Pamplona año a año: 1884. El año en que Alfonso XII visitó la ciudad
Tres temas suscitaron el interés de la corporación pamplonesa este año. La traída de agua potable a Pamplona fue uno de los asuntos que más reuniones municipales provocó este año. Aunque el tema venía de antiguo. Ya en el año anterior, 1883, se había decidido que el lugar de procedencia de las aguas para Pamplona sería el valle de Ollo y más concretamente el manantial de Arteta, sin embargo uno de los principales obstáculos era la financiación del proyecto. Se exploraron diferentes vías: se sondeó al Crédito Navarro por si podría financiarlo, se barajó la creación de una sociedad privada con socios que financiasen el proyecto, incluso se estudió acometer directamente las obras y recuperar la inversión realizada con la aplicación de las oportunas tarifas municipales de suministro. Algunos concejales sugerían hablar con Salvador Pinacquy que hacía pocos años, durante la tercera guerra carlista, había ideado artilugios para subir el agua desde el rio a la ciudad, pero parecía que era una opinión bastante generalizada entre los munícipes, -lo podemos comprobar acudiendo a las actas municipales-, que el agua del Arga no era muy recomendable para ser bebida. Recordaré que el proyecto de la traída de aguas se había planteado en 1881, y que tardaría once años más, desde 1884, en hacerse realidad. Aunque el proyecto se redactó en 1886 por el arquitecto municipal D. Blas Iranzo, el Ayuntamiento no tenía capacidad económica para ejecutarlo y tuve que externalizar tanto la realización del proyecto como su explotación. El 5 de julio de 1893 se creó la Sociedad Anónima Conducción de Aguas de Arteta formada por industriales, comerciantes y otros miembros acomodados de la sociedad pamplonesa. Las obras fueron dirigidas por el ingeniero Ramón Aguinaga y se realizaron en menos de dos años. La traída de aguas se inauguró el 6 de julio de 1895. El 18 de julio de 1940 el Ayuntamiento municipalizó el servicio del agua, cesando el cocontrato con Aguas de Arteta y creándose el Servicio Municipal de Aguas.
Otro de los temas que se había convertido en una perentoria necesidad en esos años era la de acometer el Ensanche de Pamplona. En diferentes entradas he hablado del hacinamiento de la población, -unos 30.000 habitantes en lo que es hoy su Casco Antiguo-, y la oposición del Ministerio de la Guerra a la construcción de edificaciones «fuera puertas». Aprovechando la necesidad de construir unos nuevos cuarteles para los militares de la plaza, el Ayuntamiento volvió a plantear al Ejército la posibilidad de construir en los barrios de Rochapea y la Magdalena y la de «poder extender las edificaciones públicas y particulares por los glacis de la Ciudadela, derribando parte de sus murallas que dan frente a la ciudad». El Ejército demandaba, por otra parte, el urgente saneamiento de los fosos de la Ciudadela. Cuando hablaban del glacis interior de la Ciudadela se referían a la zona derecha del portal de San Nicolás, en dirección a la Taconera, en cuya parte izquierda y desde cierta distancia de los bastiones de la Ciudadela se dispondría de terrenos fijados por los ingenieros militares, es lo que años más tarde conoceríamos como Primer Ensanche. En Rochapea se trazaron planos y salieron a pública subasta terrenos perfectamente delimitados aunque este primer ensanche sobre los planos nunca llegaría a realizarse. Los terrenos de la Magdalena quedaron finalmente excluidos de esos primeros proyectos.
El tercero de los temas fue el proyecto de un tranvía para la ciudad. Lo presentó el industrial Esteban San Román inicialmente en agosto de 1883 y después de los oportunos requerimientos municipales volvió a presentar la memoria completa el 21 de febrero de 1884 con un presupuesto de 52.000 pesetas. La red tenía una extensión de ocho kilómetros y después de recorrer las principales calles de la ciudad salía de ella por tres puertas: las de San Nicolás, Rochapea y Portal Nuevo. La primera terminaba en la Cruz Negra y las dos últimas que se reunían en el puente de la Rochapea se dirigían al muelle de mercancías de la Estación del Norte y por otro hasta el prado de la Lana por delante de la fábrica de gas. Había, además, un ramal que desde Cuatro Vientos se dirigía a la Gran Tejería Mecánica pamplonesa. El proyecto tenía como nombre «Tranvía de mercados y estaciones para la ciudad Pamplona». A pesar de contar con el beneplácito de Ayuntamiento y Diputación Foral este proyecto de tranvía por tracción animal sobre rieles no consiguió avanzar demasiado ni en este año ni en el siguiente pese a que en 1885 se le otorgaría al señor San Román la concesión del tranvía por un periodo de 60 años. El proyecto se fue retrasando año tras año. Se le fueron concediendo prórrogas que fueron caducando una tras otra encareciéndose considerablemente el proyecto hasta el punto de que en 1890 el promotor pidió al consistorio un anticipo de 150.000 pesetas para iniciar las obras. El 22 de julio de 1897 el Ayuntamiento daba por caducado y finiquitado el proyecto, un proyecto que se había quedado obsoleto por los años transcurridos y las continuas dudas municipales. En 1895 a la tracción animal del mentado tranvía se le había añadido fuerza eléctrica mediante unos motores auxiliares.
