El teatro en el Viejo Pamplona (1930-1985)
El teatro nunca ha sido, en las últimas décadas, un espectáculo de masas en Pamplona sino más bien todo lo contrario, fue por lo general, salvo géneros menores, un espectáculo de élites o minorías cultivadas, acomodadas y más bien conservadoras en el último tramo del XIX o de jóvenes inquietos culturalmente y progresistas, en el último tercio del siglo XX. Y es que la cultura, en su más amplia acepción, y sus diferentes manifestaciones: cine, literatura, teatro…, han sido, con frecuencia, medios no solo de entretenimiento o diversión sino herramientas para remover las conciencias y cambiar el mundo o al menos para intentarlo. Desgraciadamente el mundo no ha cambiado demasiado, en muchos aspectos, en los últimos tiempos, y no lo ha hecho necesariamente siempre a mejor. De ahí que no sea casualidad que la edad dorada y más fructífera del teatro en Pamplona se inicie precisamente en una época de falta de libertades: a caballo entre las postrimerías del franquismo y de nuestra agitada transición. Pero bueno, vayamos hacia atrás en el tiempo, hablando, siquiera brevemente, del origen del teatro en nuestra ciudad, representaciones que, en sus orígenes, se confundían, como lo hacían en el resto de España, con el teatro religioso, los conocidos autos sacramentales, que se celebraban en fechas como las del Corpus o en las festividades locales, con autores vinculados a las iglesias y actores aficionados procedentes del pueblo llano o de los Estudios de Gramática de la época. A partir del siglo XVI el teatro adquiere un carácter más comercial, con compañías profesionales que empiezan a hacer giras por pueblos y ciudades. Las representaciones comienzan a celebrarse en espacios destinados especialmente para ello, relevando parcialmente a las iglesias. En Pamplona, tenemos que referirnos necesariamente a la Casa y Patio de las Comedias de la que tenemos referencia al menos desde 1608, ubicada en la confluencia de las calles Lindachiquia y Comedias, en los actuales números, 12, 14 y 16 de la calle Comedias, y propiedad de la Institución de los Niños de la Doctrina Cristiana precedente, en su actividad benéfica, de la Casa de Misericordia. (La citada casa estaría situada aproximadamente donde el viejo caserón que aparece en la foto de la calle Comedias del año 1925).
En este teatro, como en todos los patios y corrales de comedias de la época, había una clara segregación social, incluso por sexos, cada clase ocupaba un espacio diferente y separado del resto, en función de su ubicación en el escalafón social. Había, además, rigurosas ordenanzas o directrices para mantener la moral y las buenas costumbres. Durante 9 años, los que van de 1720 a 1729 no se hicieron representaciones teatrales en Pamplona por un voto que hizo la ciudad para librarse de una epidemia de cólera, del cual el tuvo que eximir el mismo Papa. A lo largo del tiempo se fueron representando comedias, entremeses, sainetes, títeres y espectáculos de danza y desde finales del XVIII opera italiana y otros espectáculos musicales. Cada espectáculo solía atraer un determinado tipo de público. Este teatro seguiría en funcionamiento hasta 1840 fecha en la que se construye, en la plaza del Castillo, en uno de los solares de las Carmelitas Descalzas, el antiguo Teatro Principal, luego Gayarre (desde 1903), cuya imponente fachada vemos en una de las fotos, de 1860, que encabeza esta entrada. Se inauguró el teatro en 1841 con la comedia «Un vaso de agua» y permaneció en pie en su ubicación hasta el año 1931 en que se trasladó a la naciente avenida Carlos III aunque manteniendo su fachada. Se inauguró con la misma función que lo cerró. El teatro sufrió una reforma importante en 1949 y una segunda en 1969 tras un pavoroso incendio que empeoró, dicen los expertos, su acústica. En las fotos que aparecen junto a este párrafo vemos el escenario y el patio de butacas original del Gayarre antes de la reforma del 49. Actualmente y tras 50 años de ser explotado por la SAIDE es un teatro totalmente municipalizado.
