Los Sanfermines del viejo Pamplona: el encierro (1965-1985)

La llegada de los sanfermines era en nuestra infancia todo un gran acontecimiento. Algo especial sucedía o estaba a punto de suceder. Como un rito que inevitablemente se repitiera, unas semanas antes de las fiestas , se colocaba el vallado del encierro en el Recorrido y la tómbola de Caritas en el Paseo de Sarasate. La calle olía y se veía diferente. La gente inquieta llenaba las calles de lo viejo comprando para las fiestas, ya fuese indumentaria para las fiestas o comida para esos días tan especiales. El cielo parecía más azul que de costumbre y el calor apretaba en esos primeros días de julio. La ciudad se preparaba  para las fiestas. Subíamos por la cuesta de Santo Domingo, sobre la que hollarían las pezuñas de los toros  días más tarde en el silencioso y nocturno encierrillo desde los Corrales del Gas, hasta los corralillos de Santo Domingo. Allí comenzaba cada mañana, a las 7 de la mañana (hasta 1974), el Encierro, el acto más importante de las fiestas. Hasta 1924 el encierro empezaba a las 6 (acuerdense de aquel canto que decia: «levantate pamplonica, levantate y da un brinco, levanta que son las 5 y el encierro es  a las 6»), luego empezó a las 7 y desde 1974 a las 8. Por cierto el vestido de pamplonica (camisa y pantalón blanco con faja y pañuelo rojo) fue popularizada por la peña La Veleta en el año 1931, y su uso se generalizó entre la población en la década de los 60.

Si había un acto especial, diferente, numinoso, mágico, iniciatico en las fiestas ese algo era el encierro. No tengo un recuerdo temprano de este evento sanferminero. Se que mis padres solían levantarse temprano para ver la llegada del encierro a la plaza pero el primer recuerdo que tengo es de una fecha tan tardia como julio de 1975. Aun estaban muy lejos las retransmisiones televisivas que empezarían, creo en 1981 u 82. Solíamos levantarnos muy temprano, a eso de las 5 y aun era de noche cuando subíamos con una vecina y sus hijos de nuestra misma edad desde nuestra casa en la Rochapea hasta la plaza de Toros. Recuerdo que llegabamos temprano para coger un buen sitio y aun soñolientos escuchabamos al Maestro Bravo animarnos, ¡Venga que estáis dormidos!. Su banda  amenizó durante muchos años, por lo menos hasta 1981, aquellos amaneceres sanfermineros de la plaza de toros.  

El 9 de julio de 1975 yo estaba allí, en la parte derecha de los tendidos, entrando por el callejón. Fue un día trágico. Aquel día se formó un terrible montón, como consecuencia del cual hubo un muerto, Gregorio Gorriz y decenas de heridos (casi 100), un buen número de ellos por asta de toro. Pero no habían pasado ni dos años cuando fui testigo y esta vez mucho más cerca, pues estaba justo al lado del callejón, de otro trágico montón que provocaría igualmente un muerto por aplastamiento y decenas de heridos. La visión tan cercana de aquellos dos trágicos encierros me dejaron una profunda huella. Tras el montón de 1975  se construyeron en el callejón las famosas gateras que salvarían en años posteriores la vida de más de un corredor. Aquellos años fueron años de muchos fallecidos en el encierro y de records: a los muertos de 1975 y 1977 habría que añadir otro en 1974 y 2 más en 1980, en un sólo encierro, el del 13 de julio. En cuanto a  records, el más corto, de apenas un minuto y cincuenta segundos, el 7 de julio de 1975, el más largo, de 16 minutos, el 12 de julio de 1976.  La plaza de toros se había ampliado algunos años atrás, en  1967, pasando de tener un aforo de 12.500 localidades a uno de 19.500. En 1979 se iniciaría un acto de corta existencia, la de los encierros txikis ya que desaparecerían de las fiestas en el año 1988. Se corría despues del encierro grande desde el final de la bajada de Javier hasta la plaza de toros. 


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