Los cines del viejo Pamplona (1912-2019)
ACTUALIZADA. Los cines de nuestra ciudad, muchos de ellos desaparecidos, constituyen una parte de nuestros recuerdos y nuestras vidas. Allá por los años 70 y 80, constituía una de nuestras principales ocupaciones el fin de semana, la única junto a las salas de juego hasta los 14 o 15 años y compartida con las salas de fiesta y discotecas, a partir de los 16. De aquellos años en los que íbamos al cine vimos desaparecer a lo largo de los años 80 y 90 uno a uno el Arrieta, el Avenida, el Guelbenzu, Chantrea, Rex, Aitor, e Iturrama hasta llegar al último cierre, el de los Príncipe de Viana en el año 2005.
Hablar de cine en Pamplona es hasta 1982 hablar de la SAIDE (Sociedad Anónima Inmobiliaria de Espectáculos). La Sociedad, como tal se constituye en 1942 pero sus orígenes se remontan a través de las personas que la hicieron posible a algunas décadas antes. En 1922 se crea la empresa Euskalduna que inaugura al año siguiente y en la avenida de San Ignacio el Coliseo Olimpia (en la foto adjunta), un local emblemático que además de ofrecer cine, tenía una amplia sala (con gallinero) donde ofrecería otro tipo de espectáculos: teatro, espectáculos musicales, etc. El principal impulsor de esta sociedad fue el empresario textil Alvaro Galbete que tenía un telar en la calle San Agustín. En ese local de su propiedad se inauguraría en 1931 el primer cine construido específicamente para tal fin: el Proyecciones, de corta vida, pues se cerró en 1933.
Eran socios de la sociedad Euskalduna otros prohombres de la sociedad pamplonesa de aquella época como Ramón Bajo Ulibarri, Bonifacio Gurpegui, Eugenio Jimeno, Sagaseta de Ilurnoz, Pedro María Galbete y Serapio Zozaya que sería cofundador de la SAIDE. Por cierto esta sociedad también explotaba otros espectáculos como el frontón Euskal Jai de la calle San Agustín. En 1928, la sociedad Euskalduna vendió el Coliseo Olimpia a la Sociedad Anónima General de Espectáculos (SAGE) que contaba con salas por todo el estado. La SAGE explotó el Olimpia hasta 1936 en que lo subarrienda primero y lo vende luego, en 1940, a la empresa Erroz y San Martín empresa que tenía la concesión del Teatro Gayarre desde 1932, con derecho a explotar el Teatro, como cine, al menos durante los siguientes 50 años. El Gerente de Erroz y San Martín era, a la sazón, Serapio Zozaya que fundaría la SAIDE en 1942.
En 1935 Erroz y San Martin había comprado el Proyecciones, después de dos años de permanecer cerrado y lo había reabierto con el nombre de Novedades. En 1938 la empresa compraba un solar en la calle García Castañón y construía un nuevo cine que inauguraría en junio de 1940: el Cinema Príncipe de Viana, obra del arquitecto José Yarnoz. Así pues la SAIDE nacía en 1942 con dos cines propiamente dichos: el Novedades y el Príncipe, además del Gayarre y el Olimpia. El Príncipe de Viana era un cine elegante, la pantalla más grande de todas las existentes hasta entonces, un aforo amplio, de unas 700 personas en butaca de sala, 1.200 en total, contando las butacas de palco y el gallinero o anfiteatro que vemos en la fotografía. En las paredes junto a la pantalla, había dos pinturas murales, obra del pintor Eduardo Santonja Rosales, una de las cuales representa al Príncipe de Viana de cacería y otra un palacio con músicos y sus instrumentos, tal y como vemos en la siguiente foto.
