Memorias de la Transición: Cinco días de Mayo (1977)
Inicio con esta entrada una serie dedicada a los múltiples acontecimientos políticos que jalonaron la transición española, período que extiendo desde la muerte de Franco, en noviembre de 1975 a octubre de 1982, fecha en la que ganó las elecciones generales en España el Partido Socialista Obrero Español. La semana pro-amnistía de mayo de 1977 forma parte de esa serie de hechos trágicos que vivimos en nuestras calles en aquellos lejanos tiempos y que marcó nuestra adolescencia y primera juventud. La semana pro-amnistía de mayo de 1977 fue una convocatoria de movilizaciones que se había organizado para la semana del 8 al 15 de mayo en el País Vasco y Navarra, con el fin de lograr la excarcelación de todos los presos encarcelados por delitos de raíz política y que saldó con 7 muertos, cuatro de ellos por disparos de la policía, y numerosos heridos, muchos de ellos de bala. Al contrario que los sanfermines de 1978 o de los sucesos de Montejurra de 1976, de los que hablaré en otras entradas, estos hechos han sido olvidados o mínimamente reseñados en los libros y documentos que recogen la historia de la Transición Española pese a su enorme gravedad. Esta entrada está realizada tomando como base diversos documentos que han llegado hasta mí y noticias extraídas de la prensa de la época, además de mis propios recuerdos personales.
Tras la muerte de Franco y la coronación del rey Juan Carlos se promulgó un indulto que benefició hasta junio de 1976 a 773 personas encarceladas por motivos políticos, (sobre un total de 8.903 presos), de los que 688 fueron excarcelados y el resto vio reducida su pena. El 30 de julio de 1976 se decretó una amnistía que supuso la salida de 287 presos pero que no era total ni contemplaba los delitos encuadrados dentro de la denominación de terrorismo, unos 250 en aquellos momentos y casi todos ellos del País Vasco y Navarra. Las manifestaciones en favor de la excarcelación de todos los presos fueron moneda común en toda España, en aquellos primeros meses de 1977, aunque con especial intensidad en el País Vasco y Navarra. En Madrid, por ejemplo, el 23 de enero de 1977, fue asesinado, en el transcurso de una manifestación pro-amnistía, por los Guerrilleros de Cristo Rey, el joven Arturo Ruiz, justo en la víspera de la matanza de la calle Atocha, donde murieron 5 abogados laboralistas del PCE y CCOO. Unos días antes, el presidente Adolfo Suarez había recibido a representantes de la oposición (Satrústegui, González, Cañellas y Jauregui) quienes le habían pedido una amnistía de todos los hechos y delitos de intencionalidad política ocurridos entre el 18 de julio de 1936 y el 15 de diciembre de 1976. A finales de febrero se había convocado una semana de movilizaciones en el País Vasco y Navarra. A lo largo de marzo se produjeron movilizaciones en estas provincias disueltas por la policía pero sin víctimas. El 11 de marzo el gobierno Suarez aprobaba otro decreto por el que se excarcelaban a otras 1.940 personas. Del 8 al 11 de mayo se produjeron numerosos encierros y manifestaciones en las provincias vascongadas y Navarra. Los actos convocados por PNV, PSOE Y ANV se celebraron sin incidentes mientras que las manifestaciones no autorizadas corrían diversa suerte, siendo unas toleradas y otras disueltas por la Policía.
Para el jueves, 12 de mayo, estaba convocada una jornada de lucha que apoyó incluso el Partido Socialista de Euskadi en el que estaba entonces integrado el Partido Socialista de Navarra. El paro en las empresas de Navarra fue meramente simbólico, de 5 a 15 minutos. El eco de la convocatoria fue, sin embargo, muy amplio en Guipúzcoa, siendo menor en Vizcaya y Alava. En Pamplona hubo manifestaciones en la parte vieja que se saldaron con cargas de la policía. Pero sorpresivamente, ese día, 12 de mayo, la policía pasó de utilizar material antidisturbios a fuego real. En el barrio de Gros de San Sebastián fue herida de bala en el pecho una mujer, cuando se encontraba en su casa, por un disparo realizado desde la calle. Sin embargo la mayor tragedia se produciría en Rentería, donde una manifestación fue respondida con fuego real, provocando un muerto, Rafael Gómez Jauregui, militante de ELA STV, de 78 años de edad, además de cinco heridos de bala en diferentes partes del cuerpo. También se produjeron dos heridos de bala en Tolosa. La prensa madrileña y el Gobierno Civil de Guipúzcoa dieron entonces otra versión. Hablaba de que parte de la manifestación que se había formado para cerrar la factoría de Orbegozo y que había sido disuelta por la guardia civil, se había reagrupado para atacar la casa cuartel de la localidad con piedras y cocteles molotov, lo que provocó la respuesta de los agentes. El hecho es que estos acontecimientos generaron una espiral de violencia generalizada en el País Vasco y Navarra como pocas veces se había conocido hasta entonces y pocas veces se conocería después.
