Como se vestía en el Viejo Pamplona a lo largo de la 1ª mitad del siglo XX (1900-1950)
En una entrada anterior del blog hablaba de los cambios en la moda y en el vestir entre los años 60 y 80, una época de profundos cambios que penetraron en la sociedad a través de sus elementos más jóvenes. En esta entrada, daré unas pinceladas de como vestían los pamploneses y pamplonesas entre 1900 y 1960. Dejaré a un lado la indumentaria tradicional de valles o comarcas y también las propias de oficios, señalando las prendas más comunes que utilizaba tanto la gente común como la burguesía de la ciudad. Es obvio decirlo pero vaya por delante que durante la mayor parte del período analizado, la moda en el vestir solo la podrán seguir las clases más pudientes. El resto de la población vestía con austeridad, incluso con pobreza, la mayor parte de los días de la semana, y solo el domingo y fiestas de guardar se permitían utilizar una prenda un poco más nueva o lucida. Aun recuerdo en mi niñez, muchos años después, aquella expresión hecha de «ir mudado» o «de domingo».
Los pamploneses vestían, a principios de siglo, los días de labor, y en invierno, pantalones de paño, pana o lanilla, generalmente de colores oscuros, y en verano pantalones de «Vergara» de color azul. Los pantalones más viejos, frecuentemente remendados, se utilizaban entre semana, mientras se dejaba para el domingo el más nuevo. Lo mismo sucedía con la camisa. La camisa blanca de lino, con cuellos vueltos o de tirilla se dejaba para los domingos mientras entre semana la camisa era, generalmente, de color. En el campo se acostumbraba a llevar para sujetar el pantalón una faja de tela negra con la que deban varias vueltas a la cintura; en la ciudad en cambio se fue impusiendo el cinturón de cuero. Otra prenda bastante habitual era el chaleco, de paño, con varios bolsillos y sobre él, especialmente en invierno, la blusa bastante extendida durante las primeras décadas del siglo y hasta los años 40. Era una prenda holgada con aberturas laterales, manga larga y cerradas por delante, con cuello de tirilla, abierto hasta el pecho y canesú. El complemento más extendido solía ser la boina, generalmente negra, ¿Cuántas habrá fabricado la empresa Elosegui de Tolosa a lo largo del pasado siglo?. Evidentemente había diferencias en el vestir por edades, sexo y clases sociales, como veremos, por lo que podrían variar la cantidad y calidad de prendas utilizadas tanto interiores como exteriores. Una prenda antigua que tuvo bastante predicamento a principios de siglo, especialmente entre las clases más pudientes y algunos cargos y profesiones, fue la capa. Las capas eran generalmente de paño negro con esclavinas y guardas de terciopelo negro, azul o rojo. En el invierno se utilizaba, con frecuencia, el rebocillo o tapabocas y en el campo se llevaba a menudo una manta.
Una mujer a finales del siglo XIX llevaba, entre semana, falda larga y ancha, generalmente de colores oscuros, toquilla de lana, pañuelo para la cabeza, un cuerpo de algodón y alpargatas para calzarse. Para los días festivos, además de lo dicho, en vez de alpargatas se llevaban zapatos y mantilla o mantón (de Manila) de colores con bordados. Se usaba como ropa interior una camisa larga o jubón de algodón o lino que al igual que la blusa, blanca, de lino o algodón, a veces con puntilla, podía servir de camisón. Para la parte inferior del cuerpo se utilizaba una falda interior, encima el refajo y una saya atada a la cintura con trencilla. Con el tiempo sería sustituida por las enaguas. Sobre la camisa se colocaba el justillo o corsé que llegaba hasta la cintura con sus cuerdecillas o perezosas para ajustarlo al talle de cada mujer. El corsé se utilizó hasta el final de la primera década del siglo. Otros complementos en el vestido de la mujer eran la faltriquera, (bolsillo de tela que se ataba a la cintura con una trencilla bajo la falda), pequeñas toquillas, pañuelos, etc. Como ropa de abrigo se utilizaba en casa la toquilla o el chal de ganchillo y para la calle el manto o medio manto de lanilla, aunque estos eran más propios de personas pudientes y su papel era muy similar al de las capas masculinas. Con el tiempo los colores oscuros se irán quedando para las personas de más edad, incluso cuando la moda imponía otras normas, gustos y estilos. Entre las mujeres más pudientes, especialmente en el siglo XIX, se utilizaba el miriñaque y posteriormente el polisón mientras los hombres más ricos utilizaban la levita y pantalón con complementos como guantes, sombreros y bastones, esto en el caso de los caballeros y la sombrilla, guantes, mitones, manguitos, estolas, en el caso de las damas, casi siempre tocadas con espectaculares sombreros.
