ACTUALIZADO. ¿Y a qué se jugaba en aquellos años?. Había juegos para niños y para niñas y otros que eran indistintos para unos y para otros. Para niñas estaba la comba o la goma (saltando y cantando alguna de aquellas tonadillas infantiles), el corro (en mis años ya pasado de moda), las tabas (también pasado de moda) o la china. En este último juego las chicas empujaban, saltando sobre un solo pie, un trozo de piedra plana entre unos cuadros numerados. También, con frecuencia hacían el pino. Sus cuerpos siempre han sido mucho más flexibles que los cuerpos masculinos.
Para niños estaban los bolos o canicas, con el guá, un agujero que se hacía en la tierra, como meta final para la canica. Básicamente había que alejar al adversario del guá y llegar tu primero al agujero. Quien perdía la partida solía perder también la canica. También para chicos había algunos juegos como «el salto del burro» o simplemente «el burro» que empezaba con «A la una saltaba la mula» (quien le tocaba de mula no solía pasarlo nada bien, pues creo recordar que en el juego siempre se escapaba alguna coz de los «saltadores», a la par que se cantaba las consabidas estrofas: a la una saltaba la mula, a las dos tiró la coz, a las tres los tres saltos de ley, a las cuatro brinco y salto, a la cinco el mayor brinco y así…. hasta doce), «el churro» en el que había dos equipos, los que saltaban y los que no. De estos, uno hacía de madre (de pie, apoyado en una pared) y los demás formaban fila agachados, como en la fotografía, colocando la cabeza entre las piernas del compañero de delante. El otro grupo iba saltando al grito de «churro va», si la fila no se hundía, el último que saltaba preguntaba ¿Churro, media manga, manga entera? y señalaba una parte de su brazo (hombro, antebrazo o muñeca). Los de abajo debían acertar si no querían repetir. La madre era testigo. Una variante del «churro» era el «chorro, morro, pico, tallo que». También estaba el juego de las chapas, chapas de gaseosas y/o botellines de cerveza, que se jugaban sobre las aceras, entre las piernas de los adultos y entre los coches aparcados. Los chicos también jugaban al balón, la verdad, un fútbol muy libre, pues cuando se quería jugar al fútbol de verdad se hacía o bien en el campo del Gure o en el campo de fútbol de las escuelas. También se jugaba al hinque, sobre todo en días de lluvia.
Había juegos que eran indistintos para un sexo u otro, que eran todos los de pillar, entre estos estaba «el escondite» (o «esconderite»), «el tente», «tres navios en la mar… (otros tres en busca van)», «el pote pote» y «la llevas», herederas alguno de algún otro juego anterior como «el marro». Recuerdo que tenía su atractivo jugar esos juegos con el otro sexo. Había también otros juegos que se solían jugar juntos como «El pañuelo» o «la palabra», «el telegrama», «cara ví, cara va…» o «el disparate». Se comenzaba a tontear ya entonces con lo de los novios, ¿Quien va a ser tu novio o novia?, Me gustaría que fuese… Había juegos más intelectuales para jugar entre dos como el «vivo o muerto», las adivinanzas (como aquellas que decían: es amarillo, blanco también, oro parece, platano es; la mujer del quesero que será; blanco por dentro, verde por fuera si quieres que te lo diga espera) o el «cesta y puntos». Juegos crípticos de comunicación como el silabeo, combinando una silaba repetida, por ejemplo «epe respe tonpo tonpo» o juegos como el de «piedra, papel y tijera».
En el barrio se jugaba también con los neumáticos de una cercana fábrica de recauchutados. También había bastantes ruedas en las inmediaciones de la antigua estación del Empalme. Y se improvisaban encierros por el polvoriento entonces camino de Carriquiri, en los que los cuernos eran sustituidos por ruedas movidas por palos, aunque también había otras variantes en las que los cuernos era palos de arbustos o arboles. La televisión comenzaba a ser una fuente inagotable de argumentos: se seguía jugando al antiguo juego de las espadas, emulando ahora a los héroes de las películas en la pequeña pantalla y también a indios y vaqueros o policías y ladrones. No sé si meterlo dentro del capítulo de juegos porque creo que era una salvajada, pero era muy comunes las luchas a pedradas y ramazos entre calles y barrios. La conciencia de pertenencia a una calle o barrio, -la calle era el barrio-, era muy fuerte.
Otras actividades infantiles de aquellos años eran la construcción de cabañas. Recuerdo las que se construían en el parachoques, cerca de Perfil o en el lecho de los regachos secos. En aquellos años infantiles solían nacer las primeras amistades, se empezaban a crear los grupos o pandillas y se fortalecía el compañerismo y el trabajo en equipo. Eran tiempos en los que las bicis, de marca BH o GAC llevaban redecilla en la rueda de atrás y se alquilaban por horas en el parque de la Taconera. En aquellos años, la vida se hacía en la calle y los juegos en la calle ocuparon un lugar importante en nuestras vidas.