Se prohibieron todos los mítines políticos programados para aquel fin de semana. Hay que recordar que faltaba prácticamente un mes para que se celebraran las primeras elecciones democráticas en España desde el año 1936, desde el inicio de la guerra civil, tras 40 años de dictadura. Dados los acontecimientos que se estaban produciendo, la Vuelta Ciclista a España no entraría en Guipúzcoa como estaba previsto. En el centro de San Sebastián actuaron grupos de incontrolados con disparos de fogueo, prolongándose los altercados más allá de la medianoche. La Guardia Civil volvió a usar fuego real para reprimir las manifestaciones, provocando al menos cuatro heridos de bala en Rentería y otros dos más en Tolosa. Al día siguiente, 13 de mayo, la localidad de Rentería vivió una situación de tensión extrema. Al mediodía se celebró una asamblea con unas cuatro mil personas en la que se denunció la versión oficial que se daba de los hechos que fue disuelta a los veinte minutos por efectivos policiales. A partir de ese momento se produjeron numerosos enfrentamientos y se levantaron barricadas a lo largo de todo el día. Hacia las diez y media de la noche, Gregorio Marichalar, de 63 años, fue herido por un impacto de bala en el pecho cuando estaba observando los incidentes de la calle con su hijo desde el balcón de su domicilio en el polígono Beraun de Rentería. Fue ingresado en la UVI de la residencia sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián (Guipúzcoa), donde fue operado de urgencia falleciendo diez días después.
El viernes día 13, amaneció con paros en la zona norte de Navarra y manifestaciones en Pamplona y otras poblaciones. Hubo asambleas en las fábricas y encierros en varios centros educativos como la Ikastola San Fermín y el Instituto Ximenez de Rada, donde se encerraron estudiantes de otros centros que se saldó con 24 detenciones. A las 8 de la tarde estaba previsto un mitin en el frontón Labrit que había sido prohibido por el Gobierno Civil. Pese a todo se concentraron un gran número de personas que fue disuelta por la policía. Los manifestantes se disolvieron por las calles, algunos lo hicieron por la calle Calderería. En el cruce formado por las calles Calderería, San Agustín y Bajada de Javier, junto al Bar Manuel se produjo a las ocho y media un fuerte enfrentamiento entre policía y manifestantes a resultas del cual resultó muerto, el joven de 28 años, José Luis Cano Pérez. Alfredo García, alcalde del Partido Socialista en Ansoáin durante muchos años, fue testigo de los hechos: «Al parecer la policía habría visto tirar una piedra al joven que, inmediatamente, se metió dentro del bar. La policía entró, le sacó afuera y en pleno apaleamiento un policía disparó o se le disparó su pistola en la cabeza del joven. Al parecer, caído en el suelo José Luis Cano, siguió siendo apaleado por todo el cuerpo», según contaba Alfredo García, que se encaró a los agentes. Fuentes oficiosas del Gobierno Civil hablaban en ese primer momento por su parte «de un presunto ataque con piedras a tres agentes que se defendieron haciendo uso de sus pistolas reglamentarias. Se produjeron tres disparos uno de los cuales pudo alcanzar al joven». Tras unos momentos de gran tensión, varias personas consiguieron evacuar al joven en un Seat 127. Atendido, en primera instancia, en la Cruz Roja de la calle Leyre se le trasladó posteriormente en un ambulancia al Hospital de Navarra en donde ingresó ya cadáver. Hasta altas horas de la madrugada no se pudo identificar al fallecido, que al parecer era militante de la corriente unitaria de CCOO, trabajador de talleres del periódico La Voz de España de San Sebastián. Las emisoras locales Radio Requeté y Radio Popular extendieron la noticia, interrumpiendo sus programaciones. Radio Popular sustituiría, a partir de ese momento, su programación por música sacra, dando continua información hasta altas horas de la madrugada, según se iban conociendo nuevos detalles de los hechos. Los saltos y manifestaciones se sucedieron por toda la ciudad, con barricadas tanto en el centro como en los barrios. La Guardia Civil acordonó la sede del Gobierno Civil. El resultado del día arrojó una larga lista de heridos y contusionados: un adolescente de 15 años, recibía un impacto de bola de goma en la cabeza cuando se encontraba en el balcón de su casa en el nº 63 de la calle Estafeta, siendo calificado su estado de muy grave. Un anciano, Luis Santamaría Miquelena, de 72 años de edad sufría un infarto del que fallecería al día siguiente al presenciar un apaleamiento desde el balcón de su casa en la calle san Nicolás, y recibir la pared de su balcón el impacto de una bola de goma de los antidisturbios.
