Algunos tipos de comercios casi en vías de extinción en el Nuevo Pamplona (2000-2015)

Esta entrada es continuación de otra que escribí hace casi tres años. En aquella hablaba de infinidad de oficios y tipos de comercios desaparecidos a lo largo de los primeros 60 años de siglo. Algunos de aquellos oficios y tipos de comercios eran desconocidos incluso para mi generación. En esta entrada hablaré de oficios y tipologías de comercios desaparecidos o casi desaparecidos y algunos otros que, con enorme heroicidad,  resisten el embate de los nuevos tiempos, las nuevas tecnologías y la competencia de los nuevos formatos comerciales periféricos que son la némesis de la ciudad viva y dinámica que conocimos y que el autor de este blog lucha por preservar día a día y no solo en la memoria. Sin comercios, la vida  urbana  se centrará tan solo  en la actividad hostelera, actividad fundamental y necesaria, complemento perfecto de la comercial,  pero insuficiente en un equilibrado mix pues ya sabemos lo que sucede cuando se rompe el equilibrio y queda solo la actividad hostelera en los centros de las ciudades. Comienzo el repaso. En las últimas décadas ha sido notoria la desaparición de los videoclubs que surgieron, a decenas, en nuestras ciudades entre los años 80 y  90. La apertura de videocajeros, que flexibilizaba el horario de entrega y recogida de aquellas cintas VHS y luego DVDs, -recuerdo que Video Club Cinema llegó a abrir media docena de puntos en la Comarca-, no fue suficiente para hacer frente al todo gratis de la piratería digital y a la cada vez mayor extensión y abaratamiento de las plataformas digitales. El Policarpo de la Avenida de Bayona fue seguramente uno de aquellos videoclubs míticos de los que creo que queda poco más o menos de  media docena de establecimientos en nuestra comunidad.

Casi antes o al mismo tiempo que cerraban los videoclubs en Pamplona lo hacían las tiendas de música. En el Casco Antiguo la última lo hizo en el año 2015, se llamaba Digital y estaba en la calle Estafeta, si bien sobreviven aún algunas tiendas de discos de vinilo como Dientes Largos en la calle Jarauta y Barracuda en la calle Nueva, además de la correspondiente sección de Elkar en la calle Comedias. Antes habían cerrado las dos tiendas del Supermercado del Casette de la calle Estafeta, -hubo recuerdo otra de la misma empresa en el nº 15 de la calle Mayor, Liverpool en Mercaderes y Frudisk en la calle San Miguel.  En su momento llegó a haber más de 40 tiendas de  música en la ciudad. Como a los videoclubs, las descargas por Internet les afectaron terriblemente. En 2006 ya solo sobrevivían una docena de tiendas de música contando las de los centros comerciales. Por el camino se fueron quedando junto a las citadas nombres como Chaston, Fonos,  Radio Far y un largo etcétera. Las librerías resisten,  todavía, con  increíble heroicidad, entusiasmo y buen hacer  esta incontenible avalancha digital. Han desaparecido, en los últimos años, grandes nombres: El Parnasillo, Librería Gómez, Auzolan aunque afortunadamente gente joven con ilusión, como las chicas de la librería Menades,  se han atrevido a abrir hace escasas fechas en el mismo local de Auzolan un  nuevo espacio para la lectura.  Otro tipo de comercio que ha ido desapareciendo ha sido la tienda de fotografía basada única y exclusivamente en el revelado. La aparición de la tecnología digital dejó sin negocio a quien se dedicaba a hacer tan solo una labor mecánica de revelado químico. Solo las pequeñas  tiendas de fotografía profesionales especializadas en el retrato,  la fotografía artística, industrial, publicitaria, etc, o con otros de servicios de valor añadido, con estudio, medios y conocimientos han podido ir sobreviviendo hasta el momento.