Ha habido otros espacios, al margen del Teatro Gayarre, que han servido para albergar representaciones teatrales. A finales del siglo XIX se instaló cerca de la antigua Audiencia el Teatro Circo Labarta, luego en 1891, el teatro se trasladó detrás de la plaza de toros vieja y más tarde se ubicó en el solar donde se construyó posteriormente el edificio de Telefónica en Cortes de Navarra. Ofrecía funciones de teatro, circo y zarzuela. Contaba con 500 localidades y varios palcos. Fue alquilado, posteriormente, a un valenciano de apellido Belloch y desapareció en 1915 a causa de un incendio. El segundo gran teatro pamplonés fue el Coliseo Olimpia, situado en la esquina de San Ignacio con Cortes de Navarra. Como ya señalé en la entrada dedicada a los cines, el Coliseo Olimpia se inauguró el 6 de julio de 1923 por la compañía lírica “Zuffoli-Peña”, con la opereta vienesa «La noche azul». En su escenario actuó la cantante de varietés Josefina Baker que protagonizó un sonoro escándalo para la época. El hecho se produjo, concretamente, el 8 de abril de 1930. Los periódicos conservadores de Pamplona calificaron el espectáculo de pornográfico con frases como las que siguen «ejecuta danzas lúbricas de salvajismo primitivo que excita los groseros instintos…haciendo ostentación de impudor cínico y desvergonzado…».Hubo una misa de desagravio en la vecina iglesia de San Ignacio y el teatro recibió diversas amenazas. El Olimpia albergó espectáculos de revista, variedades y actuaciones folklóricas (como vemos en el programa de mano, a la izquierda del párrafo), ya que las cláusulas del contrato de arrendamiento del Gayarre, no permitían este tipo de espectáculos. El grupo de teatro «El Lebrel Blanco», del que hablaré más adelante también tuvo un local teatral, fue el Pequeño Teatro de la calle Amaya, con capacidad para unos 300 espectadores, construido en 1976. La cesión del propietario, el constructor Huesa, terminó tras la colocación de una bomba en 1978 durante las representaciones de «Navarra sola o con leche» que destrozó la entrada y parte de la sala de butacas.
Otros locales pamploneses donde se representaron obras de teatro fueron los salones de Salesianos, Maristas, -cuya sala de butacas vemos en la foto de la izquierda-, Sagrado Corazón y por lo general muchos cines y locales parroquiales o de centros educativos. El cine Chantrea, desde 1982, y el Guelbenzu, reconvertido en una fallida aventura empresarial en el Teatro Mira albergaron actos teatrales. Me referiré brevemente a este último intento de crear un nuevo teatro en Pamplona. En julio del 2000, el antiguo Guelbenzu se reconvirtió en una sala de teatro de gestión privada con capacidad para 435 espectadores, aunque su actividad duró un mes. En noviembre de 2001 sus gestores realizaron un segundo intento que duró dos años. La falta de subvenciones públicas puso fin a la aventura, pese a que su director, como forma de protesta, hiciera una huelga de hambre durante 26 días. Actualmente el Zentral, aunque especializado sobre todo en música, ofrece de vez en cuando espectáculos de café teatro. Anteriormente tan solo se hicieron estos espectáculos de café teatro, de forma esporádica, en algunos bares o salas de fiestas, con una clara vocación de contacto directo con el público. Hasta los años 20 y 30 del pasado siglo no podemos hablar propiamente de grupos de teatro navarros. Al margen de la comercial, había representaciones privadas en gente con alto poder económico o en colegios y entidades culturales. El Ateneo de 1932 formó el grupo teatral SALDO que en 1934 representó «El coloquio de las edades». El Ateneo trajo este mismo año al teatro universitario «La barraca» con obras de los clásicos. En 1933 se formó en Pamplona un grupo de teatro, dentro de la Asociación de Estudiantes de Magisterio. El Circulo Carlista montó su grupo de teatro de la mano de Ignacio Baleztena con obras de Benavente y otras suyas propias, labor que seguiría impulsando el citado Baleztena dentro de la peña Muthiko Alaiak. Baleztena trabajó también mucho el teatro de títeres o «curriños de guiñol» con obras suyas, también de contenido político pro-carlista y representaciones por los pueblos. También hizo sus pinitos teatrales el sindicato UGT en los años anteriores a la guerra, los nacionalistas y diferentes instituciones católicas: Centro Mariano, Hijas de María, Servicio Doméstico, Salesianos, etc. Respecto a estos últimos, se trataba en la mayoría de los casos de dramas religiosos o clásicos, interpretados por cuadros de actores formados por integrantes de un solo sexo.