En la década de los 40 se inaugurarían el Cine Alcazar (1942) en la plaza de la Argentina que lo explotaría la SAIDE desde 1950 y el Cine Avenida (1943), en la calle Estella, este último un cine pequeño, con poco más de 200 butacas pero muy bonito, diseñado, al parecer por Victor Eusa. En los años 50 la SAIDE comenzaría a abrir salas de cine en los barrios, el Amaya, en Marcelo Celayeta, en la Rochapea en 1951, el Chantrea, en la calle San Cristobal, en la Chantrea, en 1957 y en el comienzo de los 60, concretamente en 1963 el Guelbenzu, en la calle del mismo nombre, en la Milagrosa. Paralelamente no descuidaría el centro de la ciudad abriendo el Rex en 1957, en la calle Paulino Caballero, el Olite en 1961 y derribando el Olimpia a mediados de 1963 para abrir al año siguiente en su lugar el Cine Carlos III en un gran edificio de oficinas, donde tendría además su sede social la SAIDE. La SAIDE sería dirigida después de Serapio Zozaya por su hijo Félix y más tarde por su nieto Alberto. Este cine inaugurado a finales de 1964 sería a partir de este momento la joya de la corona, con la pantalla más grande, el mayor aforo, 1.500 butacas, y las mejores instalaciones de todos los cines de la ciudad. En la foto siguiente vemos la fachada del edificio tras su conversión en multicines y su nueva imagen corporativa.
A finales de los 60 comenzaría la primera gran crisis de los cines tras la aparición y extensión de la televisión y de otras formas de ocio. La SAIDE reformaría el Novedades mejorando su acústica y ampliando la pantalla, reabriendolo como Cine Arrieta en 1968, pero comenzaría a cerrar cines, el Amaya en 1970, del que ya he hablado en otra entrada del blog. Tal y como he comentado en la anterior entrada sobre los cines empecé a acudir al cine de manera regular allá por los años 74 o 75. Así algunas de mis primeras películas en la enorme pantalla de la Sala Carlos III fueron Karthum en 1975 y una entretenida versión de King Kong ( en 1976) con una jovencísima Jessica Lange, en los inicios de su carrera. También vi en esta enorme sala otras películas como «Suspiria», «Abismo», «Terremoto», «El coloso en llamas», «Tiburon», «ET» o «Encuentros en la tercera fase», entre otras.
De los cines que me quedan por comentar, al cine Rex, apenas acudí un par de veces. Se cerró en 1987. Era un cine amplio y me consta que en los años 60 y 70 se daban proyecciones matinales por parte del cine club universitario. Tras su cierre albergó las oficinas de una empresa inmobiliaria. Al Chantrea creo que acudí una sola vez. Era el típico cine de barrio, bastante austero en su decoración. Se cerró en 1988.
En 1974 todavía había una clasificación moral de las películas de cine que iba del 1 al 4 en el que el 1 significaba que la película era para todos los públicos, incluso niños hasta los 14 años, el 2, para jóvenes de 14 años cumplidos hasta los 21, el 3 para mayores de 21 años cumplidos en adelante, el 3-R: para mayores de 21 años aunque con reparos., pues se exigía una solida formación moral y la 4, por último, estaba reservada para las películas que se consideraban gravemente peligrosas. Esta clasificación desaparecería en 1978. A partir de entonces aparecería aquello de «Mayores de 18 o menores acompañados». Con la transición democrática llegaría un aluvión de cine erótico a las pantallas pamplonesas, al igual que sucedería en otras ciudades españolas. En 1978, de un total de 11 o 12 películas, más de una tercera parte eran, el fin de semana eróticas o incluso clasificadas S, concentradas en unas cuantas salas y en las que aparecía aquella coletilla de «Se advierte al público que esta película puede herir la sensibilidad del espectador», clasificación que también se aplicaba a aquellas películas de extrema violencia, como «Holocausto caníbal».
