por espectadores y si  libre para que los corredores pudiesen encontrar refugio. Fue el primer año en que se inició el turno rotatorio entre todos los grupos políticos para lanzar el chupinazo. La mayoría de las peñas convocaron un pobre de mi alternativo en la plaza de San Francisco en protesta por la política sanferminera del nuevo ayuntamiento. El riau riau duró este año cinco horas y media. El grupo Los Pecos fue objeto de una autentica caza al hombre, teniendo que suspender su actuación en el Club Larraina tras el lanzamiento de todo tipo de objetos e improperios. Como años atrás, en 1968, con los Pop Tops buena parte de nuestra juventud podía hacer gala a veces de comportamientos bastante  cavernícolas. En cuanto al ámbito urbanístico, en Pamplona se comenzaba a hablar de construir aparcamientos subterráneos y de peatonalizar el Casco Viejo y se  inauguraba el edificio de Caja Municipal en la entonces avenida de Ejército. En 1980 continuaron cambiándose los nombres de algunas vías principales como se había hecho el año anterior con la Avenida Franco, Osasuna subía a 1ª división después de 17 años correteando por los campos de 2ª y 3ª división.

1981  fue también, como en 1979 el primero en varias cosas: fue el primer año en que el chupinazo lo tiró una mujer, más concretamente la concejala Elisa Chacartegui. El riau riau duró cuatro horas y cuarto y la ceremonia de las vísperas se celebró sin la presencia de la Corporación, seguramente por primera vez en su historia.  Fue el primer año en servirse a partir de las 7 de la mañana en la plaza del Castillo el caldico reconfortante, caliente y gratuito. Fue el primer año en que la hornacina se colocó en la muralla de la Cuesta de Santo Domingo, con el santo rodeado por los pañuelos de las peñas. Fue el primer año en que no actuó antes del encierro la banda del Maestro Bravo. En su lugar actuó la fanfarre Intxaurrondo. Con la apertura del centro territorial de TVE en Navarra se amplió la cobertura televisiva de los encierros y los sanfermines, retransmitiéndose el encierro para toda Navarra desde 1982 y desde 1993 para toda España. Si en 1971 el presupuesto de las fiestas era de unos 3 o 4 millones de pesetas diez años más tarde, su coste se había multiplicado por diez. En 1981 se cerraba el Matadero Municipal de Pamplona, desaparecía «El Pensamiento Navarro», y las papelimpias o «pamplolimpias» que de todo se les llamó entonces inundaban la ciudad.  El riau riau de 1982 duró cuatro horas y cincuenta minutos. La ikurriña había dejado de ondear oficialmente en el ayuntamiento desde diciembre de 1981, si bien concejales de HB la sacaron a partir de ese año al balcón de forma extraoficial. El empeño de salir con la bandera por parte del grupo municipal  de danzas llevaría a la larga aparejada su disolución. Este año cambiaron los recorridos de las villavesas, se derriba un resquicio de otro tiempo: la vieja estación del Empalme de la Rochapea, los cines se convierten en multicines, nace «Navarra Hoy», los temblores de tierra sacuden nuestra ciudad y los termómetros marcan temperaturas calurosísimas apenas recordadas en la historia.

En 1983 se suspendía por primera vez el riau riau, al retirarse a las siete de la tarde la corporación junto a la Pamplonesa, por la presencia de un grupo de medio centenar de jóvenes de la izquierda abertzale que impidieron el normal desarrollo del acto. Por contra el acto de la procesión era cada vez más concurrido. En 1983 como dije en la entrada correspondiente las atracciones de las barracas costaban 50 pesetas. Este año moría el maestro Bravo pasados los sanfermines. También lo hacía otro ilustre hijo de la ciudad, el músico Luis Morondo. Se acometían obras de reforma en la avenida de Villava y en Pio XII y se inauguraba la casa de baños de la calle Eslava. También desaparecía la vaguada de San Juan por donde en otro tiempo circulara el Plazaola y se comenzaba a hablar  de las llamadas casas de Múgica. Los olmos de la ciudad caían victima de una  letal enfermedad llamada grafiosis. La ciudad se dotaba con la nueva corporación democrática de multitud de parques, polideportivos y escuelas, aunque la contrapartida fuese la abultada deuda municipal. En 1984, el encierro del día 7 salió con siete minutos de retraso, debido a que no estaba adecuadamente limpio de corredores el recorrido. Sin embargo este año fue también el año con menos corneados, dos durante todas las fiestas. Nuevamente se suspendió el riau riau. Esta vez no se pudo salir siquiera de la propia casa consistorial, tras dos horas de infructuosos intentos. Mientras se proseguía con la guerra de las banderas. La nómina de visitantes ilustres no era muy abultada estos últimos años, algún ministro socialista, el alcalde Tierno, etc, pues bien en 1984 visitaron nuestra ciudad además de dichos ministros los embajadores de la URSS y EEUU y la nieta de Hemingway, Margaux y en 1985 los embajadores de Colombia y Canadá. Los éxitos osasunistas tenían reflejo en los cánticos sanfermineros. Así sucedió en 1985 con el cántico «Osasuna  a la UEFA va». Empezaron los problemas con las barracas políticas.