El 28 de abril de 1884 se produjo una pequeña insurrección de carácter republicano dirigida por el ex-capitán de Carabineros, el pamplonés D. Higinio Mangado. La incursión de una treintena de hombres se saldó con la muerte de ocho insurrectos en la zona del monte de Nabala, incluido el propio Mangado, además de un carabinero por parte de las fuerzas de carabineros y guardia civil que se les opusieron. Fueron capturados cuatro insurrectos a los que se les condenó a cadena perpetua. Mangado había participado en los sucesos revolucionarios de Seo de Urgel de 1883 que al fracasar le obligó a pasar la frontera. Por cierto a la calle Nueva se le dió su nombre entre los años 1931 a 1936. Paralelamente a los sucesos de Navarra se produjo en Gerona otra insurrección, esta vez de oficiales, que fracasada se saldó con el fusilamiento de dos de ellos. Aunque fue en 1885 cuando el cólera atacó con más virulencia la península fue en este año 1884 cuando la epidemia llegó a Europa. En España los primeros casos detectados se produjeron en Levante. En Pamplona, poco antes de San Fermín, se hacían las primeras recomendaciones higiénicas para evitar la enfermedad pero el hecho es que no se detectó ningún caso de cólera a lo largo de este año.
En abril, el Ayuntamiento solicitaba a las Madres Recoletas permiso para trasladar la fuente que estaba frente a la Iglesia de San Lorenzo al centro de la plaza frente al convento. Las Madres aceptaron sin problema la solicitud municipal. Había temas recurrentes en estos años como el miedo a contagiarse de la rabia por parte de la población por lo que se promulgaron bandos municipales para ejercer un mayor control sobre los perros o las autorizaciones para celebrar carnavales, a veces tan denostados por ciertos medios conservadores en los que casi siempre alertaban de algún incidente que lamentar. Se celebraron cuatro conciertos en Cuaresma organizados por la sociedad Santa Cecilia y hubo tras la Semana Santa de este año un par de corridas extraordinarias.
De los Sanfermines no me repetiré respecto al año 1885, destacando tan solo actos, hechos o noticias que no haya mencionado anteriormente. La Feria de Ganado se celebraba en el glacis interior de la Ciudadela. Había otro recinto ferial donde se vendía géneros, tejidos, bisutería, quincalla y otros objetos a lo largo del Paseo de Valencia. Y las tradicionales barracas se colocaban en el glacis exterior de la Ciudadela. Gaiteros y chunchuneros animaban las calles además de las dianas, antes del tradicional encierro que comenzaba desde el portal de la Rochapea a las 6 de la mañana. Los toros no se contemplaban en el Gas sino en el Sario. Este año no acudió a Pamplona Pablo Sarasate. Sería el único año en que no lo hizo desde 1876 a 1908. Este año, además de los Conciertos Matinales en el Teatro Principal actuó una Compañía de Zarzuela que puso en escena seis obras. Además de los fuegos artificiales se iluminaba con gran despliegue el Paseo de Valencia. También este año actuó la funambulista Remigia Echarren como lo había hecho en 1883.
El 12 de agosto de 1884 el rey Alfonso XII llegaba a Pamplona. Unos días antes había estado visitando las obras del Fuerte que lleva su nombre. Llegó a la estación del Norte a las doce menos cuarto, donde le esperaba la Corporación que bajó al lugar precedido de maceros, alguaciles, timbales y clarines junto a la comparsa de gigantes y cabezudos. A continuación el monarca montó a caballo siendo acompañado por el Ministro de la Guerra y el Capital General del Distrito y los estados mayores militares. Tras ellos las autoridades civiles y militares de la provincia. Posteriormente el Gobernador Militar, a las puertas de la ciudad, le ofreció simbólicamente las llaves. Hubo cañonazos y repique de campanas. El rey siguió montado en su caballo por las calles Mayor, Bolserías, Mercaderes y Curia hasta llegar a la Catedral. Tras el acto en la Seo, bajo por Navarrería, Mercaderes, Chapitela, plaza del Castillo hasta el Paseo de Valencia donde se encontraban formadas las tropas de la guarnición. Almorzó en el Ayuntamiento y por la tarde, antes de acudir a la plaza de toros, visitó la Capilla de San Fermín. La corrida era de la ganadería del Conde de Espoz y Mina, antes Carriquiri y a tenor de lo comentado en la prensa local no pasó a los anales de la tauromaquia. Buena parte del publico asistente que llenaba la plaza entró de favor. La cena se celebró en el Palacio de Diputación y fue servido por el hotel La Perla. Por la noche el monarca asistió a una función de opera en el Teatro Principal. En un intervalo de la función se quemó en la plaza del Castillo una colección de fuegos por el pirotécnico Ciriaco Berastegui. Al día siguiente el Rey volvía a su palacio de la Granja.
Los sanfermines chiquitos de 1884 transcurrieron sin actos festivos populares, tan solo se celebraron funciones religiosas. En agosto se anunciaba la venta de las casas números 44 a 47 de la plaza del Castillo que serían adquiridas por el Crédito Navarro para construir un nuevo edificio, el primero con armazón de hierro. La obra finalizó en 1888 y en sus bajos se ubicó el Café Iruña y en el primer piso el Casino Principal. El balance de las cuentas municipales arrojaba, este año, un balance positivo de 2.368,58 pesetas, con 988.552,31 pesetas de ingresos y 986.183,73 pesetas de gastos.
Fotos por orden de aparición: Nº 1: Retrato de Alfonso XII (1884). José Casado del Alisal. Colección Palacio Real de Madrid. Nº 2: Memoria «Tranvía de mercados y estaciones para la ciudad Pamplona». 1884 Archivo Municipal de Pamplona. Nº 3: Memoria «Tranvía de mercados y estaciones para la ciudad Pamplona». 1884. Pedro Artajo, ayudante de obras públicas. Fondo Diputación Foral y Provincial de Navarra, Sección Caminos y Obras Públicas, Subsección Ferrocarriles, DFN,Caj.41066/2. Nº 4: Iglesia de San Lorenzo antes de su remodelación. ca. 1880. Roldán e Hijo. Archivo Municipal de Pamplona. Nº 5: Cartel de San Fermín de 1884.