Comercios centenarios: Ortega

Continuo con la entrega de la serie «Comercios del Casco Antiguo, comercios que dejan huella», iniciativa divulgativa de la Asociación del  Casco Antiguo de Pamplona sobre la historia de sus comercios y que tienen en este blog un natural acomodo. En esta ocasión les traigo un comercio centenario, de toda la vida, representante de nuestro más genuino comercio tradicional y que se mantiene al pie del cañón como el primer día. Ortega o  Casa Ortega nació  en la calle Mayor, a principios del siglo XX, en torno a 1905, aunque es probable que su antigüedad pudiera ser algo mayor -en torno a 1900-, bajo la denominación de Ortega y Del Valle, que se correspondía con los nombres de Bonifacio Ortega y Francisco del Valle.  En 1904 aparecía  en las hojas de riqueza industrial  encuadrados como  “comercio al por menor de tejidos o hilados de lana y algodón”, posteriormente y de manera simplificada “venta de tejidos al por menor”,  ocupando los números 1 y 3 de la calle, en una casa que se había construido  en los años 80 del siglo XIX.

Así es que inicialmente Ortega empezó como pañería, siendo las telas para trajes de caballero lo que más se vendía entonces. A partir de los años 20 aparece como único titular del negocio Bonifacio Ortega, y venía a la tienda mucha  gente de los pueblos y de la cuenca que llamaban  popularmente al establecimiento como Casa Boni. Antes de abrir Ortega, Bonifacio había trabajado como aprendiz en la vecina Casa Gorriz situada enfrente, en los bajos del palacio del Condestable. En 1935,  Bonifacio Ortega  fallecía en accidente dejándole el negocio a uno de sus hijos,  José Ortega, que era un gran aficionado a la pintura, pero que tenía una  salud un tanto quebradiza;  el resto de sus hijos no habían querido seguir en el negocio familiar ya que habían marchado a Madrid para cursar carreras de ingeniería.

José Ortega o  Pepito Ortega regentó la tienda durante 30 años, desde 1935 a 1965. Durante ese período se llamó Hijo de Bonifacio de Ortega. Con la entrada de José se empezó a vender, además, de las telas de traje de caballero, telas para vestidos y batas de señora, sabana, mantas, ropa de trabajo, géneros de punto y confección en general. Durante algún tiempo a Ortega le llegaron a llamar «la casa de las mantas», incluso aparecía tal denominación en las bolsas que daba el establecimiento en aquellos años. En 1966, José Ortega les dejaba la tienda a dos de sus dependientes, que llevaban mucho tiempo con ellos,  Daniel Cayuela Ortega y  José Manuel Navarro. A partir de ese momento la tienda se conoció como Sucesores de Ortega,  hoy  Ortega a secas. En esa fecha se amplió la tienda con un escaparate exterior y una zona de probadores  pero siempre manteniendo el interior del local y la fachada. Se hizo la ampliación incorporando el local de la antigua barbería  que había al lado.

Es entonces, en esa época,  cuando sin perder la esencia de comercio tradicional, se empezó a vender trajes regionales, blusas de fiesta y todo tipo de prendas confeccionadas. Se redujo el apartado de telas, -la gente ya no cosía tanto, ni se hacían sus trajes como en tiempos pasados cuando abundaban  en la ciudad y sobre todo en el Casco Antiguo los sastres y las modistas-,  y se aumentó mucho el de la prendas confeccionadas. Tras el fallecimiento de Daniel Cayuela en 1990,  la titularidad de esa parte del negocio, que hoy cuenta con tres empleados, pasó a su esposa y luego, a partir del año 2003, a sus tres hijas Asun, María Eugenia y  Teresa Cayuela junto a José  Manuel Navarro que ha estado buena parte de su vida en el establecimiento, y que tiene actualmente más de 80 años. En 2018 falleció María Eugenia. Ortega  cuenta con tres empleados. Hace unos pocos años se jubiló Jesús Chocarro que estuvo trabajando 55 años en el establecimiento.

La tienda ha ido evolucionando conforme ha ido evolucionando la moda y la sociedad.  Como se puede comprobar, cada uno que ha cogido el establecimiento le ha dado un renovado impulso al negocio, incorporando nuevas gamas y productos. Lo que no ha perdido nunca es la apariencia, el sabor, y el trato de siempre, y creo que  precisamente por ello, sigue provocando el interés, la atracción y la visita de un buen número de clientes al cabo del año. En Ortega  se pueden encontrar todo tipo   de productos en las diferentes secciones. En hogar, ropas de cama, sabanas, edredones, mantas,  toallas, telas, etc. En regional: trajes de casera, blusas  de fiestas, regional blanco (sanfermines, dantzaris, pelotaris) que va a más y que se vende durante todo el año. En confección venden  muchos polos, camisetas de señora y caballero, moda en general, camisas, pantalones, jerséis, batas, prendas de hombre para todas las edades, interiores de señora y caballero, calcetines. También venden prendas para señoras de cierta edad.

Si hay algo que diferencia  a Ortega de otras tiendas es el  precio ajustado y el buen trato a los clientes. Ortega es un comercio de los de antes en el Casco Viejo de Pamplona donde puedes comprar de casi todo, intentando dar respuesta a las necesidades de sus clientes con un trato personalizado, cercano y  familiar. En este establecimiento la gente quiere que les enseñen el género, que les expliquen y les aconsejen.  Conocen el género perfectamente y eso les sirve para asesorarles muy bien. De ahí que cuente con una clientela muy fiel, tal es así que hay muchos casos en los que ves como han ido viniendo los abuelos, los padres y los  hijos y otros que se van incorporando atraídos por la buena relación calidad-precio. El perfil del clientes es heterogéneo y  variadísimo, como lo ha sido siempre. Sigue viniendo gente de los pueblos y de la ciudad, de diferentes barrios y de distinta edad y extracción socio-económica.

Fotos: Nº1 y Nº 2: Archivo Municipal de Pamplona para la exposición «Comercios del Casco Antiguo, Comercios que dejan huella», inserta dentro de este mismo programa de actividades divulgativas de la historia de los comercios. Nº 1. Colección Comparsa. Nicolás Ardanaz. 1955-65. Nº 2. Foto Galle. 1979. Nº 3 y 4. Archivo Asociación Casco Antiguo. 2005. Nº 5, 6 y 7. Laura Blazquez de Blumun

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