Los niños más pequeños llevaban peleles con gateras, más crecidos pantalón hasta la rodilla o aun más corto, hasta media pierna, aunque también podían llevarlos largo y pasar del pantalón corto al largo, a partir de los 12 años. Yo, que nací, en el 63 llevaba pantalón corto de tergal hasta media pierna, a las 8 o 9 años como se puede comprobar en una foto familiar que aparece en la entrada de recuerdos de «Las Navidades del viejo Pamplona (1965-1972)». También los niños podían llevar bata de percal con canesú que se ataba por detrás, o blusa, como los mayores, con alpargatas o abarcas en los pies, y tocados con boina en la cabeza. Las niñas llevaban falda larga o hasta media pierna y en ocasiones un delantal sobre la camisa. La ropa interior que conocemos, tanto en hombres como en mujeres y que se ha ido modernizando con los años, se empezó a introducir a mediados de la segunda década del siglo aunque se popularizó a partir de la década de los 30.
Había determinados acontecimientos vitales que tenían reflejo en la ropa. Por ejemplo, en la primera comunión, los niños se vestían de marinero o almirante y las niñas de pequeñas novias, con su traje blanco. Aunque tanto en la comunión como en las bodas no siempre las niñas y mujeres iban de blanco. Hasta bien entrado el siglo XX también se solían casar de negro muchas mujeres: con mantilla de blonda y vestido o traje de chaqueta y también era frecuente que muchas niñas que hacían la primera comunión fuesen de negro. Con el tiempo el blanco desplazó casi por completo al negro tanto en bodas como en comuniones. Durante muchas décadas el negro estuvo asociado al luto por la muerte de un ser querido, práctica, la de mantener el luto en el vestir, que prácticamente ha desaparecido hoy en día. La duración e intensidad del luto variaba en función del parentesco. Como norma general por la muerte del esposo-a o padres se guardaba luto de de dos a tres años y por abuelos medio año, aunque esta norma fue variando con el tiempo y acortándose los plazos. Yo recuerdo que mi madre en los años70 y 80 guardó luto por sus padres un año. Pasado ese período se suavizaba el “luto riguroso” con “medio luto” o “alivio luto”, en que se podían usar con el negro y el blanco los colores morado o lila. En los hombres el luto no era tan largo ni tan visible. Llevaba un brazalete negro cosido a la manga o una tirilla de tela negra en la blusa o en la solapa de la chaqueta del traje, o un botón negro en la misma solapa.
Pero volvamos atrás en el tiempo para revisar brevemente la evolución de la moda masculina y femenina en nuestro país, entre 1900 y 1950. Esto no quiere decir, y no me cansaré de repetirlo, que la mayoría de la población siguiese los dictados de la moda que describo. Bastante hacían los pamploneses y españoles de aquellos años con sobrevivir como podían pero aquí pretendo, al margen de las generalidades sobre el vestir que he comentado, ofrecer otro tipo de pinceladas sobre el vestir y la moda en esos años. Muchos hombres usaban, en las primeras décadas del siglo, sombreros de paja redondos como los que vemos en la foto adjunta de la calle Estafeta, pajarita y vestían pantalones amplios estilo oxford. También se estilaban trajes de tweed y esmoquin o frac, pero estos solo y exclusivamente para los grandes eventos sociales. Las chaquetas de noche se combinaban con pajarita y fajín sustituyendo a los ajustados chalecos. Los trajes eran predominantemente de color azul marino o gris, sin olvidar los de la tradicional raya diplomática. Las chaquetas, de hombros cuadrados y estrechas en la cintura y las caderas. Las solapas estrechas, más puntiagudas y los pantalones más estrechos y no demasiado holgados. De todos modos para la población en general, el traje se reservaba casi en exclusiva para los grandes eventos: bautizos, bodas y funerales. En la década de los 30 los trajes masculinos estaban compuestos de tres piezas: chaqueta, chaleco y pantalón. Con el paso del tiempo se combinarán pantalón y americana de tejidos diferentes ya que esta combinación permitirá múltiples variantes. Los pantalones serán anchos de piernas y tiro alto. A partir de 1930 también se imponen la trinchera y los gabanes.