Tras la primera gran crisis de finales de los 60 y sobre todo de los 70 llegaría otro gran bajón en los años 80, con la aparición del vídeo doméstico. Las salas únicas dieron paso a los multicines. A finales de 1982, el histórico cine Príncipe de Viana daba paso a tres salas, una grande en el piso de arriba, de 500 butacas, que vemos en la foto adjunta, y dos abajo, con casi 200, cada una. Con esta obra de reforma se suprimía el gallinero o anfiteatro, al que accedía, en otros tiempos, la gente con menos recursos. En tiempos contaban con gallinero casi todos los cines: el Gayarre, el Olimpia, el Príncipe, el Alcazar. ¡Que incómodos eran aquellos gallineros, sin apenas espacio para estirar las piernas y con aquellos ángulos de visión imposibles!. En aquellos dorados tiempos de la exhibición cinematográfica era también moneda común la entrega del llamado programa de mano, con información sobre la película, que yo, la verdad, no los conocí. En los años 40 y 50 había salas que estrenaban películas y otras que no, que se nutrían de reposiciones, entre las primeras se encontraban el Príncipe, el Gayarre, el Rex y el Olimpia que luego se convertiría en el Carlos III, entre las segundas el Avenida y el Alcazar, además de las de los barrios.
También en esos años 80, al que aludo en el anterior párrafo, se reconvertiría en multicines el cine Olite con la inauguración de 4 nuevas pantallas. Aparecía en el panorama de las salas rompiendo el cuasi monopolio de la SAIDE el complejo de cines Golem Baiona, con 5 nuevas pantallas en la ciudad. Años más tarde este mismo grupo abriría las salas Golem Yamaguchi orientadas a un cine más de autor, frente a las más comerciales del Baiona. Tuvieron, de inicio, un éxito arrollador. En aquel complejo de salas vi un montón de peliculas a lo largo de los 80, estrenos y reposiciones como «Amarcord», «Cuerno de cabra», «El tambor de hojalata», «Sacco y Vancetti», «Perros de paja», «El jovencito Frankenstein», «La vida de Brian», «Bajo el fuego», «Las bicicletas son para el verano», «Hellraiser», «La selva esmeralda», «Excalibur» o «Desafio total». Y también en esos mismos años, 1981-82, y de la mano del empresario Cayo Escudero, se abrieron los cines Iturrama, situados en la calle Iñigo Arista, de corta existencia pues cerrarían en 1997. En estos cines recuerdo haber visto allá por el año 1987, «Blade Runner».
La tercera y más profunda crisis llegaría en los 90, con la aparición de las plataformas digitales de televisión que te llevaban directamente el cine a la pequeña pantalla de casa. Las salas pasaron de recibir más de 3 millones de visitantes al año en los 60 a 600.000 en los 90. En la primera década del nuevo siglo y a pesar de las mejoras introducidas, las reformas y modernizaciones (se volvió a reformar el Príncipe en el año 2000, abriendo una cuarta sala y renovando la decoración con un estilo de vanguardia (como si fuese una caja negra, tal y como vemos en la fotografía) y también se reformaron, de nuevo, los Olite, en 1999, así como el Carlos III que se convirtió en multicines, con cinco nuevas salas) y sobre todo y a pesar del notable incremento de pantallas disponibles, fundamentalmente por la implantación de centros comerciales, el nº de visitantes a las salas de cine no llegó a los 2 millones. En julio de 2005 llegaría uno de los cierres más sentidos, el del Príncipe de Viana quedaría lugar pocos meses después a un bloque de apartamentos.
En febrero de 2014 se cerraban silenciosamente, sin anuncio previo los multicines Olite. Así acababa la trayectoria de un cine, reconvertido en multisalas, más de medio siglo después de su apertura. Otra triste pérdida para el cine, los cinéfilos y la ciudad. Los cines Carlos III se cerraron el 3 de marzo de 2016, más de medio siglo después de su apertura. Con este cierre desaparecía el último cine del centro de Pamplona y la SAIDE cesaba como empresa exhibidora. Otra gran pérdida para el cine, los cinéfilos y la ciudad. Ahora, y dejando a un lado a los cines Golem, quien desee ver cine en pantalla grande se tenga que trasladar a los centros comerciales. Qué pena. A finales de marzo de 2019 se acababa de derribar el emblemático edificio de los cines Carlos III, un edificio que formaba parte como otros cines de la memoria de nuestras vidas.
Creo recordar que en el cine Alcázar vi la representación de El enano saltarín
Sabéis qué año podría ser?
