Otros proyectos de Ensanche anteriores al actual (1901-1914)
Continuo en esta segunda entrega con los proyectos de Ensanche de Pamplona anteriores al actual que conocemos. La Real Orden de Octubre de 1901 en la que se autorizaba el derribo de las murallas y la extensión de la ciudad hacia el Sur fue, pese a constituir un innegable avance teórico, un espejismo en el largo proceso y anhelo de la ciudad por liberarse del cinturón amurallado que le constreñía. Y es que el Ramo de Guerra impuso unas condiciones que el Ayuntamiento de Pamplona no estaba en condiciones de admitir. Fueron razones fundamentalmente económicas las que provocaron el retraso en el derribo de las murallas de Pamplona. Los militares obligaban al Ayuntamiento de Pamplona a erigir otro recinto fortificado por el sur, a entregar solares para la construcción de nuevos cuarteles militares, a correr con los gastos de explanación de los terrenos situados entre el Fuerte de San Bartolomé y la Ciudadela, además de facilitar a los militares un campo de instrucción y otro de tiro cerca de la ciudad donde pudiesen hacer maniobras los diferentes regimientos acuartelados. De esta época, 1904, es el plano del proyecto de Ensanche hacia el Sur y el Oeste realizado por el topógrafo Dionisio Casañal y Zapatero, con la delimitación del nuevo recinto fortificado o de seguridad, que con algún pequeño sería reutilizado en 1909. Adjunto a la izquierda detalle del plano del mencionado Casañal donde se observan los frentes sur y oeste de la Muralla de Pamplona y a la derecha, sobre un plano del mismo autor (el original es de 1882), dibujados los dos ensanches propuestos tanto en 1904 como 1909. En él se perciben claramente las secciones de muralla que se verían afectadas. Adjunto, a continuación, plano de detalle de ambos ensanches. Posteriormente en 1910 el Ayuntamiento hizo una nueva propuesta con el mismo planteamiento cuyo plano también adjunto a continuación. Ambos planos, los de 1909 y 1910 son bastante parecidos. Varían tan solo el tamaño y forma de las manzanas y su orientación, especialmente en el ensanche sur.
Pero volvamos unos años atrás. En 1904 Pamplona lograba un pequeño avance en el empeño de sacudirse su corsé amurallado al poder ampliar algunos de sus estrechos portales como los de Taconera, San Nicolás y el Portal Nuevo. A partir de 1908 se volvieron a retomar las negociaciones con el Ramo de Guerra y en febrero de 1909 el Ayuntamiento planteaba al Ministerio un nuevo proyecto de Ensanche que redactó el arquitecto municipal Julián Arteaga y que adjunto más adelante. En esta ocasión y como respuesta a la propuesta ministerial de 1901 el Ayuntamiento estaba dispuesto a pagar más dinero al Ramo de Guerra por el terreno pero a cambio de no acometer el nuevo recinto de seguridad a que le obligaba el estamento castrense. En dicho proyecto se sentarían las bases de lo que a la postre será el proyecto definitivo de Ensanche. No obstante tenía importantes diferencias con el proyecto final que se encargó a Serapio Esparza y que fue aprobado en julio de 1917. El proyecto de Esparza estaba basado claramente en el ensanche de Barcelona, con la retícula de manzanas cuadradas cortada por una diagonal como aquel. En el proyecto de Arteaga la orientación de las calles era de norte a sur y sus manzanas eran rectangulares para resguardar las calles del viento del norte. En el de Esparza las manzanas eran cuadradas, alineadas con el Casco Antiguo, para lo cual se modificó la orientación de la retícula unos 45 grados. El proyecto de Arteaga de 1909 fracasó, al igual que los anteriores, fundamentalmente por razones económicas ya que era mucho el dinero que seguía teniendo que pagar el consistorio a los militares.
Una parte del Ayuntamiento, sin renunciar al Ensanche, abogaba por avanzar en la derogación del reglamento de las zonas polémicas y que se permitiese la libre edificación fuera de la murallas. En 1910 se presentaba, como ya he mencionado anteriormente, otro nuevo proyecto hacia el sur y el oeste de la ciudad que fue rechazado por las autoridades militares. Y es que se oponían al derribo del recinto amurallado existente entre la Ciudadela y la Cuesta de la Reina. Les parecía mucho mejor técnicamente el proyecto de Julián Arteaga, presentado por el consistorio en 1909, que se centraba únicamente en el sudeste. Los militares insistían en pedir a la ciudad la construcción de un recinto de seguridad, condición que permanecía inalterable desde 1901. Finalmente una Real Orden de mayo de 1911 autorizaba el Ensanche por el Sudeste y desestimaba el Ensanche por el Oeste. La ley que regulaba su derribo se aprobaría por las Cortes en julio de 1912. Se permitía el derribo de las murallas desde la Ciudadela hasta la ripa de Beloso, quedando en pie el baluarte de Labrit el fortín de San Bartolomé pero aún se mantenían las diferencias entre el Ayuntamiento de Pamplona y los militares por el pago por los terrenos y el recinto de seguridad mencionado.
Sería, a la postre, la 1ª guerra mundial la que haría cambiar el criterio de las autoridades militares estatales, pues este conflicto bélico demostró la inutilidad de las murallas defensivas y que fácil estaban cayendo las principales ciudades amuralladas europeas ante el imparable crecimiento de las nuevas maquinarias bélicas y el auge de la aviación. El 17 de diciembre de 1914 se aprobaba el proyecto de ley de derribo de las murallas de Pamplona, publicado en la Gaceta de Madrid, (lo que sería el actual BOE), el 8 de enero de 1915. El pago de la ciudad a los militares sería, finalmente, de 1 millón de pesetas y no se exigía habilitar al Consistorio el mencionado recinto de seguridad. Finalmente el 25 de julio de 1915 tendría lugar el acto oficial de inicio del derribo de las murallas, en la zona cercana al baluarte de la Reina y el portal de Tejería. Aun pasarían tres años más hasta el derribo de esa parte del recinto fortificado y más de un lustro hasta ver erigidas las primeras nuevas construcciones del Nuevo Ensanche que abarcaría 890.000 m2 de los cuales 202.400 fueron cedidos por el Ramo de Guerra al municipio. El resto era propiedad del Ayuntamiento y de particulares. Algunas décadas después la ciudad o al menos algunos próceres se darían cuenta de lo que se había perdido con el derribo de sus murallas. En aquellos momentos el debate se planteaba en otros términos: de modernidad, desarrollo y progreso, poder contar viviendas más amplias frente al hacinamiento del Casco o nuevos espacios para la industria y el comercio. No se plantearon en serio ninguna alternativa como hubiera sido crecer fuera puertas manteniendo el núcleo amurallado. El mismo destino siguieron otros recintos amurallados de la península. Hoy lo que queda de nuestras murallas, que es bastante, constituye uno de nuestros más importantes signos identificativos como ciudad y uno de nuestros mayores atractivos en cuyo mantenimiento se han invertido bastantes millones en los últimos años
Planos: Archivo Municipal de Pamplona (AMP). 1º plano: Plano de detalle de Dionisio Casañal y Zapatero del recinto fortificado en sus frentes Oeste y Sur (1882-1904). 2º Plano. Plano general con los ensanches Oeste y Sur. 1904 y 1909 sobre el plano de Dionisio Casañal. 3º plano: Plano de detalle de los ensanches Oeste y Sur. 4º plano. Proyecto de Ensanche hacia el sur y el oeste de 1910. 5º plano. Proyecto de Ensanche de Julián Arteaga de 1909. 6º plano: Proyecto de Ensanche de Serapio Esparza de 1917.