Muchas imprentas tradicionales también han ido desapareciendo superadas por la impresión digital y los cambios en los hábitos y prácticas personales y empresariales. Pareciera que ya no se hicieran ni sobres, ni cartas, ni tarjetas de visita… La última crisis económica provocó una enorme criba de  las agencias inmobiliarias que, en los últimos años, parece que han empezado  nuevamente a resurgir, señal de que la actividad edificatoria e inmobiliaria comienza a moverse de nuevo. En estos mismos años de crisis proliferaron como setas las tiendas de Compro Oro que tan pronto como aparecieron desaparecieron, y es que no siempre era oro todo lo que relucía. Lo mismo puede decirse de las tiendas de cigarrillos electrónicos. Conocieron un boom hace un par de años pero hoy no pasan por su mejor momento. La irrupción de internet, la facilidad para contratar viaje y estancia han afectado a muchas agencias de viajes que se esfuerzan hoy en día por darle un valor añadido a su negocio. Han desaparecido también muchas tiendas de informática  independientes a causa de la enorme competencia de los centros comerciales e internet. Solo se mantienen las que ofrecen un adecuado servicio técnico. En tiempos, nuestras calles principales y plazas estaban sembradas de kioskos de prensa y chucherías. Hoy realmente  y repasando mentalmente los que había en la zona centro no sí si queda ya alguno, si el de la Avenida de San Ignacio.

En los años 70 comenzaron a cerrar los cines de los barrios. Hace un par de años cerraba, en un rosario de clausuras sucesivas, desde principios de siglo,  el último cine del centro de Pamplona, el Cine Carlos III. Quien quiera ver una película en pantalla grande no tiene más remedio que acudir a los Golem o a los centros comerciales. Hace años surgieron los cibercafés, cuando las conexiones de internet eran lentas y caras. En pocos años desaparecieron. De dicho rastro comercial solo queda el ciberlocutorio con un marcado carácter étnico y de comunicación allende los mares.  Quedan pocas tiendas de electrodomésticos dentro de la ciudad, ninguna de gama blanca en el Casco Antiguo, tras el cierre de Milar Estafeta y Electrodomésticos Thomas. Quien quiera comprarse un frigorífico si no lo encuentra en la tienda de su barrio tendrá que comprarlo en uno de los grandes establecimientos de las afueras. Quedan pocos talleres de reparación de televisión y sonido y es que a menudo cuestan tan baratos algunos de estos productos que no sale a cuenta su arreglo. En el baul de los recuerdos quedan las imagenes de los vendedores de enciclopedias, -hoy la mayor enciclopedia está en Internet y se llama Wikipedia (aunque no es lo mismo en ninguno de los sentidos)-, los afiladores, barberos,  limpiabotas, deshollinadores, carboneros, y otros muchos.

Tres de cada cuatro tiendas de alimentación han desaparecido en los últimos 30 años, ni que decir tiene de las que conocíamos como ultramarinos y a las que dediqué una entrada en el blog. Hoy nuestros barrios están literalmente colonizados por los supermercados  de las grandes cadenas de alimentación: Eroski, BM, Caprabo, Mercadona, etc que junto a los grandes o pequeños bazares regentados por ciudadanos chinos o paquistaníes constituyen el nuevo paisaje comercial urbano, en  aquellas calles y  locales donde antes estuviese el comercio local de barrio. Han desaparecido casi por completo los zapateros artesanales y lo que conocíamos como zapatero remendón, se impone el compre barato y cambielo pronto, nada de echarle una suelas a los zapatos como se hacía antiguamente para que fuese tirando. Desaparecieron casi por completo las sombrererías y las antiguas sastrerías. Quedan escasos talleres de relojería.  Menguan carpinterías, ferreterías y cristalerías. Se ven ya pocas academias de mecanografía y ninguna sala recreativa que yo recuerde. Se mantiene como he dicho la alimentación y la restauración, la hostelería que es el único sector en la ciudad, capaz de momento,  de hacer frente a la oferta de periferia. Al resto de actividades les cuesta salir adelante frente  a la competencia de internet,  las grandes marcas de distribución y los centros comerciales periféricos. Aunque como todo parece ser cíclico en esta vida, algunos auguran un retorno residencial a la ciudad y del comercio, de todo tipo, al centro. Veremos.  Frente a este enfebrecido cambio que tantos oficios, actividades y tipos de comercios  han dejado por el camino parece que los oficios relacionados con la salud, el cuidado de las personas y la economía digital acapararán buena parte de los empleos y las actividades los próximos años. Y permítanme que acabe la entrada  con un  pequeño detalle de humor negro. Parece que lo único que no tiene visos de sufrir una súbita crisis en nuestro tiempo  son los servicios funerarios ya que  desgraciadamente la gente sigue teniendo  la mala costumbre de morirse cada día. 100.000 millones de personas que nos antecedieron en el mundo y que hoy están «criando malvas» lo certifican.

Fotos por orden de aparición: Nº 5 y Nº 6. Adoquines y Losetas. Javier Muru.

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