Origen de las cajas navarras en los albores del siglo (1872-1921)

Hace poco más de seis meses hablé en este mismo blog de los primeros bancos navarros, de los cuales a estas alturas de la historia ya no queda ninguno. En esta ocasión hablaré del origen de nuestras cajas, de las cuales ya sólo nos queda una  verdaderamente navarra, la Caja Rural. Sin embargo, no hace tanto tiempo, parece que fue ayer, las tres cajas de la tierra custodiaban más del 50% de nuestros ahorros. Seguiré un orden cronológico y empezaré por la más antigua de todas, la Caja Municipal. La Caja de Ahorros y Monte de Piedad Municipal de Pamplona  se fundó el 14 de febrero de 1872 por acuerdo del Ayuntamiento de Pamplona, aunque parece que hubo un intento, en 1861, que no llegó a prosperar, abriendo su primera oficina como tal  el 24 de noviembre de ese año. El Ayuntamiento se comprometía, decía textualmente en su acuerdo de constitución:  «a que cuantas cantidades se ingresasen en la Caja serían, en todo tiempo, un depósito sagrado, y que siempre, y en todas épocas, la Corporación Municipal sería responsable de los fondos ingresados». El Ayuntamiento que la creó estaba presidido por Rafael Gaztelu y Murga, marqués de Echandía y eran concejales en aquella corporación entre otros Vessolla, Mata, Mena, Arraiza, Ripalda, Olaso, Bescansa, Seminario, San Julián, etc y la corporación que la puso en marcha estaba presidido por José Javier de Colmenares y Vidarte y entre los que figuraban en ella estaban  los Galbete, Campion, Iraizoz, Ferrer, Mosso, etc.  La Caja fue creada y abierta con el apoyo de todos, sin distinción de ideología política. Tuvo su primera sede en el nº 47 de la calle Estafeta, en un edificio de su propiedad.  Posteriormente se trasladaría a la esquina de Mercaderes y Chapitela y que vemos en la foto del siguiente párrafo, donde hoy hay una sucursal de Caja Rural. En aquellos primeros años los ingresos en las Cajas tenían aun unos topes fijos (cinco céntimos) por lo que los balances finales no presentan entonces grandes cifras.Presidía la Junta de Gobierno de Caja Municipal de Pamplona en 1923, Angel Mocoroa siendo su administrador jefe  Eugenio Polit, que vemos en la foto de la derecha. Eran vocales los concejales que formaban parte de la Comisión de Hacienda del Ayuntamiento.  El activo y pasivo de la entidad ese año 1923 fue de 4,6 millones de pts y las imposiciones de 2,2, un año más tarde eran de 5,9 y las imposiciones de 3,1 millones de pts. Sus clientes no eran muy numerosos, pasando en poco más de 20 años, de 2.522 impositores en 1907 a  5.358  en 1927, más del 50% de ellos eran mujeres, con presencia también de comerciantes, artesanos y trabajadores. Se realizaban sorteos con el fin de fomentar el ahorro,  en 1924 regalaron 4.000 pesetas en premios. En sus primeros 57 años  la Caja se desenvolvió con dependencia directa del Municipio. Su crecimiento fue muy lento a lo largo de los primeros años de su historia, moviéndose entre los 6,1 millones de pesetas de 1927 y los 12,9 de 1940. No obstante y pese a esta situación, con sus préstamos a bajo interés ayudó a resolver todos los problemas importantes de la ciudad de aquellos años: la construcción de grupos escolares (como el  de San Francisco en 1907), de las Casas Baratas, de la cárcel provincial,  de la central telefónica municipal o del Nuevo Ensanche, entre otras, teniendo la mayor parte de su activo invertido en estas operaciones. También sirvió para mejorar la pavimentación de las calles de la ciudad, iniciar obras de saneamiento urbano, higiene y sanidad, alumbrado público, lavaderos públicos, financiación de líneas férreas, etc.