La ciudad amaneció el sábado, día 14 de mayo, ocupada por brigadas especiales antidisturbios de la policía armada y de la guardia civil venidas de otras provincias en un grandísimo despliegue que no se había conocido nunca hasta entonces. La nota oficial del Gobierno Civil hacía referencia a «agitadores venidos de fuera» en relación con la procedencia del fallecido, y a que «la policía había tenido que defenderse, utilizando para ello sus pistolas reglamentarias». El hermano de Cano, centrales sindicales y asociaciones de vecinos de Pamplona respondieron a la nota señalando que, a pesar de residir en ese momento en San Sebastián, José Luis había vivido muchos años en Pamplona, tenía una relación muy cercana con la familia de Don Andrés Echeverría Ezcurra, alcalde pedáneo de La Rochapea y se encontraba con ellos, en su casa, desde el día 4 de mayo, mucho antes de que comenzara la semana pro-amnistía, y que la nota del Gobierno Civil no coincidía con lo declarado ante el juez por los testigos. Se celebraron asambleas en los centros de trabajo siendo la respuesta mayoritaria la de ir a la huelga general el lunes, 15 de mayo. El sábado se sucedieron las manifestaciones, saltos y enfrentamientos, con barricadas, por toda la ciudad, pero especialmente en los barrios del norte, San Jorge, Chantrea y Rochapea con especial intensidad en este último. Las emisoras Radio Requeté y Radio Popular emitieron, ese día, también música sacra y clásica, intercalando comunicados y noticias sobre los hechos.
Se reunió el Ayuntamiento de Pamplona en sesión urgente que aprobó una nota condenando la actuación de la fuerza pública, se pedía la amnistía total, se colocó la bandera de la ciudad a media asta y se comisionó al alcalde accidental, Segundo Valimaña y a dos concejales, concretamente a Miguel Javier Urmeneta y Javier Pérez Balda para que se entrevistasen con el presidente del Gobierno Español, Adolfo Suarez. A las cinco de la tarde del sábado se reunieron diversos partidos políticos y sindicatos para condenar la situación que vivía la ciudad donde se entremezclaban continuamente sirenas de ambulancias, de policía, coches transportando heridos, disparos continuos y bombas de humo, en un escenario que hasta entonces, insisto, no habíamos conocido. Una comisión de sindicatos, asociaciones de vecinos y ayuntamiento pidieron al Gobernador Civil, Don Fernando Pérez de Sevilla y Ayala la retirada de la fuerza pública de Pamplona, sin resultado. A las ocho de la tarde diversos partidos políticos convocaron una reunión invitando a los sindicatos. Asistieron, entre otros, el PCE, el PSOE y el Frente Navarro Independiente donde se elaboró un comunicado llamando a la calma y a la desmovilización, comunicado que no suscribirían, sin embargo, la mayoría de las fuerzas sindicales presentes en dicha reunión. El balance de la jornada dejaba un gran número de heridos y detenidos. En las últimas 72 horas habían fallecido, en este contexto, también otras dos personas en el País Vasco elevando el balance provisional a cinco muertos: Manuel Fuentes, de 31 años, fallecía en Ortuella (Vizcaya), de un disparo en la cabeza, tras una despedida de soltero, al salir corriendo junto a unos amigos, tras el alto de la guardia civil y Clemente del Caño Ibañez, empleado de la autopista Bilbao-Behobia, también moría, al intentar quitar una barricada, según los testigos obligado por la guardia civil, cerca de Rentería y ser atropellado por un coche que circulaba en ese momento a gran velocidad.
