Estampas de antaño: el mobiliario urbano del Viejo Pamplona (1950-2000)

Poco a poco van desapareciendo de nuestro paisaje urbano, aunque todavía queden muchos rastros de ellos, si, los elementos del mobiliario urbano del viejo Pamplona. Sus formas y sus colores formaban parte de nuestras señas de identidad como ciudad. ¡Como no acordarnos de aquellas fuentes del león, de color verde y hierro fundido  que aliviaban nuestra sed en parques como  la Taconera o  la Medialuna, como la que vemos en la fotografía de la derecha, situada en la calle del Vergel. Apretábamos  el botón para aliviar nuestra sed después de corretear entre sendas y jardines y al poco rato el hilillo de agua menguaba y desaparecía. En el año 2009 había  en la ciudad unas 180 fuentes del león fabricadas, desde hacía casi un siglo, por Casa Sancena, empresa fundada en 1848 y ubicada hasta el año 2004 en La Rochapea, concretamente en la calle Joaquín Beunza. A esta empresa se debieron buena parte de los elementos de mobiliario urbano de la ciudad,  las más conocidas, las fuentes del león y menos algunas otras de tipo vasija,  también la barandilla del león que cerraba calles y paseos, sobre todo en algunos miradores y en zonas  cercanas al Río Arga (Mirador de la Taconera, Mirador de la Media Luna, Errotazar, Jardín de Eugui, etc.), barandillas de color verde con el león rampante, coronado por la corona ducal, pintado en plata en el centro, como la que vemos en la preciosa fotografía del estanque de la Media Luna; también de Sancena eran buena parte de las tapas de registro que veíamos en el suelo de nuestras calles y avenidas. Caso aparte fue la barandilla blanca del paseo de Hemingway, obra de la empresa fundición Luzuriaga de Pasajes, hace años desaparecida.

Pero además de las fuentes y barandillas de Sancena debemos recordar otros elementos del mobiliario como los bancos, donde pasamos tantas horas de nuestras vidas: Bancos dobles,  los tablones de madera del asiento y el respaldo, pintados de color rojo, y en verde el forjado de los soportes  que los anclaban al suelo, como   vemos en la foto adjunta del parque de  la Taconera. También había una versión más sencilla de este banco, con un solo asiento; bancos blancos realizados a base de unas estrechas tiras de madera, cuya particular forma curvada  desde el respaldo y hasta el asiento, se adaptaba perfectamente a nuestra anatomía, como los que vemos en el parque de la Media Luna o los que había hasta no hace mucho en el Paseo de Sarasate, concretamente hasta su última reforma en que fueron sustituidos por unos bancos mucho más sencillos; bancos de la plaza del Castillo, con tablones de madera, pintados de blanco (anteriormente tuvieron otro color), encajados en sendas estructuras laterales de cemento, como los que vemos en la fotografía de los años 60. En el inicio de este nuevo siglo y aprovechando la peatonalización del Casco y la construcción de parkings se introducirían nuevos bancos de madera de iroko, probablemente más modernos, pero demasiado parecidos a los que pueden encontrarse en otras ciudades españolas. Tras las «papelimpias» de plástico de Balduz llegarían con el nuevo siglo unas bonitas papeleras de forjado negro rematadas por unas bocas circulares plateadas, semicirculares en las calles, para que ocupasen menos espacio. De aquellas papeleras Sigma de la casa asturiana Primur  me acuerdo porque algo tuve que ver en su elección, en aquellos días. Corría el año 2001. Hoy se han sustituido por unas papeleras tal vez un poco más anodinas.




Las luminarias del centro de la ciudad, especialmente la plaza del Castillo y el Paseo de Sarasate, han conocido todo tipo de estilos a lo largo de su historia, algunas veces de corte más clásico y otras más moderno, lo cual no quiere decir necesariamente mejor. Actualmente lucen unos bonitos diseños de corte clásico que semejan el báculo de San Fermín, acordes con la importancia del lugar. Los parques y jardines, por lo general,  han conservado, casi siempre, un estilo más clásico como las  farolas tipo Munich de la Taconera y la Media Luna. No me parece mal la instalación de mobiliario moderno en las nuevas urbanizaciones pero la sustitución, hace ya algunos años, de las antiguas luminarias del Baluarte del Redin y la tradicional barandilla del león del Paseo del Obispo Barbazán, por unas modernas luminarias y una ancha barandilla   de acero corten me pareció, en su momento, bastante desafortunada, al igual que las nuevas luminarias instaladas, tras las primeras fases de la urbanización del Casco Antiguo, que si bien iluminaban de forma más centrada la calle y que habían sustituido  a farolas estandar y viejos farolillos de ambiente decimonónico,  dejaban bastante que desear estéticamente, asemejando unas horcas patibularias. Hace  algunos años que se sustituyeron esas chocantes luminarias del Casco Antiguo por unas farolas tipo Pescador. Los parques infantiles difieren actualmente mucho de los que había hace algunas décadas: ya no existen aquellos  toboganes y columpios que acababan invariablemente en un suelo lleno de gravilla, por ejemplo en la Media Luna, hoy los parques tienen otros juegos y un suelo un tanto almohadillado que limita posibles lesiones a los más pequeños, todo  diseñado pensando en la psicomotricidad sin riesgo de los chavales.

Otras señas de identidad de la ciudad fueron  los leones del edificio de Correos que vinieron con el edificio inaugurado en 1926. ¡Cuantas veces habremos echado las cartas dentro de las fauces de aquellos dorados leones, protegidos por aquellos tejadillos!, el mosaico y el kiosko de de la plaza del Castillo, el Mesón del Caballo Blanco,  el kiosko del Bosquecillo, el palomar y la caseta de alquiler de bicicletas de la Taconera, la farola frente a Diputación hace años recuperada en la plaza del Vinculo, y tantos y tantos edificios, monumentos hitos y rincones (algunos se conservan y otros ya han desaparecido) que iremos recordando con  afecto y nostalgia en nuevas secciones de este blog.

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