El 12 de abril de 1929 inició, por fin,  la Caja su vida autónoma, con unos nuevos estatutos, empezando a construir en 1931, un magnífico inmueble en el nº 5 de  Paseo de Sarasate que se inauguraría en 1935 (Junto a esta entrada vemos, a la izquierda,  la foto del solar tapiado (aparece en el libro de J.J. Arazuri, «Pamplona, calles y barrios») y a la derecha el edificio en plena construcción). Según su reglamento la caja se ofrecía a los vecinos de dentro y fuera de Pamplona lo que hace pensar que ya desde un primer momento se planeaban su extensión por el territorio foral, algo que no se llevaría a la práctica hasta muchos años después.  La Caja Municipal tendría también una importante vertiente benéfico-social, a lo largo de su historia. En ella residía el Patronato de las Cantinas Escolares, institución que  en los años 50 atendía a 1.400 niños que acudían a las escuelas gratuitas de la ciudad. Presidía en los años 50 la Junta de Gobierno de la entidad, D.Joaquín Asurmendi y entre los vocales estaban concejales como Arellano, Arraiza, Cojeces, Enderiz, Ibañez, Jadraque y Lacabe y vecinos como Pedro Alfaro, Juan Larrambebere, Luis Lorda Aguirre, Valeriano Zabalza, y Candido Zufiaurre. Fue director de la Caja, desde 1929 y hasta 1953, D. Ataulfo Urmeneta y Cidrian, padre del que sería después alcalde de Pamplona (1958-1964) y director también de la Caja, Miguel Javier Urmeneta (1953-1982), que vemos en la foto de la izquierda del siguiente párrafo. Con Urmeneta la Caja inició su etapa de crecimiento financiero y de modernización organizativa.


Tras la guerra, el crecimiento de la Caja había sido pequeño pero sostenido pasando de los 12,9 millones de pesetas de 1940,  a los 27,5 de 1945 y  a los 61,4 de 1953. A partir de los años 50 se produjo un notable incremento en los saldos y en  los prestamos  como consecuencia del inicio del período desarrollista (se pasa de 150 millones en 1958 a 1.500 millones una década más tarde, en 1968). La Caja Municipal no sería ajena  a la construcción de nuevas viviendas y barrios en la capital. Se seguían impulsando campañas de ahorro incluso entre los más pequeños como lo atestiguan algunos calendarios de la época que aparecen a lo largo de esta entrada, tanto al principio como al final (y que aparecen en el blog «calendariodebolsollo.blogspot.com»). En este período también crecería en el nº de sucursales, de 13 sucursales en 1960 se pasaría a 34 en 1968, 26 de ellas fuera de Pamplona.

Me detendré un momento en ese concepto, un tanto arcaico de «Monte de Piedad», que acompañó durante muchos años al nombre de la Caja. El Monte de Piedad de la Caja comenzó su actividad el 2 de diciembre de 1872. Los Montes surgieron a mediados del siglo XV para luchar contra la usura, impulsados desde la iglesia y tenían un fin fundamentalmente benéfico-social, si bien para sobrevivir tuvieron que introducir los prestamos prendarios y cobrar un interés que garantizasen su futuro. Al principio el Monte de Piedad de la Caja llegó a admitir como garantía productos alimenticios pero posteriormente se limitó a ropas, colchones y alhajas, aceptando en los últimos años solo joyas y objetos de arte. Los prestamos no fueron muy grandes a lo largo de su historia: 47.325 en 1927, 162.538 en 1950 con 2.700 prestamos, bajando considerablemente en 1960 con un montante de 99.547 pts lo que parecía mostrar  una situación económica muy diferente.

En 1960 ya había comenzado su labor cultural (salas de exposiciones, centros culturales, premios literarios) y a finales de esta década costeaba los comedores de 10 grupos escolares, varias guarderías, centros de formación de la mujer, atención de personas con minusvalías, piscina cubierta, ayudas a la educación por medio de créditos y bolsas de estudio. En 1970 se inauguraba una Biblioteca en el barrio de San Pedro. La obra social perdería poco a poco su carácter benéfico y se orientaría en las últimas décadas a la cultura, el deporte, siendo sustituido la vertiente benéfica por una vertiente más asistencial adaptada a los nuevos tiempos, siendo, en este sentido muy frecuente la construcción de clubs de jubilados así como los viajes y excursiones, orientados especialmente a la tercera edad.  En 1979, inauguraba su nueva sede central en la Avenida del Ejercito. Poco tiempo después, en la década de los 80 empezaría la implantación de los primeros cajeros automáticos y tarjetas. A Urmeneta le seguiría en el cargo Fermín Ezcurra, el que fue presidente de Osasuna durante un largo período de su historia y a este le sustituiría López Merino, último director de la Caja Municipal (1984-2000). En enero 2000 desaparecía, después de más 125 años de historia,  al fusionarse (fue una fusión por absorción) con la Caja de Ahorros de Navarra, creando Caja Navarra. En el momento de su desaparición contaba con 104 sucursales bancarias.