El domingo 15 de mayo, Pamplona continuaba ocupada en sus barrios y puntos estratégicos, con la llegada de nuevos refuerzos policiales. Por primera vez en su historia, el Diario de Navarra no aparecía en los quioscos, tampoco lo hizo El Pensamiento Navarro. Al mediodía estaba previsto el traslado de José Luis al cementerio. Al acto asistieron cerca de 2.000 personas. A la vuelta del traslado la policía cargó con abundante material antidisturbios contra la multitud. La gente huía por donde podía, algunos optaron por volver al cementerio y guarecerse en su interior. Tras intensas gestiones con el Gobierno Civil, a través del Ayuntamiento, se consiguió el desalojo del cementerio sin que actuase la policía. El barrio de San Juan sufrió ese día una enérgica actuación de la policía que cargó indiscriminadamente contra todo tipo de personas aunque estuviesen paseando, así como contra los portales y las ventanas de las viviendas, como lo atestigua la tercera de las fotos de esta entrada. La calma se recuperaría temporalmente a las cuatro de la tarde. Se jugó el partido de Osasuna aunque con escasísima asistencia. A pesar de la prohibición, por parte del club, algunos jugadores salieron con brazaletes negros al campo. A las cinco de la tarde se celebró una reunión con asistencia de partidos políticos y sindicatos así como asociaciones de vecinos que acordaron convocar huelga general para el lunes, 16 de mayo. También hubo otra reunión convocada por los mismos partidos que lo hicieron el sábado (PCE; PSOE, FNI, etc) para tratar del apoyo a la comisión municipal desplazada a Madrid, formada por el alcalde accidental y los concejales Urmeneta y Balda. Pero no se llegó a ningún acuerdo en la reunión ni la comisión municipal sería recibida finalmente por el presidente Suarez.
A las 7.30 de la tarde se celebró en Capuchinos el funeral familiar por José Luis Cano al que acudieron tres mil personas. Posteriormente se formó una manifestación que fue disuelta por la policía. Junto a las bolas y botes de humo se oyeron ráfagas de metralleta, probablemente como parte de la guerra psicológica que se ejercía esos días en las calles por parte de las fuerzas de seguridad. Se formaron grandes barricadas en la avenida de Villava y Marcelo Celayeta, con materiales de construcción, vallas y algunos vehículos que se extendieron posteriormente a calles interiores. Los coches de la policía perseguían a los manifestantes incluso hasta las faldas del San Cristobal. La Guardia Civil intervino igualmente para retirar barricadas. En ocasiones se obligaba a paseantes y ocupantes de coches a retirarlas también. A las 8 de la tarde se reunieron sindicatos y asociaciones de vecinos para preparar la huelga del día siguiente. Se redactó un comunicado que fue suscrito por USO y CCOO. No obstante, a las 9.30 por TVE se daba cuenta de un comunicado de la Coordinadora General y Estatal de CCOO llamando a la desmovilización, lo que provocó la repulsa de CCOO del País Vasco y Navarra. Se había propuesto, además extender la convocatoria de huelga general al resto de España, pero como he dicho no fue apoyada por la Coordinadora General de CCOO del Estado, que de acuerdo con el recién legalizado Partido Comunista, a través de su secretario general Marcelino Camacho explicaba: «En el momento actual, cuando las libertades son todavía frágiles, creemos que el objetivo fundamental de la clase obrera es consolidar y desarrollar las libertades. Toda actuación que venga a desestabilizar es contraria a la clase obrera», concluía.
