Calles y rincones desaparecidos: Bajada de Carnicerías
Desde hace años, mi buena amiga Marcela Abarzuza, me suele recordar que debo avisarle si encuentro en el transcurso de mis investigaciones históricas alguna fotografía de esa calle tomada desde su interior. Y es que la conocida saga de libreros de Pamplona de apellido Abarzuza, de la que Marcela es la tercera generación en una de sus ramas, tuvo su origen en un pequeño establecimiento ubicado en esa calle. Por mucho que lo he intentado la verdad es que hasta ahora no he encontrado ninguna fotografía tomada desde el interior de la calle. Y no son pocas las fotos que existen sobre la bajada de Carnicerías pero son todas vistas tomadas desde la plaza Consistorial, donde se adivinan los tres bloques de edificios que componían la parte derecha de la calle, según se bajaba al Mercado, o son fotos tomadas desde la plaza de Santiago, incluso hay una en la que se observa la calle en toda su amplitud, creo que es una de las que más se aproxima a lo que buscaba, con el primero de los bloques de edificios ya derribado, tomada desde la puerta del Mercado. Hablaré en esta entrada de la historia de esta calle desaparecida de la que solo queda hoy la cuesta de bajada al Mercado, de su evolución urbanística y de sus comercios hasta su desaparición en junio de 1954.
Según José Javier Arazuri el origen de la calle se remonta a 1565, «fecha en la que el Ayuntamiento compró una huerta detrás de la casa consistorial a un tal Antón de Caparroso para instalar las Carnicerías». A diferencia de otras esta calle no tenía circulación rodada. Y como también recuerda Arazuri en su libro «Pamplona, calles y barrios», en las notas que adjunto, la calle presentaba dos facetas bien diferenciadas a lo largo de la jornada: «…por la mañana era un bullir de actividad, con todo tipo de mujeres de diferente extracción social camino de la compra: amas de casa pobres y modestas, ricas y encopetadas, muchachas de servicio, aldeanas que venían a vender sus garrafas de leche, montañesas intentando vender su saco de carbón vegetal, hombres de la cuenca cargados de corderos y aves, fajeros distribuyendo bastamentos, fruteras, hortelanos de la Rochapea y la Magdalena…».
Eran tiempos aquellos en los que el mercado tenía un trajín tremendo. Por su puerta desfilaban además de carniceros y pescateros, una variopinta amalgama de personajes, tipos y oficios y vendedores y revendedores de todo tipo de productos, hasta de coplas y chucherías, como bien recuerda Arazuri en su imperecedera obra citada. La calle ofrecía un cuadro un tanto costumbrista de una Pamplona que ya mediado el siglo pasado no volveríamos a ver nunca. Por la tarde y la noche, la bajada de Carnicerías era un remanso de silencio, quietud, y soledad solo rota por el paso de algunas mujerucas camino del Rosario de la cercana iglesia de Dominicos.
Aunque en otra entrada anterior del blog indicaba que el primer derribo de edificios en esta calle pudo haberse realizado entre 1934 y 1937, una fotografía de José Galle, que he encontrado recientemente en la fototeca del Archivo Municipal de Pamplona, pone de manifiesto que el derribo de este primer bloque, el más cercano al Mercado Municipal, se produjo en el año 1932, existe hasta una foto de ello. El segundo derribo, el que daría lugar a la plaza de los Burgos es muy posterior. De esta época tenemos dos instantáneas, igualmente del Archivo Municipal. Una del 8 de marzo pocos días antes de iniciarse el derribo, y otra del 8 de junio, con los edificios ya derruidos. En esta segunda fotografía se observa todavía en pie el Frontón Moderno o de la Mañueta que se comenzaría a derribar en julio de ese mismo año. Recuerdo, por último, algunos de los establecimientos comerciales que tuvieron su sede en dicha calle, calle cuyo nombre animo al Ayuntamiento a recuperar como recuerdo de lo que fue una rúa con gran sabor y tipismo de nuestra ciudad y que hoy incomprensiblemente carece de nombre.
Resulta curioso pero donde hoy está el número 2 de la plaza Consistorial (donde se encuentran los establecimientos «El Vallado», «Sagrario Navarro», etc) estaba entonces el nº 2 de Carnicerías. De izquierda a derecha de ese lado de la plaza se encontraban, a principios de siglo, la abacería de José Urrizola que luego regentaría su viuda, (estaba a la altura de El Vallado), yo recuerdo esa tienda de alimentación, con los sacos de legumbres a la entrada, hasta que se instaló allí la cafetería Altalea. También, justo al lado, estaba la tienda de tejidos de Castor Archanco, donde estuvo la primera Boutique Piedad, la tienda de José Olaso (donde está actualmente Sagrario Navarro) y para finalizar esa pared la de Hijos de Pascasio Labiano (hoy ahí se encuentran las Viandas de Salamanca). Algunos de estos establecimientos permanecieron muchas décadas en la plaza, como lo atestiguan muchas fotografías de la plaza Consistorial que pueden encontrarse en este blog.
Ya, en la misma Bajada de Carnicerías, y desde la esquina con la plaza encontrábamos a principios de siglo, en los números pares, empezando por el nº 4, la tienda de camisolinas y mangas de Placido Pascual, que sería sustituido posteriormente por la alpargatería de Regino Nuin (años 20), Placido Valencia (años 30) o Casildo Usechi en los 40 y 50. Más abajo había una pescadería, la de Camino Huarte, en los años 20 y la tienda de velas y chocolate de Felipe Layana, luego Hijas de Layana, que en 1954 se trasladaría a su actual ubicación en la calle Calceteros. En la citada Bajada había, a principios de siglo, nada menos que cuatro alpargaterías y tiendas de calzado a la medida, la de Ignacio Yoldi, Isidro Enderiz, Miguel Martínez y Petra Eguaras, a las que se sumaría en los años 30 las de Marcos Romeo y Domingo Martínez. En una de las últimas fotografías, antes del derribo de los últimos edificios de la calle, he logrado atisbar, con sorpresa, muy cerca de la plaza consistorial, el rótulo de una sucursal de la conocida tintorería La Elegante.
No tengo constancia gráfica del hecho pero parece ser que, en los bajos de la antigua Casa Consistorial, había alguna tienda como la de libros de cambio de Andrés Abarzuza. Se llamaba «Librería Abarzuza-La Feria del Libro» y estaba ubicada en el nº 3 de la citada Bajada. En la Guía Comercial de Julián Rubio de 1953 aparecía ya bajo la titularidad de uno de sus hijos, Víctor, con la dirección de Carnicerías-Casa Consistorial. El otro hijo, Manuel, había abierto, para antes de esa fecha, otra librería en el nº 2 de la plaza de Mola bajo el nombre de El Bibliófilo. En algunas guías comerciales Casa Marceliano aparecía en la dirección Carnicerías, 5, cuando al menos desde 1936 ya era oficial la denominación de calle Mercado, que antes de esa fecha era considerada como un ramal de la calle Santo Domingo.
Fotos por orden de aparición: Nº1, Nº 3 y Nº 5. Archivo General de Navarra. Fototeca. Obras bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España. La Nº 1 es de Carlos Amat Pintado (1920-1929), la Nº 3 es de José Belzunce (1930) y la Nº 5 es de Julio Cía (1938). Las fotos Nº 2, 4, 6, 7 y 8. Archivo Municipal de Pamplona. Fototeca. La Nº 2 es de Gerardo Zaragueta, (en torno a 1930), el resto es de Julio Cía Uriz (1934), Marzo de 1954 (la 6 y 7) y Junio de 1954.