Estampas de antaño: Juegos y otras diversiones infantiles en el viejo Pamplona (1970-75)









En el mismo terreno del ocio infantil que recuerdo en esta entrada estarían los cromos y los primeros tebeos. De aquellos lejanos albumes infantiles de cromos, de tamaño generalmente más ancho que largo, y que pegábamos con una pasta blanca y más tarde con el inolvidable pegamento Imedio, recuerdo uno de coches (1975) (mi hermano llegó a coleccionar uno de motos, en 1976), uno de países, y otro, magnífico, de «Billetes del mundo» (1974) (de este último recuerdo muchos de aquellos billetes no así el álbum). Sin olvidar un album que ya cité en la entrada de «Recuerdo de mi colegio», el del Antiguo Testamento, de todos los cuales dejo aquí una breve muestra. En cuanto a los tebeos, el tebeo que recuerdo con más agrado era el del «Capitán Trueno» y en menor medida el Jabato. Recuerdo que un amigo de la vecindad tenía un volumen completo de aquellos antiguos tebeos del Capitán Trueno, de color salmón, y cuyas aventuras nos sumergían en increíbles historias de batallas, lances y rescates de hermosas princesas. En la escuela alguna vez nos regalaban una revista que se llamaba «Piñón», revista de historietas, suplemento de la publicación «El Magisterio Español». También en casa recuerdo haber visto algún ejemplar de la Colección Trinca de la editorial Doncel (1971) (de aquella colección magnífica en su presentación y dibujos recuerdo la historia del Cid y otras historietas de temática diversa, como «Manos Kelly», «Los Guerrilleros» y «Haxtur»). También de estos comics y albumes de cromos dejo unas cuantas muestras.
Eramos niños pero junto a lo que hacían el resto de niños, que era jugar, en mi casa y en relación con el tiempo del ocio prendió muy pronto el hábito de la lectura y ya no solo de libros infantiles o juveniles. Junto a los libros que ya en el Ave María nos dejaban para leer, aquí generalmente cuentos universales (de Andersen y los hermanos Grimm), clásicos españoles de Editorial Doncel y fabulas clásicas (de Esopo, Iriarte, Samaniego), en la Carbonilla (1973-74) recuerdo haber leido «Corazon» de Edmundo de Amicis, incluso recuerdo que había un libro de texto de lecturas (con cuentos como los de El traje del emperador, Los viajes de Gulliver o Lohengrin), y en el Cardenal Ilundain, ya las lecturas eran de temática mucha más variada: aventuras (Marco Polo, El libro de la Selva, Viaje al Polo Norte), juveniles (El Diario de Daniel, creo que se llamaba) o ciencia ficción (2001, una odisea del espacio). En mi casa los primeros libros que recuerdo haber visto y leído fueron «La Odisea», «La Eneida», «La Isla del Tesoro», «Crimen y Castigo», libros clásicos de la editorial Bruguera Libro Amigo; Sopena y la colección RTV Salvat. De aquel temprano, yo diría que precoz hábito a la lectura de los clásicos, tenía apenas seis o siete años, imagino que me ha venido la afición a la literatura que he mantenido a lo largo de toda mi vida. Reproduzco la portada de un libro antiguo, muy antiguo, profusamente ilustrado, que le regalaron a mi hermano por haber ganado el Concurso de Redacción del Ximenez de Rada, patrocinado por Coca Cola allá por el año 1971 y del que guardo un bonito recuerdo y que aun conservo en mi biblioteca. Eran las «Aventuras del Sastrecillo Valiente y otros relatos» de Antonio de Trueba.
Estos juegos son casi modernos para mi,pero que ilusión me hacia ver a mis hijos disfrutar de ellos.¡Si hasta los "Reyes" jugaban con ellos! GraciasCharli una vez mas.