Se intentó contactar con el Gobierno Civil por parte de los sindicatos, para que la huelga discurriese en las mejores condiciones posibles, sin resultado. Al final del domingo el balance era de más de 30 detenidos y más de 100 heridos de diversa gravedad, atendidos todos ellos en centros asistenciales, uno de ellos se encontraba grave, el médico Isidro Esteban, por un neumotorax. En el País Vasco se sucedieron las manifestaciones en infinidad de localidades y se produjeron encierros en iglesias y centros. Se suspendió el partido de futbol Real Sociedad-Sevilla, caso único en los últimos 40 años. La Vuelta Ciclista a España que debía haber acabado en el velódromo de Anoeta se desvió finamente a la localidad burgalesa de Miranda de Ebro. En Bilbao los saltos y enfrentamientos se mantuvieron durante toda el domingo, especialmente en el barrio de Rekalde interviniendo, en algún caso, elementos incontrolados que portaban y hacían uso de armas de fuego, sin que afortunadamente se produjesen nuevas víctimas. También en Ortuella y Baracaldo se produjeron diferentes altercados con heridos de bala.
Desde primera hora de la mañana del lunes, día 16, se notaba el alcance de la huelga en Pamplona y su cinturón industrial, huelga que había sido convocada por 12 partidos políticos, 7 organizaciones sindicales y 8 organizaciones juveniles, en protesta por los cinco muertos producidos en los últimos días, en diferentes manifestaciones, por las fuerzas de seguridad. A lo largo de la mañana fueron cerrando fábricas, comercios, bares, oficinas y escuelas. La convocatoria fue secundada por la casi totalidad de la industria y el comercio de Pamplona y su zona de influencia así como en las poblaciones más importantes de Navarra. Recuerdo que estaba en 8º curso de la EGB, en el colegio Cardenal Ilundain. Cerca de las 11.00 de la mañana entró un maestro, el tutor, en el aula comunicándonos que se suspendían las clases y que regresáramos a nuestros domicilios. Pero el caso es que a esa hora ya no había villavesas pues hacía muy poco que habían dejado de funcionar. Como ya comenté en otra entrada, tuvimos que regresar campo a través, desde el colegio del Cardenal Ilundain hasta la travesía del Ave María. Nos encontramos a la Guardia Civil tanto en el cruce con la carretera Artica como en el viejo camino del Plazaola. Había muchos grupos de personas quietos, a la expectativa, en diferentes lugares, muchos de ellos recién salidos de las fábricas. Oímos en repetidas ocasiones el ruido de las pelotas de goma así como disparos de metralleta de la Guardia Civil, mientras corríamos como alma que lleva el diablo, camino a casa. Mientras nuestras madres, no sé de que modo alertadas de la situación, en ese año aun no teníamos teléfono, nos esperaban desesperadas, pasada la tapia del depósito de la Compañía General de Carbones, en el antiguo camino del Plazaola. Se dieron casos de huelga en empresas donde nunca habían parado; como en las fuerzas eléctricas donde quedó únicamente un retén de guardia. Tampoco el lunes hubo prensa ya que los trabajadores de talleres de la Hoja de Lunes se sumaron a la huelga como lo habían hecho el día anterior en los dos periódicos locales.
Una representación sindical acudió al Arzobispado, (era entonces Arzobispo de Pamplona, José Mendez Asensio), para solicitar un funeral en la Catedral pero ante el planteamiento de determinadas condiciones por parte de la jerarquía eclesiástica a los sindicalistas la reunión finalizó sin acuerdo. No obstante el Consejo del Presbiterio y la Vicaría de Pastoral hacía público un comunicado en el que condenaba el uso de las armas de fuego, por parte de las Fuerzas de Seguridad. La policía intervino cerca de la Catedral así como al termino de un funeral oficiado en la iglesia del Salvador, por Jesús Lezaun. Se produjo un encierro de 130 médicos en la Residencia Virgen del Camino en solidaridad con su compañero Isidro Esteban ingresado en la UVI, realizándose también encierros de médicos y de personal sanitario en el Hospital de Navarra. Los barrios donde se centraron las manifestaciones y los altercados más graves, propios de guerrilla urbana, fueron La Rochapea, San Jorge y la Chantrea y en algún momento también el barrio de La Milagrosa. Se llegó a acorralar, en numerosas barricadas a la policía, por la mañana, haciéndose fuertes los manifestantes, tras ellas. Se cruzaron arboles, camiones, hormigoneras, incluso algunas barricadas se cubrieron con alambre de espino. Más de 300 barricadas dificultaban, ese día, el paso de vehículos en las principales calles y avenidas de la ciudad, pero especialmente presentes, más de 200 de ellas, en vías como la avenida de Villava, Marcelo Celayeta y Avenida de San Jorge y otras calles de estos barrios. Los enfrentamientos fueron cada vez más intensos, contabilizándose esa jornada decenas de heridos y detenidos. Entre la tarde del viernes a la noche del lunes se practicaron, según fuentes del Gobierno Civil, más de 120 detenciones, una quincena de los cuales pasaron a disposición judicial.
