El barrio de San Jorge (1965-1995)
El barrio de San Jorge se consideró durante mucho tiempo parte de la Rochapea. Fue a partir de los años 60 del pasado siglo cuando se comenzó a hablar del barrio de San Jorge como tal. Hasta entonces había distintos nucleos de población y viviendas, el primero cerca del puente de Cuatro Vientos y la Estación del Norte con una importante actividad fabril (con fábricas como la Azucarera de Eugui o Múgica y Arellano, etc), el segundo entre la avenida de san Jorge y el río, en torno a los parajes conocidos como Pasaje Lapoya y el Patio de Baraibar y el tercero cerca del actual cruce de la avenida de San Jorge y la Avenida de Navarra. También había diferentes construcciones diseminadas desde la zona de la Estación hasta el puente de Miluce. En la foto de Prince que encabeza la entrada vemos la avenida de san Jorge en 1968. La estación del tren marcó durante más de un siglo la identidad y fisonomía del barrio, su parte más antigua, hoy totalmente desaparecida, la calle Norte, la calle del Muelle, etc. En los años 60 el barrio comienza a crecer de una manera desmesurada, con grandes torres de viviendas en torno a la confluencia de las avenidas de san Jorge y futura avenida de Navarra, como las que se ven en la fotografía inferior de Eusebio Mina. Se empiezan a instalar fábricas como la de Penibérica, fabricante de penicilina y de otros productos químicos y farmaceuticos, Tabacalera, Carburos Metálicos, etc. El eje central del barrio era entonces (lo sigue siendo) la avenida de San Jorge que se convierte durante décadas en parte de uno de los ejes de comunicación más importantes de la ciudad, con un importantísimo tráfico de vehículos pesados que atravesaban desde Landaben, por San Jorge, la avenida de Marcelo Celayeta y la Avenida Villava, o sea toda la zona norte de la ciudad. El barrio adolecía, entonces, de graves problemas urbanísticos, fundamentalmente relacionadas con el tráfico y la falta de dotaciones. Aun recuerdo las movilizaciones habidas para conseguir el paso subterráneo que sigue existiendo en el centro del barrio. En 1975, la asociación de vecinos de la Rocha creo una filial que comenzó a trabajar de manera autónoma dos años más tarde. A finales del siglo comienzan a derribarse las viviendas más antiguas y degradadas, como las Casas de Múgica y se construyen nuevas construcciones, siguiendo la vía del tren, en torno a la Estación y en torno a los viejos núcleos de población e industriales cerca del rio.
De mis recuerdos personales sobre este barrio rescato algunas imagenes imborrables: en primer lugar la Estación del tren (para mi el barrio de San Jorge será siempre el barrio de la Estación, a la que asocio muchas vivencias personales: viajes, idas y venidas, recibimientos cargados de emotividad, etc), cuantos cambios ha sufrido ella y su entorno (el derribo de la Azucarera y las casas de Cuatro Vientos, la reconversión de la antigua fábrica de Arellano en el actual instituto Cuatro Vientos, los viejos bloques de viviendas cercanos a la estación, hoy desaparecidos; en segundo lugar recuerdo la finca y sobre todo el frontón de Eugui, donde jugué en aquellos lejanos veranos de finales de los 70 algún partido de pelota. También recuerdo que durante años, el centro de salud de la Rocha estaba ubicado en este barrio, antes de que se abriese el de las Casas de Gurbindo y por supuesto muchísimo antes de que se inaugurase el actual centro de salud del barrio entre las calles Cruz de Barcacio y Artica. En mi infancia no había centro de salud en los barrios. Todos teníamos que subir al Ambulatorio Solchaga, en la avenida de la Baja Navarra (entonces Avenida de Franco). Allí durante años creo recordar que nos atendía un médico bastante veterano, el doctor Aguinaga que también llegó a pasar consulta en el citado centro de salud de San Jorge.Para finalizar un par de apuntes sobre el mentado Pasaje Lapoya y el Patio de Baraibar. El pasaje Lapoya tenía su entrada por la avenida de San Jorge y siguiendo un trayecto cercano al río comunicaba con la orilla derecha del río Arga y la pasarela de los Tubos por donde iban las aguas de Arteta. En su irregular trayecto había de todo: almacenes de maderas y piensos, huertas, jardincillos vecinales, casetillas, casas de dos plantas y alguna vivienda de más pisos, un microcosmos con una atmósfera muy especial. El pasaje debe su nombre al industrial maderero Cayetano Lapoya Rubio que vivió entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Fue D. Cayetano quien construyó tanto estas construcciones como otras en el barrio de San Jorge, entre ellas un pequeño frontón en el otro lado de la avenida que fue destruido en el año 1921 por una explosión de un polvorín cercano causando varios muertos. Cabe destacar que el primer coche matriculado en Navarra fue un Peugeot de 10 caballos propiedad del señor Lapoya y que tenía como matricula PA-1 (el primer centenar de vehículos matriculados tuvieron la matricula PA de Pamplona, después vendrían la NA de Navarra). Con el mismo sabor y pintoresquismo, entre los números 15 a 17 de la avenida de San Jorge, nos encontrábamos hace más de 20 años con un patio de más de 100 metros de longitud, el patio de Baraibar, paralelo al Pasaje de Lapoya que terminaba en las proximidades del río y que contaba igualmente con casetas, huertas, almacenes y talleres.
Fotos: Prince (1968) y Eusebio Mina (1969)
Gracias por tu artículo.
Yo soy del 72 y Aguinaga también fue mi médico en el antiguo Centro de Salud de Sanduzelai. Lo recuerdo como un hombre muy amable. Todavía se fumaba dentro de la consulta.
Buah, estaba yo muy aburrido a la noche y me ha dado por buscar fotos de San Jorge. He encontrado este artículo y me ha parecido muy bonito y gracias a él he aprendido bastante sobre como era mi barrio en el pasado. Muchas gracias.
Buenas tardes: k tal? Estamos preparando para fiestas del barrio una exposición de fotografías antiguas del barrio. Nos podrías dejar las publicadas en este blogs? Seguimos en contacto. Un saludo y hasta pronto.
Yo no tengo los derechos de esas fotografías por lo que difícilmente puedo dejar ninguna fotografía. La mayoría aparecen en los libros de J.J. Arazuri, «Pamplona, calles y barrios».