Tras la guerra las actividades teatrales se extendieron a algunas parroquias y otros colegios religiosos como los Maristas con temas religiosos, clásicos, zarzuelas o autores del régimen como Pemán y Vallejos. Estos cuadros de actores ya mixtos comenzaron a menguar y desaparecer mediados los años 50 con la explosión del cine y la irrupción de la televisión, los últimos en hacerlo fueron los del Servicio Doméstico y Salesianos. En esta época merece destacarse la obra del padre Carmelo, (cuya foto vemos junto al anterior párrafo), fundador de la Institución Cunas, que en 1949 creó la agrupación teatral «Tirso de Molina». El grupo duró hasta la muerte de su fundador en 1959, habiendo representado, en este período ,más de una treintena de obras. El padre Carmelo solía hacer durante las navidades representaciones teatrales basadas en cuentos de Andersen o de los hermanos Grimm a beneficio de la institución Cunas. En las funciones, celebradas en el Teatro Gayarre y en el Coliseo Olimpia, se realizaba el reparto de las cunas que la Institución daba a los niños de familias necesitadas. En 1959 se constituyó el “Teatro Universitario” de Navarra perteneciente al SEU. Más tarde, a principios de los años sesenta, se constituyó el “Club de Teatro del Estudio General de Navarra”. Con este grupo y otros que fueron surgiendo posteriormente, se fundó en 1970 el “Grupo de Teatro” de la Universidad de Navarra.
En 1964 nacía el primer cuadro teatral independiente, al amparo de los Salesianos. Provenían muchos de sus integrantes de la agrupación «Tirso de Molina» y comenzaron llamándose «Amadís de Gaula», para finalmente llamarse simplemente «Amadís», tras su fusión con el grupo de teatro de Salesianos. Obtuvieron diversos premios. En 1976 parte del grupo se unió al naciente Lebrel Blanco. Representaron más de una treintena de obras entre ellas «El bardo de Izalzu», con adaptación de Patxi Larrainzar. Vinculados a este grupo estaban Manuel Monje, Javier Escribano, Javier y José Garín entre otros. En 1967 nace el grupo «Valle Inclán» vinculado a Salesianos que empieza a estrenar obras de vanguardia, de autores como Camus, Becket, Bretch, Arrabal. Desapareció en 1969. Durante el franquismo, al margen de estas experiencias locales, de vez en cuando arribaba a la ciudad alguna compañía nacional de repertorio, en el mejor de los casos, alguna obra seria, por ejemplo de Buero Vallejo, en el peor zarzuelas, revistas o la clásica representación sanferminera de Pedro Osinaga o Paco Martínez Soria, estas las recuerdo yo al menos en los años 70.
En 1971 nacía un grupo que hará historia en la ciudad. Me refiero a «El Lebrel Blanco». En el había actores procedentes del grupo «Amadís». Inicialmente hicieron obras infantiles y sus actuaciones se celebraban en el Gayarre los domingos por la mañana. Posteriormente se enfrentaron a obras más complejas como «Yerma», «1789», de la que ofrezco una foto junto a este párrafo y otras representaciones recibiendo diferentes premios nacionales. Entre 1976 y 1978 El Lebrel Blanco acometió varias obras polémicas vinculadas a cuestiones políticas de candente actualidad, me refiero a «Carlismo y Música Celestial», «Navarra sola o con leche» y «Utrimque Roditur», todas ellas escritas por Patxi Larrainzar (el conocido sacerdote de la Iglesia del Salvador que vemos junto a este párrafo), con numerosas representaciones, abundante público (nunca el teatro atrajo a tanta gente como entonces) y algunos premios en festivales nacionales. Dirigió el cuadro de actores de El Lebrel Blanco en este período Valentín Redin, realizando más de 40 montajes a lo largo de su historia. Del Lebrel Blanco, a finales de los 70 surgió la iniciativa de crear un Teatro Estable de Navarra, con tres partes, una escuela de teatro, cuya génesis inicial se remonta a 1979, el grupo de teatro El Lebrel y una asociación de espectadores que nunca llegó a funcionar. La escuela se instalaría finalmente en el antiguo cine Arrieta de la calle San Agustín y nació como tal en el curso académico 1985-86 a instancias de la Institución Príncipe de Viana y a partir de la demanda de los grupos de teatro y diversas personas vinculadas al ámbito teatral de Pamplona. Durante esta década y la siguiente se celebraron Semanas de Teatro a las que acudieron grupos como «Akelarre», «Els Joglars» o «Dagoll Dagom». Fue importante aunque no exenta de polémica la muestra teatral de 1984 en la Ciudadela, dentro de los Festivales de Navarra, con 14 grupos de teatro entre los que cabe citar «La fura dels baus». En 1980 el TEN (Teatro Estable de Navarra) se escinde, El lebrel blanco siguió un camino y la Escuela de Teatro, transformada en grupo teatral, otro.
