
En San Juan estaban clásicos como el Charlot regentado por Toñi (en pleno funcionamiento), tranquilos para la charleta sin estridencias, en el comienzo de la avenida Sancho el Fuerte o el Luces de la Ciudad, en la calle Monasterio de Urdax. Por ahí cerca andaban el elegante Golden en la Travesía Monasterio de la Oliva, con sus enormes butacones negros, el Katiuska, también en Monasterio de la Oliva, el Tio Enrique y el Valentinos en Monasterio de Velate y el Cole en la Avenida de Bayona. El Melibean en Virgen del Puy, era ideal, por su tranquilidad, público y ambientación para parejas, como lo era también el Duques de Wellington, actual Welling, cerca de la Avenida de Barañain. Me acuerdo también del Aguacate en Obispo Irurita, especializado en zumos. También recuerdo el Rey Sancho en Sancho El Fuerte. En Monasterio de Aberín estaba el Villaconcepción, selecto local con decoración colonial que tenía fama de acoger lo más vip y “pijo” de la ciudad. Y para públicos gays estaban, en aquel entonces, el Conocerte es amarte o Lo que el viento…

En el Casco, aparte de los bares señalados en una entrada reciente, de pubs, propiamente dichos, en los primeros años 80 tan solo me acuerdo del Pompelo, en la calle San Francisco, antes de que se convirtiera en una barra americana. Era un lugar amplio, espacioso, decorado con un toque historicista, la piedra al descubierto en las paredes, algunas armaduras medievales, y una luz ambiental tenue. Por cierto en los finales de los 60 y primeros setenta, en las postrimerías del franquismo, en los barrios del cinturón industrial de Pamplona, comenzaron a proliferar las llamadas barras americanas con nombres tan exóticos como El Dragón Rojo, La Laguna Negra, Suzi Wong, Todosí, etc. En el Casco había también en aquellos años algunos establecimientos que fueron también pubs o al menos que funcionaban como tales, alejados de la tipica tasca o bar de lo Viejo: fueron el Corners en la calle del Carmen, el Disco Club 29 en la Curia, el Bearin en la plaza del Castillo, o el Viana de la calle Jarauta, etc. Algunos establecimientos de la Bajada de Labrit como el Cavash, Kabiya o el Katos tenían, además, desde finales de los 70 la calificación de disco-pubs, con un espacio de baile y un horario equiparable al de las discotecas, alguno de ellos, como el Cavash, incluso tuvo, en los finales de los años 60, actuaciones en vivo de forma periódica.