Estampas: Aquellas cartas de antaño…

Hubo un tiempo en que escribíamos cartas. No había ordenadores personales, ni tablets, ni móviles, ni sms, ni wasap. Sencillamente escribíamos en una hoja pautada o en una postal. La carta se destinaba a temas más largos y de más enjundia mientras que las postales eran mayoritariamente utilizadas para felicitar los cumpleaños. Había todo tipo de postales, aunque abundaban las de ciudades y pueblos (como una del pueblo de mis abuelos que reproduzco líneas más abajo), o como muchas de las postales de Pamplona que he utilizado a lo largo de este blog,  la mayoría en blanco y negro hasta los años 50 y en color desde los años 60 en adelante.  Postales de felicitación de los tíos y abuelos que recibías en tus primeros cumpleaños de vida (como la que reproduzco más adelante de hace nada menos que 41 años) o  postales que remitías a tus familiares que vivían en el pueblo. Te esforzabas por escribir con una letra legible, -para algo tenían que servir los ejercicios de caligrafía de la escuela-, pues era muy importante que los destinatarios, los tíos o los abuelos pudieran  entender todo lo que querías decir. Me acuerdo de aquellas frases hechas como aquellas que empezaban diciendo «Muchas felicidades te desea…que  mucho te quiere» o «Un millón de felicidades te desea en el día de tu cumpleaños…» como decían mi tía y abuela paterna en esa antigua felicitación. Los sobres del correo aéreo eran muy reconocibles pues se distinguían por unas franjas rojas y azules impresas en su contorno. Había sobres para transmitir pésames con el contorno negro y estampas con oraciones por el espíritu del difunto. De ambas reproduzco, en el siguiente párrafo, unas imagenes ilustrativas. Las invitaciones de boda se diferenciaban, por su parte, por su ostentosa apariencia.


En la Navidad llegaba la felicitación del cartero como la que adjunto junto a este párrafo, para pedir el aguinaldo navideño. Había gente que coleccionaba sellos, -todavía los hay-, aunque la imagen que recordamos tanto en los sellos como en la monedas de aquellos años, -la vimos durante demasiado tiempo-,  era la de Franco. Las cartas llegaban a menudo mucho más tarde de lo deseable lo que hacía que casi siempre mirásemos, al coger la carta,  la fecha del matasellos, para ver cuando había salido del origen. Los buzones del portal, hoy casi huérfanos de cartas manuscritas y casi hasta de facturas, -casi todas  han pasado al formato electrónico-, se convertían a menudo, y ante la falta de teléfono, en esa mágica puerta de entrada de mensajes y noticias de quienes tenías lejos. Eran tiempos en que los niños escribíamos con lápiz, por aquello de borrar si nos equivocábamos, -y claro que lo hacíamos-, y los mayores con bolis, plumas o estilográficas. ¡Cuantas historias se esconden en aquellas cartas de antaño!: cartas de amor, añoranza, separación o ruptura, cartas que anunciaban una feliz noticia, un nacimiento o un trabajo, cartas del hijo que estaba en la mili y escribía a la madre para que le mandara unos chorizos o más dinero o que se carteaba con la novia que había dejado en la capital o en el pueblo. Algunas hasta perfumaban las cartas como si quisieran transmitir parte de su esencia y presencia al  enamorado que estaba lejos. Y tras esta primera parte de recuerdos personales voy a dar unas cuantas pinceladas sobre el correo postal y el servicio de correos en el Viejo Pamplona


