Comercios centenarios: Café Iruña
El 2 de julio de 1888 se inauguraba en Pamplona oficialmente el Café Iruña, aunque al público se abrió algún día después con un clamoroso éxito. Inicialmente se iba a inaugurar el día 27 de junio pero no llegaron a tiempo los espejos encargados a la firma La Veneciana, y por los que se pagaron cerca de 10.000 pesetas. Cuatro meses antes, el 22 de marzo, se había escriturado ante el notario Don Polonio Escolá, la sociedad Iruña S.A con una enorme cantidad de accionistas locales. Llegó a haber hasta 800 personas que solicitaron acciones, hecho que provocó que hubiese que duplicar el capital inicialmente previsto cifrado en 125.000 pesetas. Con buen criterio pensaron que serían los accionistas los primeros y asiduos clientes del establecimiento, tal y como ya se apunta en el artículo 3 de sus estatutos fundacionales. El edificio donde se radicó el café era propiedad del Crédito Navarro y fue el primero en utilizar hierro en los forjados de su estructura. La Sociedad Iruña compitió con otros dos cafés de la época por hacerse con el local. Estos cafés fueron el Kutz, que entonces aun no estaba radicado en Pamplona, y Monegatti, que explotaba el Café La Marina, donde luego abriría el Kutz, siendo el Iruña el que finalmente eligió la entidad bancaria. En los primeros años fue transcendental la figura de Serafín Mata Oneca, vinculado al Orfeón como secretario de la Agrupación Coral, y que fue también concejal del Ayuntamiento de Pamplona y vicepresidente de la Diputación Foral. Otros miembros de aquel primer Consejo de Administración fueron los señores Munárriz, Gorostiza, Urbistondo y Goñi Eseverri que se reunían todos los lunes, después de comer.
Además del salón principal el Café contaba con unos billares en los bajos. Inicialmente tenía dos mesas de billar que pasaron posteriormente a ser cuatro, para reducirse a la mitad a partir del año 1912. El café tenía también alguna mesa de juego de naipes. Como en otros cafés, se ofrecía café y bebidas, -contaba con una bodega para la crianza de vinos, en el sótano-, pero no se servían, en aquel entonces, ni comidas ni platos sueltos. Fueron célebres, en sus primeros años, su coñac «del 88» y el ron del «Bisabuelo». A partir de 1902 y, al menos hasta 1909, aparece en las hojas catastrales municipales un segundo café, sucursal del Iruña, pero no se indicaba en estos papeles donde. Investigando, sin embargo, he logrado averiguar que El Iruña abrió, durante algún tiempo, una pastelería en la parte más próxima a la calle Chapitela y es seguramente esta pastelería la que aparece en los documentos municipales como segundo café o sucursal. A partir de 1911 el Iruña elaboraba en su sótano sus propias gaseosas. La fábrica de gaseosas tenía una capacidad de producción de 500 botellas a la hora. El Café hacía también servicios a domicilio y el chocolate que se servía en sus salones se compraba, de manera equitativa, entre los principales chocolateros de la ciudad: a saber, Manterola, Mayo y Seminario.
En los años 50 fue uno de los primeros establecimientos hosteleros en poner una barra, un elemento que no estaba muy extendido entonces. Fue el primer establecimiento público en instalar alumbrado eléctrico, de hecho en el exterior se conservan todavía sus dos primeras luminarias alemanas con las que abrieron sus puertas en 1888 e igualmente, en el local, se instaló el primer teléfono en un establecimiento público de Pamplona. Fue Salvador Pinaquy con su socio Salvatierra quien instaló la luz eléctrica. Eran bombillas con filamento de carbón. Trajo todos los elementos necesarios desde Hamburgo (Alemania). La instalación de la iluminación eléctrica en los salones fue todo un acontecimiento en aquellos días. Los salones estaban llenos de pamploneses ávidos por admirar la novedad del invento. En 1977 se instaló un bingo que se mantuvo hasta 1998, año en que el Café recuperó, afortunadamente, su apariencia original y a cuyo acto de reinauguración recuerdo que acudí. Era entonces Alcalde de Pamplona, Javier Chourraut. En la década de los 90 la sociedad Iruña abrió nuevos establecimientos: en 1991 se rehabilitó el sótano que se convirtió en el actual bar Subsuelo y un año más tarde se abrió el Restaurante Self Service de Mendebaldea, además del Rincón de Hemingway y la bocatería Ondo.
El Iruña está íntimamente unido a la historia de Pamplona. En él se han fraguado acuerdos comerciales, se han celebrado reuniones políticas, tertulias y encuentros. Por él han pasado toreros, artistas de la farándula (del cine y del teatro, nacionales e internacionales), y celebridades como Hemingway. Los navarros que recalaban en Pamplona, por diferentes motivos, tenían una cita ineludible en el local. El Café Iruña no ha sido nunca el típico café bohemio, punto de encuentro cotidiano de pintores o escritores como lo fue el Roch, sino el típico lugar de encuentro para cerrar acuerdos comerciales, ¿cuántos viajantes, cuántos cuenqueros, cuántos tratos comerciales habrán visto sus paredes a lo largo de sus cerca de 140 años?. Ha sido sede de tertulias taurinas, espacio de referencia donde quedar, sitio obligado de visita para los turistas, escenario indispensable para el encuentro y cotilleo social, espacio privilegiado de las fiestas, lugar donde han pasado las horas muertas muchos pamploneses con muchos años a sus espaldas que han visto los múltiples cambios acaecidos en el devenir de la ciudad, el Cafe Iruña ha sido siempre un apasionante escenario donde se ha reflejado fielmente la evolución y la intrahistoria de la sociedad navarra y pamplonesa de la mayor parte del siglo XX y hoy sigue siendo un lugar indispensable de visita para quien quiera conocer a fondo nuestra ciudad.
Fotos por orden de aparición: Nº 1: Uno de los múltiples paseos sociales que hubo a principios del siglo en la ciudad. Además del «melonar» delante del Iruña que refleja la fotografía estuvo anteriormente el paseo de la Estafeta y posteriormente el de Carlos III. Colección Arazuri. AMP Nº 2: Alrededor de la botella de coñac, los señores Jimenez, Rouzaut y Azpiroz, y de pié el farmacéutico Ondarra, 1910. Autor desconocido. AMP. Nº 3: Con esos veladores de marmol y sillas abrió el Café. Colección Arazuri. AMP, Nº 4. Etiqueta del viejo ron que se consumía en aquellos primeros años en el Café , Nº 5: Terrazas del Café Iruña. 1929. Sin filiar, Nº 6. Plaza del Castillo. 1953. Colección Arazuri. AMP, Nº 7. Paisanos cerrando algún trato o acuerdo. Años 50-60. Colección arazuri. AMP, Nº 8: Edificio del Iruña. 1979. Foto Galle. AMP
Buenos días. Me ha encantado el reportaje, pero, ¿sabes algo más sobre la columna que hay en frente de este local?cualquier información será muy valiosa, ya que siempre me ha llamado mucho la atención al ser la única de toda la plaza. Muchas gracias