La Caja Rural tiene, por su parte, su origen en julio de 1910 al crearse, -por iniciativa del obispo-,  la Federación Social Católica de Navarra, que tenía como objetivo coordinar los esfuerzos de las diferentes cajas rurales locales; aunque, como la federación de cada caja tenía bastante autonomía le costó salir adelante, sobre todo porque algunas de las cajas locales más saneadas tardaron en unirse a las demás. El fracaso en la creación de un banco agrícola en la provincia a instancias de Diputación fue probablemente el germen para que naciesen las cajas rurales, inicialmente con un ámbito estrictamente municipal. La primera caja rural navarra fue la de Tafalla (1902) fundada por Atanasio Mutuberria. Dos años después el cura rural, Victoriano Flamarique, (en la foto izquierda del siguiente párrafo),  creo la de Olite. Flamarique fue junto al sacerdote Antonio Yoldi, por encargo del obispo López Mendoza, el principal impulsar de este tipo de entidades. Entre 1907 y 1912 se produjo una gran expansión de esta fórmula cooperativista. En 1907 había 63 cajas rurales, en 1908, 132 y en 1912, 155. Estas cajas tenían como misión conceder créditos a bajo interés a los agricultores para la compra de semillas, aperos o mejora de su explotación, con la sola garantía de su palabra, dejando para la recogida de la cosecha el pago de los préstamos.

La Federación Católico Social de Navarra tenía en 1922 su edificio social en la calle Mártires de Cirauqui, 69 y Ciudadela, 5, que vemos en la foto del párrafo anterior. Estaba integrada por 158 cajas rurales con sus cooperativas de producción y consumo, sus mutuales diversas y sus círculos de recreo. En el año 1922 tenía tres secciones: la de Fomento, destinada a gestionar las compras y ventas colectivas de productos agrícolas que importaban 1,3 millones de pts, la de crédito para las operaciones de imposiciones y anticipos de todas las clases, sumando 3 millones de pesetas (que fue el embrión de lo que más tarde sería Caja Rural, en la foto del párrafo anterior vemos una acción de dicha sección federativa) y la de Secretariado Social, encargada de la propaganda oral y escrita, organización, relaciones institucionales, etc. Publicaba además en su propia imprenta la revista semanal, «La Acción Social Navarra». El movimiento general de la contabilidad ascendía en 1922 a 53 millones de pesetas. El director del Secretariado Social era un canónigo, Don Alejo Eleta y actuaban como auxiliares los presbíteros Alejandro Maisterrena y Gervasio Villanueva. Las cajas rurales católicas de ahorros y préstamos contaban con edificios sociales, graneros, fábricas de harinas, pan y hielo, molinos de oliva, cooperativas de consumo, círculos de recreo, centros instructivos y ganaderías. También tenían establecidas algunas cajas rurales de esta federación mutuas de seguros contra incendios, campos y huertos, sociedades de socorros para enfermos, grandes saltos de agua, bodegas cooperativas, almacenes y talleres para la elaboración de esparto, fabricas de conserva, eléctricas, mataderos, etc. Los beneficios de la Federación excedían en 1922 de 110.000 pesetas y tenían un fondo de reserva de 300.000 pts. Contaba en 1925 además de un capital social de 600.000 pts  con un capital propio que sumaba 323.445 pts. En 1931 subsistían 124 cajas rurales en Navarra.

 En su forma actual Caja Rural inició sus actividades el 23 de enero de 1946, bajo el nombre de Caja Central de Ahorros y Préstamos de Navarra. Fue en 1968 cuando pasó a denominarse Caja Rural de Navarra. La Caja Rural de Navarra puede trabajar en cualquier punto de España aunque a principios del siglo XXI actuaba en Navarra, País Vasco y La Rioja. Forma parte del grupo financiero Caja Rural fundado en 1989 que a comienzos del siglo XXI contaba con 77 cajas asociadas, siendo uno de los escasos grupos financieros que tras la crisis bancaria no ha sido obligado a integrarse en otros grupos más grandes. El grupo integra servicios (financieros a través del Banco Cooperativo Español, informáticos y de seguros), participa en diferentes empresas, si bien las inversiones crediticias ya no tienen al agro como sector preferente, pese a su origen, sino  a otros sectores (industrial y servicios, un 54%; y particulares: un 45%).