Hacia las seis de la tarde del lunes la policía decidió llevar a cabo una operación de gran envergadura con el fin de recuperar el control de las calles que había llegado a perder en algunos momentos. Se tomó por completo el barrio de la Rochapea ocupadas sus calles por los trabajadores desde el principio de la jornada. Se puso en funcionamiento lo que se dió en llamar la «Operación Arga», operación conjunta del Cuerpo General de Policía (formado por lo que entonces se llamaban «secretas» o policía de paisano) y todas las fuerzas de la policía armada disponibles en ese momento en Pamplona. En el transcurso de esta operación llegaron a la ciudad dos nuevas compañías de antidisturbios procedentes de Vitoria y de Valladolid. La policía concentró sus fuerzas en el puente de Cuatro Vientos e inició su actuación barriendo y peinando la zona, metro a metro, los policías de paisano, con brazalete blanco como identificativo, guiaban a la policía antidisturbios que actuó con dureza contra los manifestantes. Los enfrentamientos fueron violentísimos. Muchas puertas de portales, como sucedió en jornadas anteriores, se abrieron para los manifestantes lo que exasperaba a la policía que arremetía contra los cristales de algunos portales tirando botes de humo en su interior así como pelotas de goma contra las ventanas de algunas viviendas. También de esta operación guardo un nítido recuerdo, pues me acuerdo como atravesaban los «policías de paisano», con el brazalete blanco, el pequeño campo del Gure, frente a Perfil en Frio, acompañados de numerosos «antidisturbios» y bajamos las persianas por precaución. Se veían policías antidisturbios con pañuelos de diferente color al cuello, rojos, verdes etc, pues al parecer eran distintivos de sus correspondientes compañías o banderas.
Numerosos colegios profesionales (ingenieros industriales, arquitectos, delineantes, peritos, ingenieros técnicos etc) denunciaron en una nota en los medios la situación vivida esos días. Se produjeron por la tarde reuniones de los sindicatos, partidos políticos y delegados de fábricas que valorando los datos de que disponían, acordaron «unánimemente y conscientemente» todos ellos proponer la vuelta al trabajo el martes con las garantías de libertad para los detenidos y de que no hubiese represalias por la huelga, ni a nivel policial ni a nivel patronal. Firmaban el comunicado conjunto CCOO, USO, UGT, SUN, CSUT y LAB. El martes, 17, la situación todavía era confusa pues no se había liberado a los detenidos. Una comisión sindical se reunía con el Gobernador que garantizaba la libertad de los detenidos para las 13.00 horas y autorizó una asamblea masiva por la tarde. La policía comenzó a retirarse de la ciudad. Recuerdo como pasaban decenas y decenas de vehículos: jeeps, camionetas y autobuses grises de la policía por el puente de la Estación de vuelta a sus cuarteles. La asamblea se celebró en el estadio de la Unión Deportiva Chantrea a las siete de la tarde, donde se comprobó que no se daban las condiciones para mantener la huelga general el miércoles pese a que seguía habiendo detenidos.
A los seis muertos anteriores que hubo estos días habría que añadir el fallecimiento de una séptima persona en este contexto de la semana pro-amnistía. Se trata de Francisco Javier Nuñez Fernández, de 38 años, que fue apaleado, según su familia, por la policía armada el 15 de mayo a la salida de una misa en una parroquia de Bilbao, cerca de su casa sin que estuviese participando en ninguna manifestación. Las contusiones recibidas lo dejaron postrado en cama hasta el día 17, cuando, después de hablar con su hermano Félix, que era abogado, decidió presentar denuncia. Unos desconocidos, presuntamente «incontrolados», le esperaban a la salida de la comisaría y al parecer le obligaron a beber mediante un embudo, un litro de coñac y otro tanto de aceite de ricino, abandonándolo cerca de su domicilio. Fue ingresado en el Hospital de Basurto donde falleció trece días después, tras una larga agonía, como consecuencia de una cirrosis fulminante. Posteriormente esta persona sería reconocida por el Gobierno de Estado como víctima de abusos policiales (Dato actualizado con posterioridad a la publicación del post).