Saludos
Muy interesante la información aquí vertida.Me ha hecho recordar gratos momentos y hacerme sentir un poco de pena al pensar que ya no quedan ninguno de esos cines.Un saludo
Una peculiaridad de los 50’s, que no sé si se daba en otras ciudades, es que los domingos que jugaba Osasuna en casa, se cobraba además de la entrada normal, un pequeño suplemento, una especie de «canon de coincidencia», cuyo pago se justificaba ante el portero con un pequeño escudo de cartulina, que en mi casa llamaban «el emblema» («¿hoy hay emblema?»)
En que cine se proyectó en Pamplona «Dos hombres y un destino» , creo que en 1970?.
Las edades de la «Clasificación Moral» no son correctas. A partir de 18 años se podían ver todas, no 21.
Mi primera película «gravemente peligrosa» (4) fue EL PADRINO, la vi en el Mikael colándome con 16 años.
En 1950 se creó por parte de la Iglesia la “Oficina Nacional Clasificadora de Espectáculos” que tenía como objetivo dar a cada película, una vez estrenada en las salas comerciales, una calificación moral y religiosa con la consiguiente recomendación eclesiástica, siguiendo unos criterios y unas normas que se mantuvieron a lo largo de muchos años.
Películas Clasificadas 1 : Autorizadas para todos, incluso niños.
Películas Clasificadas 2 : Autorizadas para jóvenes.
Películas Clasificadas 3 : Autorizadas para mayores.
Películas Clasificadas 3-R : Para mayores, con reparos.
Películas Clasificadas 4 : Gravemente peligrosas.´
Te recuerdo que la mayoría de edad durante el franquismo estaba en los 21 años, aunque si que es verdad que ya en el tardo franquismo (finales de los 60 a 1975) y la transición (1976 en adelante) se controlaba la edad en los espectáculos públicos (cines, discotecas, etc) sólo a partir de los 18. Y la clasificación moral también se adaptó a esa realidad. Asi pues hubo una época (años 50 y parte de los 60) en que la clasificación moral se aplicaba a los mayores de 21 años y otra época más tardía, a los 18. La clasificación moral franquista desapareció en 1977.
Un recorrido extraordinario por la historia de la exhibición cinematográfica en nuestra ciudad. Como toda la información vertida en esta página, un fondo valiosísimo de conocimiento presentado con un estilo periodístico (en el mejor sentido de la palabra) no exento del barniz entrañable que aportan tus recuerdos personales. Enhorabuena y, sobre todo, GRACIAS.
Me ha traido al recuerdo un montón de vivencias (y horas quemadas en sus pantallas). Muy bien narrado y explicado.
Mi abuelo me contó que en lo años 50 iba al cine san isidro y en el teatro san isidro ( también era cine ); En villa Maria también había un cine llamado Vitori (No se si esta escrito correctamente pero se llamaba así.). Tienen mas informacion por favor comentar, gracias.
Desde luego que en Pamplona de España, no hubo nunca ni un Teatro San Isidro ni un cine llamado Vitoria. No se si te refieres a la ciudad colombiana de Pamplona
Que buena forma de refrescar la memoria y los viejos recuerdos.
Estupendo !
Alguién puede indicarme el aforo que tenia el cine Principe de Viana? Me consta que en la platea habia 700 localidades, pero tambien se citan los palcos y el anfiteatro. Pudiera ser 1700 localidades? Gracias.
Como viene en el texto eran 1.200 localidades, 700 en platea y 500 en palcos y anfiteatro. El cine más grande fue el Carlos III con 1.500 localidades.
Falta el cine Xabier. De la Parroquia San Francisco Javier. Se entraba por la Avenida de la Baja Navarra y el Domingo figuraba en la cartelera del periódico.
Martín
No falta. No aparece en esta entrada pero si aparece en otra del blog. Consulta la entrada de los cines parroquiales y de colegio en el blog donde también aparecen el Salón Loyola y el Salón Champagnat.
Martín, tu eres el marido de Gema, no?
Lee con atención en el párrafo 14, línea 6 se menciona el cine Aitor. En efecto la calle era Julian Gayarre y no Sanguesa que finaliza en su lado izquierdo bajando un poco antes
te olvida de mencionar el cine Aitor, creo que esta en la calle Julian Gayarre.