La Caja de Ahorros de Navarra fue creada por la Diputación Foral el 19 de agosto de 1921. Impulsaron la creación de la entidad los diputados forales, de la Comisión de Hacienda, Francisco Usechi, Ignacio Baleztena y Manuel Irujo. En la foto de la izquierda vemos a los diputados forales, fundadores de la Caja. El domicilio social estuvo en el Palacio de la Diputación hasta el 1 de enero de 1933 en que inauguró su propia sede, obra de Javier Yarnoz, donde actualmente se encuentra el edificio de Hacienda Foral (y que vemos en el encabezamiento de la entrada). En 1978 inauguraría su segunda y actual sede central (que vemos junto al último párrafo). Su objeto era, y cito textualmente, «recibir y hacer productivas las economías que se le confiasen, fomentando el ahorro, facilitando el crédito agrícola y corporativo y auxiliando al desarrollo de instituciones sociales de beneficencia y utilidad pública que pudiesen influir en la cultura y riqueza de la región». Además, como colaboradora del Instituto Nacional de Previsión se encargaba de recaudar el Retiro Obrero Obligatorio, instaurado con carácter obligatorio el 24 de junio de 1921,  que fue la única función que realizó inicialmente hasta que no inauguró sus oficinas. También pagaba el subsidio a la maternidad, de hecho lo pagó entre 1922 y 1931, siendo sustituido a partir de ese año por el seguro de maternidad que atendió en su primer año a más de 1.800 mujeres.En 1923 el nº de obreros afiliados en Navarra al  seguro obrero obligatorio era de 22.752 con un total de 397 millones de pesetas, 28.078 en 1924  y 34.129 en 1926, si bien la afiliación en el ámbito rural, sector predominante en aquellos años fue muy reducida. En el ámbito de los seguros y la previsión la Caja puso en marcha también el seguro de accidentes de trabajo, el pago de subsidios a familias numerosas y a obreros en paro. Con los fondos del seguro obligatorio dedicó una parte a construir casas baratas entre 1926 y 1930. En 1942, tras la puesta en marcha del Seguro Obligatorio de Enfermedad (14-12-1942), el Instituto Nacional de Previsión informó a la Caja que iba a abrir sus propias delegaciones provinciales, terminando el régimen de colaboración con la Caja en este campo.

La administración de la entidad estaba a  cargo de un consejo compuesto por cinco diputados forales que representaban  a las cinco merindades y cuatro vecinos nombrados, todos ellos, por la Diputación. Sus cargos eran honoríficos y gratuitos. En el Consejo de Administración estaban Lorenzo Oroz, diputado por Aoiz, como presidente, (luego le sustituiría Gabriel Erro, vicepresidente de la Diputación) como vicepresidente, D. Francisco Usechi, diputado por Pamplona (que fue su primer presidente), Martin Mª de Guelbenzu, diputado por Tudela, Wenceslao Goizueta, diputado por Tafalla, Francisco Errea, diputado por Estella,  y entre los vocales estaban el abogado D. Pedro Uranga (que sería secretario), el reputado industrial,   D. Martin Solano,  el distinguido ingeniero y hombre de negocios D. Serapio Huici y D. Alejo Eleta, director del Secretariado de la Federación Católico Social de Navarra. Entre el personal de la caja se encontraba primero como subdirector y luego como director, desde el inicio en 1921 D. Ramón Bajo Ulibarri que aparece en una foto de la época, líneas atrás y que en 1950 sería sustituido por Juan Luis Frauca, que permanecería en el cargo hasta 1967 en que le releva en la dirección Juan Luis Uranga Santesteban, director de la entidad durante más de 20 años. Junto a este párrafo vemos a los miembros de la Diputación de 1971, Amadeo Marco a la cabeza, en la colonia escolar de Fuenterrabia, cuando la Caja cumplia su 50º aniversario.

