De como pudo cambiar la apariencia de la plaza consistorial a mediados del S. XX
Es conocido que en septiembre de 1953 el Ayuntamiento de Pamplona reinauguraba, tras casi dos años de obras, su casa consistorial. Lo que ya no es tan conocido es que antes de acometer el proyecto de reforma y ampliación que ha llegado hasta nuestros días hubo otros proyectos de reforma que no se llevaron a cabo. El primero de ellos, de Víctor Eusa, planteado en 1940, planteaba el derribo de la manzana del Banesto, en la calle Mercaderes y contemplaba un nuevo edificio de oficinas municipales, más allá de las escaleras de San Saturnino, a partir del nº 13 de la Cuesta de Santo Domingo. En 1944 se retomó el asunto de la ampliación de la Casa y algunos concejales plantearon trasladar el Ayuntamiento a la plaza del Vínculo, ocupando la antigua Casa de Baños y parte o toda la plaza del Vínculo, si fuese necesario, pero esta idea se topó con la oposición de otra parte de concejales que preferían mantener la tradicional ubicación, en el corazón del Casco Antiguo.
En 1945, el concejal y arquitecto Eugenio Arraiza planteó un curioso y original proyecto que convertía nuestra plaza consistorial en una plaza mayor, al estilo de las plazas mayores de otras ciudades españolas, donde lo que más llamaba la atención era su apariencia clásica y sus grandes arcadas por encima de la calle Santo Domingo, la Bajada de Carnicerías y la conexión de la plaza con la calle San Saturnino. Nada que ver, desde luego, la apariencia de nuestra hasta cierto punto anodina plaza actual con el aspecto que podría haber tenido de haberse llevado a cabo este proyecto, más cercano al estilo de las plazas de algunas ciudades centroeuropeas. Dichas arcadas permitían comunicar el actual edificio, que se dejaba para los usos más nobles, con las nuevas dependencias administrativas que se construían, anexas, a ambos lados del edificio, en la zona donde estaba la Casa Seminario y demás casas adyacentes y en el edificio contiguo a los antiguos Almacenes Unzu y que hoy alberga en su bajos a locales comerciales como los de «El Vallado» o «María Sagrario Navarro» (antigua Casa Olaso).
Sobre la arcada que comunicaba la plaza con la calle San Saturnino se erigía la llamada Torre del Reloj. El proyecto contemplaba aprovechar la belena de Pintamonas, que está junto al Café Iruña, para prolongarla hasta la plaza consistorial, previo derribo de la guarnicionería de Nagore, convirtiéndola en un insólito pasaje comercial cubierto, también al estilo de los pasajes comerciales de algunas ciudades europeas. El proyecto fue del agrado de la corporación pero los costes de las expropiaciones se disparaban por las exigencias de los propietarios afectados por los derribos, y por diversas circunstancias no demasiado aclaradas, el proyecto se quedó en nada. Posteriormente, en 1947, el arquitecto municipal Francisco Garraus presentaba un nuevo proyecto, con importantes novedades como la apertura de una calle de doce metros de anchura que comunicaba la bajada de Carnicerías y la calle Mañueta o la desaparición, nuevamente de la manzana del Banesto. Este proyecto tampoco salió adelante.
En 1948 se planteó convocar un «concurso para la reforma de la Casa Consistorial y las nuevas oficinas municipales». En las bases se contemplaba, además de la reforma del viejo edificio, un nuevo edificio de oficinas en terrenos de la actual plaza de los Burgos. En el concurso resultó ganador el proyecto de los hermanos Yarnoz. Pero tampoco salió adelante porque se disparaban los costes, por lo que se volvió a recuperar el proyecto de Arraiza, que tanto había gustado a los munícipes, tres años antes, combinado con algunos aspectos del proyecto de los Yarnoz, que seguía fielmente las directrices del concurso municipal. En este año, 1948, Eugenio Arraiza volvió a presentar un nuevo proyecto, con algunos elementos del antiguo proyecto de 1945, con arcadas menos altas sobre las calles Santo Domingo y la bajada de Carnicerías y la torre del Reloj rematando, esta vez, el nuevo edificio de oficinas, situado a la derecha de Carnicerías.
En 1949 diversos arquitectos pamploneses proponían nuevas ubicaciones para la nueva casa consistorial, tan dispares como la calle Bosquecillo, el solar de la antigua Estación del Irati en la avenida de Franco, el edificio de la Escuela de Artes y Oficios, Casa de Socorro y Alhóndiga Municipal, en la plaza del Vinculo. Garraus, arquitecto municipal, planteaba en el caso de sacar el edificio municipal fuera del Casco, que estuviese en la esquina de las calles Taconera y Navas de Tolosa. Se abría un nuevo debate sobre que era mejor, construir un nuevo edificio fuera de su emplazamiento tradicional, en el Casco, o ampliarlo en los edificios contiguos, con las dificultades económicas que habían surgido en los diferentes proyectos arquitectónicos que se habían planteado hasta la fecha, ganando finalmente terreno la idea de ampliar el edificio hacia la plaza de Santo Domingo, pues parecía ser la opción más económica para un consistorio más bien escaso de recursos económicos. En marzo de 1951 se acordaba ampliar el edificio de la Casa Consistorial ganando nueve metros a la plaza de Santo Domingo y elevando una nueva planta al edificio, sobre su altura anterior.
La reforma y ampliación del edificio se pensaba que serviría para los próximos 100 años, o al menos eso se decía, sin embargo no pasaron, apenas ni 25 años desde que se terminase la ampliación para que el edificio comenzase a quedarse pequeño para las crecientes necesidades municipales. Y los servicios del Ayuntamiento comenzaron a dispersarse, en las siguientes décadas, por diferentes edificios del Casco y la ciudad. Y así se trasladaron, desde finales de los 70 algunas dependencias, como por ejemplo, Sanidad Municipal, al nuevo edificio obtenido tras el derribo de la antigua Casa Seminario (1979), el área de Promoción Ciudadana al viejo y «okupado» Palacio de los Mutiloa de la calle Zapatería que sería objeto de una restauración previa (1989), la Oficina de Rehabilitación Municipal al antiguo local de Casa Luna en la calle Eslava (1985), el área de Cultura aparte del antiguo Convento de los Descalzos, en la calle del mismo nombre (1995), el archivo Municipal, Catastro y otras dependencias, al antiguo Seminario de San Juan, en la calle Mercado, rehabilitado a partir de 1982; dependencias de atención al Ciudadano y Depositaria Municipal a Casa Marceliano, en la misma calle Mercado (2001), desde finales de los 90 también se trasladarían desde el edificio de la Casa Consistorial otras áreas como Urbanismo y más tarde Conservación Urbana a varias plantas del edificio central de Caja Municipal, etc. En los albores del nuevo siglo se habló de erigir un gran edificio de oficinas, centralizando todos los servicios dispersos, en el solar municipal del Paseo Anelier, en el barrio de la Rochapea, pero no llegó ni siquiera a haber un proyecto. Hoy en día no hay ningún debate abierto al respecto pero quien sabe lo que el futuro nos puede deparar. En próximas entradas hablaré de otros proyectos urbanísticos municipales o arquitectónicos que quedaron en nada.
Fotos por orden de aparición: Nº 1: Proyecto de nuevo Ayuntamiento y Plaza Consistorial para Pamplona. Eugenio Arraiza. 1945. Archivo Municipal de Pamplona. Nº 2. Antigua Casa Consistorial derribada. Sólo se mantiene en pie la fachada. Foto Julio Cía. 1952. Archivo Municipal de Pamplona