La prensa española de la época, crítica con el gobierno Suarez, revistas como Cambio 16, Triunfo, o periódicos como como el Pais o Diario 16 etc, hablaban, esos días, de ceguera de las autoridades y condenaba la actitud de las fuerzas del orden público, todavía llena de elementos del Antiguo Régimen que funcionaban más como una fuerza represiva que como una policía democrática. Incluso en esos medios llegaban a hablar de que parecía existir una «peligrosa desconexión» entre las autoridades gubernativas y las fuerzas del orden. ¿Cómo terminó el proceso por el que se habían convocado estas manifestaciones?. El día 20 de mayo de 1977 el Consejo de Ministros aprobaba una fórmula de indulto con extrañamiento a diversos países para los presos vascos, entre los que se encontraban los condenados a muerte en el Proceso de Burgos y otros presos de ETA con acusaciones de delitos de sangre y pendientes de juicio. Tras el verano de 1977, el Gobierno Suarez y la oposición negociaron un proyecto común de ley de amnistía. En este caso se decidió que se debía contar con el apoyo unánime del Parlamento. Finalmente el 7 de octubre el Consejo de Ministros aprobaba un proyecto que suscitó las reticencias de Alianza Popular. En la votación en el Congreso de Diputados solamente hubo dos votos en contra y 18 abstenciones, casi todos miembros de Alianza Popular más Francisco Letamendia de Euskadiko Ezquerra y 6 en el Senado. Esta amnistía afectó a 89 presos y a otras muchas personas que no se encontraban en prisión, entre ellos a los autores de delitos de terrorismo de ETA, MPAIAC, FRAP Y GRAPO. En las semanas siguientes fueron saliendo de prisión los últimos presos relacionados con ETA, unos 30, acusados de delitos cometidos con posterioridad a la aprobación de la Ley de la Reforma Política y anterior a las elecciones del 15 de Junio También se aplicó la amnistía a los miembros de ultraderecha que habían intervenido en varias acciones, como fue el caso de los sucesos de Montejurra, hechos que no llegaron a ser oficialmente investigados pues simplemente se consideraron una refriega entre las diversas facciones del carlismo, cuando fue algo más, mucho más que eso.
Fotos por orden de aparición, extraídas todas ellas del Boletín informativo de CCOO, Navarra Obrera. 11 de junio 1977. Nº 1: Manifestantes tras las barricadas cerca del El Porrón, en la confluencia de Marcelo Celayeta con Bernardino Tirapu, Nº 2: Conducción del cadáver de José Luis Cano al cementerio de Pamplona, Nº 3: Lanzamiento de botes de humo por parte de las fuerzas de seguridad a los cristales de las viviendas en la zona de San Juan, cerca de la confluencia con la variante Oeste el día del funeral de José Luis Cano, Nº 4: Lugar donde cayó mortalmente herido José Luis Cano, por disparos de la policía, en la calle Calderería, cerca del Bar Manuel, Nº 5: Policías antidisturbios actuando en el barrio de la Chantrea, concretamente en la avenida de Villava, Nº 6: Manifestación por la avenida de Marcelo Celayeta, en las inmediaciones del bar Porrón Nº 7: Ventana rota por el impacto de material antidisturbios, Nº 8: Un policía antidisturbios parece señalar en la Avenida de Villava hacia las ventanas del edificio de enfrente Nº 9: Un manifestante arenga a sus compañeros en la avenida de Marcelo Celayeta, cerca e las casas de la 1ª Fase del Salvador, Nº 10: Enfrentamiento con piedras entre manifestantes y policía en la avenida de Marcelo Celayeta, cerca del cruce del Porrón, Nº 11: Manifestantes tras las barricadas en el cruce del Porrón, Nº 12: foto tomada detrás de una barricada, al fondo la avenida cubierta de humo Nº 13: Incendio de barricada en el barrio de San Jorge, Nº 14 y Nº 15: fotos de portada del boletín especial de CCOO Navarra Obrera, la primera tomada cerca del cine Amaya, a la altura del bar Caribe, con grandes barricadas en primer plano; la segunda tomada a la altura de la fábrica de las Sedas, conocida también como MATESA, Nº 16 y Nº 17: altercados sucedidos en otras partes de la ciudad.