En 1923 había ya abiertas casi 8.000 libretas ordinarias de ahorro, una cifra verdaderamente importante, en apenas un año de existencia, con un saldo de de 1,3 millones de pts. cifra que se duplicó al acabar 1924, con un saldo de 2,8 millones de pts, para pasar más tarde a 5,4 en 1925  y 7 millones en 1926. El saldo de imposiciones a plazo pasó de 2,6 a 5 millones de pts y en los años siguientes a 11,9 y 16,4 millones de pesetas en 1926. El Consejo decidió abrir  sucursales también en Tudela, Tafalla, Estella, Aoiz, Sanguesa, Elizondo e Irurzun (que fue la tercera en abrirse) que extendería a otros tantos pueblos un año más tarde, siendo 15 las oficinas abiertas hasta   1927 y 27 hasta 1930. Funcionaba también con gran éxito en la plaza del Mercado de Santo Domingo (Casa de Yoldi) una sucursal de las oficinas centrales de la Caja en la que se realizaban numerosas operaciones, procedentes en su mayoría de aldeanos que acudían al Mercado. Dos veces al año, en enero y junio, y al objeto de estimular el ahorro, la Caja otorgaba premios en metálico mediante publico sorteo entre todos los titulares de las libretas ordinarias. Los premios oscilaban ente las 25 y 1.000 pts, sorteándose gran numero de los primeros además de otros de 50, 100, 250 y 500 pts. Líneas atrás podemos ver uno de aquellos sellos que se pegaban, en tiempos, en las cartillas de ahorro infantiles de la Caja.

En los años 50 entre los vocales del consejo estaban como vecinos D. Pablo Goñi, D. Raimundo García, D. José María Garcia Mina, D. Javier Escudero y el Marques de la Real Defensa. Dentro de la obra social de la Caja, en los años 50 destacaban los Homenajes a la Vejez, el 29 de junio en el Bosquecillo de la Taconera, con la entrega, en 1950, de 90 pensiones vitalicias por valor de 296.544 pts, (estos homenajes se iniciaron en 1923 y al principio estaban dentro de la sección de Previsión de la Caja), las colonias escolares de Fuenterrabía (Blanca de Navarra) y Zudaire (San Miguel Excelsis), de junio a octubre, que en 1950 dieron cobijo vacacional a 2.200 niños pobres (desde 1935 asistieron a más de 60.000 niños), las ayudas a las Cantinas y Roperos, al Reformatorio de Menores de Olaz Chipi o la creación y  sostenimiento del Retiro Sacerdotal del Buen Pastor, que vemos en la foto en color adjunta. Además la Caja otorgaba importantes y numerosos donativos y subvenciones  para fines de asistencia a desvalidos, de caridad, enseñanza, etc, costeando en 1942 un magnífico aparato de rayos ultravioleta para el recién creado Instituto Provincial de Higiene. Posteriormente la Caja impulsaría salas de cultura y de exposiciones en diferentes poblaciones (en Pamplona las salas de  Carlos III, García Castañón y de Castillo de Maya que vemos en una foto anterior), centros de formación especial (Isterria), clubs de jubilados, guarderías infantiles, centros de asistencia a la mujer etc, además de otros proyectos de investigación, enseñanza, editorial y deporte que, como en el caso de la Municipal, iría perdiendo buena parte de su vertiente benéfica en favor de otros objetivos y sectores (construcción del Planetario, convenios con las Universidades), sin perder de vista, por ello, la obra cultural, asistencial y docente.

La Caja contaba en 1958 con 33 oficinas y los depósitos de los clientes llegaban a los 1.000 millones de pesetas, depósitos que llegarían a 10.000 millones en 1972 (con 85 oficinas), a 100.000 millones en 1983 (con 133 oficinas) y a 200.000 en 1989 con 141 oficinas. La Caja no sería ajena al proceso de desarrollo de la Comunidad, colaborando en su desarrollo agrícola y, junto a la Diputación Foral, en el Plan de Promoción Industrial (1964) así como participando en empresas y en las numerosas promociones de viviendas que se realizaron en las diferentes zonas de Navarra y en la capital, durante este período.

La primitiva Caja de Ahorros de Navarra desaparecería como tal en enero del año 2000 al  absorber a Caja Municipal para crear Caja Navarra. Pero aun habría más fusiones: Caja Navarra a pesar de formar parte, como la Municipal, de la Federación Vasco Navarra de Cajas de Ahorro, (fundada en 1924), se fusionaría en 2010 con otras cajas españolas  tan distantes y tan diversas como Caja de Burgos, Caja Canarias y Caja Sol, siendo finalmente  absorbida, en el año 2012, por Caixabank. ¡Quien lo diría!, la primera entidad financiera de Navarra, con más de un 35% del mercado bancario navarro, la que fuese considerada la tercera mejor caja del país, incluso «caja del año» a finales de los años 80 acabaría desapareciendo 20 años después.Fotos: las fotografías están referenciadas en el texto.

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