El correo postal es tan antiguo como la escritura y ha ido evolucionando a lo largo de la historia de la humanidad, adquiriendo mayor rapidez a medida que fueron mejorando los medios de locomoción. A partir del siglo XVIII es cuando el servicio de correos se convierte en responsabilidad del estado en España. En 1756 se creaba el oficio de cartero, y seis años más tarde se instalaban las primeras bocas de buzones. En 1850, que es un año decisivo, se dota el servicio de Correos de una flota propia de transporte y nace el sello como medio de franqueo o pago. En Francia se había adoptado dos años antes. En 1870 se instituía el reparto postal diario. La aparición del automóvil y luego del avión cambiaron las estructuras postales y aceleraron la entrega de la correspondencia. En 1899 se inauguró la primera conducción postal por carretera en Navarra. Entre 1905 y 1916 se establecieron servicios innovadores como la carta urgente (1905), los giros (1911) y los envíos contra reembolso, la Caja Postal y los paquetes postales (1916). En 1908 la Administración Central de Correos estaba en el nº 18 de Paseo de Sarasate, a la altura de donde hoy está el Bankinter. La de Telégrafos estaba en el nº 15,  donde hoy hay una sucursal del Banco de Santander. A partir de 1924 ambos servicios compartirían el nuevo edificio que hoy conocemos en el nº 9 del Paseo. El correo salía, bien por tren a las localidades más lejanas, o en carruaje  a los pueblos de la provincia. Había a principios de siglo 26 estafetas en la provincia y 86 carteros. La recogida de las cartas se hacía tanto en la Administración Principal del Paseo de  Sarasate como en los estancos, a las 12 y a las 19.30, en los estancos de la plaza Consistorial y del Castillo (estanco de la señora Viuda de Rubio) había además una recogida especial a las 3 de la mañana.

 En 1919 se creó el primer servicio aeropostal, -también había vapores correos marítimos-, aunque el tren, como el tren correo que vemos al lado, fue hasta 1993 el sistema más utilizado para el transporte postal. Las obras del nuevo edificio de Correos de Pamplona se iniciaron el 12 de octubre de 1923 en el solar donde estuviese la panadería municipal de El Vinculo, que había sido cedido por el Ayuntamiento al Estado unos años antes, en 1918. Las obras se realizaron bajo dirección del arquitecto Joaquín Plá, con un plazo de ejecución de catorce meses, si bien se tardó algo más de tiempo en amueblarlo e inaugurarse (1926). Encabezan la entrada una foto de la constructora Erroz y San Martín con el edificio recién terminado, además de un detalle de los famosos leones de Correos. Lo construyó, como he dicho la empresa Erroz y San Martín, por un presupuesto de 520.635 pesetas. En el proyecto se decía que el edificio constaría de planta baja y dos pisos y terraza. Las fachadas serían de piedra de sillería y ladrillo y la totalidad de los pisos así como el tejado de cemento armado. Se anunciaba en prensa que la nueva Casa de Correos sería completamente incombustible, pues no tenía ningún trabajo de carpintería. En 1925 se habilitó otro buzón de recogida de cartas en la zona de Cuatro Vientos que yo he conocido durante muchos años. En 1929 el franqueo para el envío provincial de una carta sencilla costaba unos 25 céntimos, cantidad que descendía a 15 céntimos si el envío era local. En 1953, el franqueo de una carta normal costaba 50 céntimos. 

El cartero vestía de gris claro en verano, con chaqueta-guerrera y pantalón, con raya roja a ambos lados y gorra de plato, y azul marino en invierno, (aunque yo me acuerdo solo del traje gris), la bolsa del cuero al hombro, tal y como vemos en la foto del párrafo anterior.  Era un oficio muy sacrificado tanto por las horas de trabajo como por las caminatas que tenían que hacer. La motorización del servicio con bicicletas o ciclomotores humanizaron un tanto el servicio. Hasta entonces el reparto era domiciliario, y había dos repartos diarios: el primero a las 9 de la mañana y el segundo  a las cuatro y cuarto de la tarde. Incluso había reparto los domingos, a las 10 de la mañana. En algunas zonas los carteros subían a los pisos y entregaban a mano las cartas pero lo habitual era el aviso con un toque  de silbato largo para dar a tiempo a que atendiera el  vecindario y se voceaban los nombres de los destinatarios que bajaban a recoger el envio.  Todo esto cambiaría a principios de los años 60 cuando  se instalaron los buzones domiciliarios.  En 1981 se instituía el famoso código postal así como otros servicios como el Postal Expres. En 1991, el Estado separaba la Caja Postal de las actividades exclusivamente postales de Correos y Telégrafos, para unirla a otras entidades bancarias públicas en la corporación bancaria Argentaria que se privatizaría unos años más tarde, con la fusión con el BBV, en 1999. A partir de este año y hasta hace dos meses Deutsche Bank sería  el socio bancario de la Sociedad Estatal de Correos y Telégrafos. Hoy Correos ya no ofrece servicios bancarios, solo permite el envío de dinero, a través de giros de la Western Union. Según las actuales leyes Correos garantizará la prestación de un servicio postal universal hasta el año 2025. El futuro augura una liberalización total del sector.

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