La Calleja de los Cutos (1950-1990)
La Calleja de los Cutos, conocida oficialmente como «Calle Provincias» es otra de las calles con historia de la antigua Rochapea. Debe su nombre a la cochiquera que había al principio de la calle, donde posteriormente se construyó, a finales de los 50, un edificio de factura moderna en cuyos bajos estuvo durante varias décadas una sucursal del Banco Popular. Así lo recordaba el poeta, escritor e historiador Ricardo Ollaquindia que vivió en la Calleja durante dos períodos, entre 1935 y 1942 y entre 1955 y 1962. Decía «que la cochiquera estaba en el sótano de un barracón de madera, al principio de la calle. Junto a la cochiquera estaba la trasera de la carrería de Guerrero con un barracón alargado que servía de almacén y un solar donde hacían los antiguos carros, con sus ruedas de madera y llantas de hierro; En el lado derecho de la calle estaba la casa donde vivía Ricardo y dos casas más, de planta baja y tres pisos; después la huerta de Pedro Diez, ferroviario y su casa; Y al fondo de la Calleja, en el centro, había una casa, colorada, y dos salidas a los lados,- por las que se iba a la vía del Irati, y al puente sobre la vía del tren, al campo de fútbol del Rochapeano, ¿sería el que conocíamos como del Gure Txokoa? y al campo con hierba de Úriz».Esa casa que vemos en el extremo derecho de la fotografía que encabeza la entrada, muy cerca de la avenida de Guipúzcoa también la recuerdo yo hasta prácticamente su derribo, a finales del pasado siglo, allá por el año 1999, fecha en la que está datada la fotografía de Manolo Hernandez, publicada en la Revista «Ezkaba» en julio de ese mismo año. Algunos años antes, en el año 1989, se habían comenzado a derribar las casas del lado derecho de la calle, las más cercanas al parque y el barracón del que llamábamos «Centro» parroquial, por cierto, iniciativa de otro vecino de la calleja, el popular Txano y que vemos en la foto adjunta. También recuerdo que junto a Carriquirri, junto a ese bloque de casas que encabeza la entrada, había algunos corrales, en tiempos con cutos y posteriormente creo recordar que con algunas gallinas. En esta calle vivían, cuando yo estudiaba en las escuelas del Ave María y aun después (Carbonilla, Cardenal Ilundain, Irubide), la familia Ceniceros que se dedicaba al secular negocio que había dado nombre popular a la calle.
Fotos: Manolo Hernandez (1999), Foto cedida (1986) y Foto Imagenes Rochapea (1984) publicadas, todas ellas, en la revista «Ezkaba».
Ha pasado mucho tiempo desde que Josune Diez Etxezarreta, escribió sus recuerdos.
Me he alegrado muchísimo que alguien se acuerde de todo eso.
Tu padre, Manuel Díaz, trabajaba con el mío en el Ayuntamiento de Pamplona y solíamos jugar juntos, Tú, Juncal, Sofía, Marisol, Carlos Elia y Yo (José Manuel Gil, hijo de Benedicto y Esther).
Me ha hecho mucha ilusión saber de ti.
Saludos.
El nombre correcto es Lucía Olaverri
Charlie, desde que descubrí tu blog estaba deseando escribirte pero nunca encontraba el momento. He nacido en la Calleja de los Cutos o calle Provincias y me hace mucha ilusión que alguien recuerde lo que fue aquella Rochapea (me ha emocionado tu evocación de aquellos veranos porque lo míos eran iguales, co pote-pote y tres navíos).
Te diré que soy nieta de Braulio Díez porque ese era el nombre del propietario de las casas de los portales números 6 y 8 que tenían una huerta (se ven las dos casas y la huerta en la foto de abajo) que colindaba con la escuela de las chicas. Mi abuelo era ferroviario -don Braulio le llamaban los críos-, y supongo que la confusión te viene porque su hermano se llamaba Pedro y llegó a vivir también ahí.
Nuestra calle era pequeña pero con mucha vida. En mi portal vivían los Cenicero -los de los cutos- y otro ilustre como el poeta Angel Urrutia. También coincidí en los 22 años que viví ahí con el escultor Rebolé y los futbolistas Iparraguirre y Santamaría. Otros conocidos en el barrio eran los Plano, que tuvieron trillizos y fue un acontecimiento de los de salir en el Diario de Navarra. Vivió también en la Calleja de los Cutos Ricardo Bermejo, un diseñador y publicista muy conocido actualmente en Pamplona o el que fue director hace unos años del periódico Diario de Noticias, Manolo Bear. En fin, me he enrollado mucho pero me vienen tantos recuerdos. Txano, la señora Sangüesina (así le llamábamos), la señora Silvia, la Pitillesa, el bar Gure Txokoa (después La Sombra), el local del Auxilio Social, la mercería Celia… Junto a mi calle, la Librería Patxi (la Patxi, como le llamábamos a la señora de los mitones y las gruesas gafas cuando en realidad ella se llamaba Satur y Patxi era el marido), Eliseo y los polos de leche, el ultramarinos de Cuatro Vientos que llamábamos La Agencia, lo que para nosotros era «el campo» (en Carriquiri) y su regacho para la pesca de cabezones, las hogueras de San Juan, los nogales del Ave María. Y en mi huerta las lechugas, la parra, los manzanos, mi abuela Juanita Lasarte, los gladiolos de mi madre. Esto es para otro capítulo: en sanfermines se quitaban las lechugas y la huerta se llenaba de los burros de los botijeros valencianos y de caballos que venían a la feria. Perdona por el abuso en tu espacio: me he emocionado escribiendo. Saludos, vecino de barrio y gracias.
Los trillizos de los Plano, se llaman Luchi, Javier y Mila, su ama, Lucía Olaberria, hasta que hace unos meses nos abandonó, siguió viviendo en ese singular barrio de La Rotxapea y siguen presumiendo de su lugar de nacimiento