En los años 80, comenzaron a nacer grupos de teatro en los institutos. De Navarro Villoslada saldría «Esperpento», nutrido por actores salidos de las experiencias teatrales de Ignacio Aranguren. De su teatro escolar, surgido en 1978, surgirán en el futuro numerosos actores y gente del teatro. A la derecha vemos una foto de una representación del teatro del Instituto Navarro Villoslada, con la actriz Amaia Lasa en escena. Aranguren, recientemente galardonado con el premio Príncipe de Viana, se atrevió con grandes textos y autores como Moliere, Bretch, Alarcón, Valle-Inclán o Buero Vallejo. La experiencia se reproduciría en los Institutos de la Plaza de la Cruz, de la mano de Mª Jose Goyache y en Irubide de la mano de Germán González. También ha habido grupos de teatro escolar en Salesianos, Maristas, Sagrado Corazón, Santo Angel y Jesuitas. Algunos grupos de esos años fueron Acuario, Xauli, Joko, Pinpilipauxa y su teatro de calle, Txingurritegui, etc, la mayoría de ellos especializados en montajes infantiles. En 1984 había 30 grupos teatrales en Navarra, la mayoría de corta e incierta andadura debido a la dependencia casi absoluta de subvenciones y contrataciones públicas. El teatro local de Pamplona no puede entenderse sin nombres como los de Valentín Redín, Ignacio Aranaz, Miguel Munarriz, Marta Juaniz, Jose Mari Asín, Ignacio Aranguren, Ana Goya, Aurora Moneo, Kollins, Grego Navarro, Angel Sagües y tantos otros de los que aunque no los cite no me quisiera olvidar.
Mención aparte merece el teatro de títeres o guiñol, que solían formar parte de los espectáculos festivos de las fiestas de San Fermin, desde épocas tempranas y que atraía a gran cantidad de público y no solo infantil. Además de Ignacio Baleztena, en el cultivo o promoción de los títeres cabe señalar a Alejandro Martínez Erro que tenía una tienda de objetos religiosos en la bajada de Javier, el madrileño Maese Villarejo que colocaba su teatrillo en la plaza de San José o el Retablo de Figurillas de Juan Faro y Ana Bueno, el alemán Kurt Rahier o el grupo La Buena Estrella, etc. Teatro popular y representaciones religiosas aparecen diseminadas por la geografía foral, «El Misterio de Reyes» en Sangüesa o «El Misterio de Obanos» son buen ejemplo de ello. La radio ha servido también de vehículo para el teatro, Radio Pamplona, anteriormente Radio Requeté emitió desde 1945 a 1957 semanalmente obras de teatro, todos los sábados, a partir de las 22.30 con obras de Pemán, Benavente, Muñoz Seca, Quintero, etc. El cuadro de actores procedía del grupo de teatro de los Salesianos. Las emisiones acabarían cuando se impuso la programación en cadena en la radio.
Fotos por orden de aparición: Nº 1: Calle Comedias (1925) con el lugar aproximado donde se ubicó el primer teatro de la ciudad. Pamplona, calles y barrios. José Joaquín Arazuri. Nº 2: Plaza del Castillo, con el Teatro Principal cerrando la plaza por su actual salida hacia Carlos III (1860). AMP. Nº 3 y Nº 4: Sala de Butacas (1927) y escenario del Teatro Gayarre. Archivo SAIDE y Navarra.es. Nº 5: Programa de mano de una revista musical en el Coliseo Olimpia (1944). Nº 6: Josephine Baker. Nº 7: Postal del Salón de actos de Maristas. Nº: 8: José Uranga Iraola conocido popularmente como el Padre Carmelo. Nº9: Representación del Teatro Estable de Navarra. Nº 10. Representación de la obra «Utrimque Roditur». Nº 11. representación de «1789» en el Pequeño teatro de la calle Amaya por el grupo Amadís. Nº 12: Francisco Javier Larrainzar. Escritor y dramaturgo. Nº 13. Cartel del Teatro Estable de Navarra. Nº 14. Ignacio Aranguren. Nº 15: Representación del teatro del Instituto Navarro Villoslada. Nº 16. Escuela Navarra de Teatro. (Años 90). Archivo Escuela Navarra de Teatro. Cartel de una representación de la Escuela Navarra de Teatro (1990).