1985 pasará a la pequeña historia de nuestra ciudad por traernos una de las peores olas de frio, llegamos  a los -17º, se heló el Arga y nevó en Mayo.  El Riau Riau llegó a San Lorenzo este año pero ya no se recuperaría nunca más,  en 1986 apenas pudo recorrer 100 metros después de 2 horas de recorrido, y así sigue, sin recuperarse hasta nuestros días. El presupuesto de las fiestas en 1985 fue de 45 millones de pesetas. Se incorporaron algunos servicios nuevos: consigna y duchas, así como una oficina de información y otra de objetos perdidos, todos ellos  en la estación de autobuses. En 1985 también los ocupas «okupaban» edificios oficiales: entonces fue el edificio de Zapatería, 40, a cargo de los colectivos Katakrak y Kokorock. Parece que desde 1978 descendió de forma notable la presencia de extranjeros, aunque en 1985 se hablaba de triplicar la población y en 1986 la prensa hablaba de la llegada de 250.000 visitantes, de forma que se estimaba que esos días había en Pamplona entre 400 y 600.000 habitantes.

Por contra, en 1986 fue bastante notable la presencia de punkis y otras tribus urbanas, circunstancia que recogió la prensa de aquellos años con frecuentes altercados en la vía pública. A excepción del riau riau los sanfermines habían entrado en una dinámica de cierta normalidad: seguía celebrándose el encierro txiki, la procesión y la comparsa atraía cada vez a más gente así como los fuegos artificiales. Las barracas seguían ubicándose en la explanada de Yanguas y Miranda. El encierro era como siempre el acto estrella de las fiestas, con sus endémicos problemas de saturación de gente y el riesgo que entraña una carrera de estas características con seis toros bravos sueltos por las calles. Pero también había otros actos menores que empezaban a tener su público: el encierrillo, el apartado, la corrida vasco landesa, los festivales matutinos en la plaza de toros, las jotas en la Taconera, las dianas, etc. La canción de este año fue Calderete del grupo Gamberros Unidos. El Ayuntamiento impulso una campaña cívica durante estos días bajo el lema de «No te cortes la fiesta». El día 8 se escapó una vaquilla por la puerta del callejón circulando por el ensanche hasta la avenida del ejército y de allí por Antoniutti y Cuesta de la Reina hasta la Rochapea. El último Riau-Riau que consiguió este objetivo fue el de 1985, con una duración de tres horas y media, durante las cuales se interpretó, cantó y bailó el «Vals de Astrain» unas 180 veces. En la ciudad se acometía una profunda reforma del Mercado de Santo Domingo, cuyos comerciantes pasarían todo un año en los pasillos de la plaza de Toros, se reformaba y reforzaba el puente de Curtidores y se compraban para rehabilitar, por parte de las administraciones foral y municipal,  diversos edificios nobles del Casco Viejo de nuestra ciudad. Termino esta entrada con un amplio reportaje fotográfico sobre los sanfermines de 1978, con mucho más material gráfico y de mejor calidad que en la entrada «Pamplona, 1977-1978».

Fotos por orden de aparición: Nº 1: Postal del encierro en el tramo de Santo Domingo. 1976-77. Ed. Dominguez, Nº 2: Noticiario Cinematográfico (NODO) Julio 1976. NOT N 1747 B. Filmoteca Española. RTVE, Nº 3: Postal del encierro en el  tramo de Telefónica. 1977. Ed. Dominguez, Nº 4: Programa de fiestas San Fermín 1976, Nº 5: Gigantes a la salida de la calle Mayor. 1976, Nº 6: Calendario de bolsillo. San Fermín 1977. Grafinasa, Nº 7: Montón del 8 de julio de 1977. Archivo Diario de Navarra, Nº 8: portada de la revista «Triunfo». Septiembre 1977, Nº 9: portada de la Gaceta del Norte (Ed. Navarra). 27 de noviembre de 1977, Nº 10: El Ayuntamiento de Pamplona, el 4 de julio de 1978. Foto Joxe Lacalle, Nº 11: Dossier confeccionado y editado por la Comisión Investigadora de las Peñas de Mozos de Pamplona. Julio 1978. Nº 12. Portada de ABC. 11 julio 1978, Nº 13: Portada de El Correo Español. 12 de julio 1978, Nº 14: Hoja de Lunes de Barcelona. 10 de julio 1978, Nº 15: postal del encierro en el tramo de Mercaderes. Ediciones Vaquero. 1979, Nº 16. La Comparsa frente a la Casa Consistorial. 1979. Archivo Santi Urra, Nº 17: Foto Mena. Cogida mortal de Vicente Risco en la plaza de Toros. 13 de julio de 1980, Nº 18: Elisa Chacartegui, primera mujer en lanzar el chupinazo. Julio 1981, Nº 19: Ambiente en la calle. 1981. José Luis Nobel. Colección Arazuri. AMP, Nº 20: Encierro televisado, tramo de Telefónica. 1981, Nº 21: Cogida de Peter Townsend. Foto Agencia EFE. 10 de julio de 1984, Nº 22: Ambiente en la calle. 1984. José Luis Nobel. Colección Arazuri. AMP,  Nº 23: Imagen captada de documental sobre los Sanfermines de ETB. 1984, Nº 24: Balcón de la plaza consistorial, con la ikurriña junto al resto de banderas. 1980. ABC. Foto Europa Press, Nº 25: Ambiente en la calle, Foto de Lluis Maimi Casanovas. 1979. Nº 26: portada de la revista taurina Aplausos. Julio 1986, Nº 27 y Nº 28: Pancarta pro-aministia en la arena de la plaza de toros. La Policia Armada entrando en el coso. Fotos Jorge Nagore, Nº 29:  carga de la policía armada tomada desde otro ángulo. Foto José Ramón Belzunce, Nº 30, 31 y 32: Foto Dossier de las Peñas, 1978. Nº 33: mozos intentando razonar con un antidisturbio cerca de Telefónica. Foto Jorge Nagore. Nº 34: Carga policial en la avenida de Carlos III. Foto Xabier Santiago,  Nº 36: Foto Dossier de las peñas, 1978. Nº 35, Nº 37, Nº 38: Fotos extraidas de la prensa de aquellos años. 

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