Al filo de los 40 el hombre vestía traje con camisa blanca y corbata estrecha, tocado con sombrero, si bien esta vez de fieltro, como los que vemos en la foto adjunta de la calle Mayor. Junto al algodón hace acto de presencia el nylon en otro tipo de prendas, una fibra sintética que hasta entonces parecía estar solo asociado a las medias. Los trajes se llevan anchos, con camisas blancas y corbatas sencillas. El hombre elegante debía vestir siempre con chaqueta. Con el paso de los años los tonos y estilos se vuelven más frívolos y desenfadados tanto en la moda como en la estética de hombres y mujeres. Con los años 50 y el desarrollo económico la moda se democratiza y se extiende entre todas las clases sociales. Se impone la venta de ropa confeccionadas en serie, estandarizándose y popularizándose la moda entre la población en general. Como ya he dicho hasta entonces la moda era mayormente seguida por la gente acomodada. Con los años 50, llegarán los colores y las prendas funcionales. Los jóvenes vestían en los años 50 chalecos abotonados de colores con bolsillos, lazos brillantes, pajaritas y pantalones ligeros. Los jóvenes más avanzados seguían el estilo de James Dean o Marlon Brando con cazadoras de cuero, vaqueros y camisetas blancas de algodón y gomina en el pelo, además de zapatos con nuevas formas. Los jóvenes ya no solían usar sombreros, manteniendo un estilo sencillo, con pocos o ningún accesorio, salvo, en todo caso, un reloj de pulsera. Llegarán las camisas estampadas y nuevos tejidos artificiales que se suman al nylon y al rayon, como el tergal, la terlenka, etc para desembocar en la explosión vital tanto en la moda como en la estética de los 60 que ya traté en otra entrada similar de este blog.
Por su parte la evolución en la moda femenina va unida indisolublemente a su proceso de liberación y conquista de espacios en la sociedad y en la vida, a todos los niveles: cines, teatro, clubes sociales y deportivos a lo largo de estas primeras décadas del siglo. La mujer se libera del corsé en torno a 1908-1910, lo que le da una mayor libertad de movimiento al cuerpo femenino. Se recorta el largo de la falda, exponiendo parte de las piernas. Se comienza a llevar el cabello más corto y se introduce el maquillaje (colorete, rimel, etc) , pero en una sociedad conservadora como la nuestra, estos procesos se producen con cierto retraso respecto al ámbito europeo. A principios de siglo no estaba bien visto lucir la piel morena. Se imponían las pieles blancas y si no lo estaban se blanqueaban artificialmente. Y es que eran los trabajadores y trabajadoras del campo o que laboraban al aire libre las que lucían precisamente ese color dorado. El blanco en la piel era signo, entonces, de elegancia y distinción. Se comenzaron a introducir los cabellos ondulados, como los que vemos en la foto adjunta. Posteriormente el blanco de la piel deja paso a un tipo de maquillaje de color rosáceo que daba un aspecto más saludable a la piel. El cabello que hasta entonces lucía ondulado comienza a peinarse con raya al estilo Lillian Gish. Se utiliza con profusión el lápiz labial, rojo intenso y se destacan también con lápiz los ojos. Los tocados y sombreros son elegantes.
En los felices años 20, comienza a imponerse un corte más a lo chico, adornado a veces con una cinta en la frente, los vestidos se aligeran y se acortan. Es la época del charleston. El maquillaje se usaba recargado, sin embargo ya no se llevaba la palidez extrema de principios de siglo que se consideraba ahora signo de salud quebradiza. En los años 30 y 40 imperaba el modelo delgado y femenino, de piel morena, con aspecto atlético y cuidado. Sin embargo el maquillaje tan recargado que veíamos anteriormente se consideraba vulgar. Cada vez más se considera que hay que destacar la individualidad de cada mujer a lo que contribuyen los crecientes productos de cosmética y belleza de la época. El cabello se llevaba con una media melena, peinada con ondas desde la frente. El rubio era el color de moda como lo lucían, entonces, las actrices de Hollywood. Las estrellas de cine y las revistas de moda y de sociedad tendrán una gran influencia sobre las mujeres de la época y su forma de vestir. La 2ª República Española, supone una gran oportunidad para conseguir la igualdad de género, si bien, con la victoria de Franco en la guerra civil la mujer retrocederá en la conquista de sus derechos y libertades, imponiéndose una moral pacata y castrante que reduce la misión de la mujer española al cuidado del hogar y de los hijos. El modelo femenino que encajaba con esta misión será presentado por la iglesia de la siguiente forma: la mujer deberá ir convenientemente vestida, es decir, con mangas largas o al codo, si escotes, con faldas holgadas, para no concentrar atenciones indebidas. La ropa no podía ser corta ni tampoco se debía transparentar. El cabello ya no se usaba corto. Por el contrario se recogían las melenas con moños altos o se usaban pañuelos a modo de turbante
Hacia mediados de la década de los 50, debido al creciente desarrollo económico y tras la ruptura del aislamiento y la autarquía en que estaba sumido el país se crea un marco más favorable a la entrada de las modas internacionales (francesas y norteamericanas), gracias sobre todo al cine, la incipiente llegada del turismo, las revistas femeninas y la televisión, que aparece en España en 1956. Gracias a las fotografías de las modelos y actrices de esos años así como de los patrones que aparecen en las revistas, la españolas de clase media podrán vestirse peinarse y maquillarse como ellas y según las últimas tendencias del momento. El pelo se llevaba liso, ondulado, largo o corto. Se cambiaba el color del pelo aunque las jóvenes también utilizaban el look de la cola de caballo. Y como complementos los pendientes, (las orejas a la vista), combinados con collares de perlas de una a dos vueltas, pañuelos para el pelo, guantes y cinturones anchos en la cintura.
Fotos por orden de aparición: Nº1: Muchedumbre a la entrada de la Catedral. Principios de siglo. Roldan e Hijo, Nº 2: Mujeres en la plaza del Castillo (1900-1908), Nº 3: aldeanos de la cuenca acudiendo a los sanfermines. Plaza del Castillo. (1900-1910), Nº 4: Muchedumbre en la calle Mayor. 1926, Nº 5: Público presenciado una prueba deportiva en las instalaciones del Club de Tenis. Años 30. Foto Galle, Nº 6: Fotopostal. Calzados Lorente. 1922, Nº 7: Moda escolar. Años 50, Nº 8: Jardines de la Taconera. 1915, Nº 9: Grupo Primera Comunión. Hermanos Maristas. Años 40. Foto Galle. Nº 10: Niña vestida con el traje de Primera Comunión. Principios de siglo. Foto Roldan y Mena, Nº 11: Paseo de la calle Estafeta. Foto Luis Lorda. 1917, Nº 12: Hombres delante del Monumento a los Fueros. 1930. Foto Vell i Vell, Nº13: Hombres paseando por la calle Mayor. Años 50. Foto Galle, Nº 14: James Dean y Marlon Brando, estrellas de los años 50 que tuvieron una gran influencia sobre los jóvenes de entonces, Nº 15: Foto de estudio. Foto Ruperez. Años 20, Nº 16: mujer vistiendo mantón de manila. Principios del siglo XX, Nº 17: Foto de mi madre. 1948-49. Archivo familiar, Nº18: Mujeres. Años 30-40, Nº19: Modelo. Tendencias años 40, Nº20: Niños años 60, Nº21: estilo Mujeres años 50-60. Archivo de RTVE, Nº22: Boda Años 50-60, Nº23, Nº24 y Nº 25: Pascual Marin. 1927-1933. CC BY-NC 4.0 2015. Kutxateca.Fondo Marin.