Estampas: Aquellas cartas de antaño…
En la Navidad llegaba la felicitación del cartero como la que adjunto junto a este párrafo, para pedir el aguinaldo navideño. Había gente que coleccionaba sellos, -todavía los hay-, aunque la imagen que recordamos tanto en los sellos como en la monedas de aquellos años, -la vimos durante demasiado tiempo-, era la de Franco. Las cartas llegaban a menudo mucho más tarde de lo deseable lo que hacía que casi siempre mirásemos, al coger la carta, la fecha del matasellos, para ver cuando había salido del origen. Los buzones del portal, hoy casi huérfanos de cartas manuscritas y casi hasta de facturas, -casi todas han pasado al formato electrónico-, se convertían a menudo, y ante la falta de teléfono, en esa mágica puerta de entrada de mensajes y noticias de quienes tenías lejos. Eran tiempos en que los niños escribíamos con lápiz, por aquello de borrar si nos equivocábamos, -y claro que lo hacíamos-, y los mayores con bolis, plumas o estilográficas. ¡Cuantas historias se esconden en aquellas cartas de antaño!: cartas de amor, añoranza, separación o ruptura, cartas que anunciaban una feliz noticia, un nacimiento o un trabajo, cartas del hijo que estaba en la mili y escribía a la madre para que le mandara unos chorizos o más dinero o que se carteaba con la novia que había dejado en la capital o en el pueblo. Algunas hasta perfumaban las cartas como si quisieran transmitir parte de su esencia y presencia al enamorado que estaba lejos. Y tras esta primera parte de recuerdos personales voy a dar unas cuantas pinceladas sobre el correo postal y el servicio de correos en el Viejo Pamplona
El correo postal es tan antiguo como la escritura y ha ido evolucionando a lo largo de la historia de la humanidad, adquiriendo mayor rapidez a medida que fueron mejorando los medios de locomoción. A partir del siglo XVIII es cuando el servicio de correos se convierte en responsabilidad del estado en España. En 1756 se creaba el oficio de cartero, y seis años más tarde se instalaban las primeras bocas de buzones. En 1850, que es un año decisivo, se dota el servicio de Correos de una flota propia de transporte y nace el sello como medio de franqueo o pago. En Francia se había adoptado dos años antes. En 1870 se instituía el reparto postal diario. La aparición del automóvil y luego del avión cambiaron las estructuras postales y aceleraron la entrega de la correspondencia. En 1899 se inauguró la primera conducción postal por carretera en Navarra. Entre 1905 y 1916 se establecieron servicios innovadores como la carta urgente (1905), los giros (1911) y los envíos contra reembolso, la Caja Postal y los paquetes postales (1916). En 1908 la Administración Central de Correos estaba en el nº 18 de Paseo de Sarasate, a la altura de donde hoy está el Bankinter. La de Telégrafos estaba en el nº 15, donde hoy hay una sucursal del Banco de Santander. A partir de 1924 ambos servicios compartirían el nuevo edificio que hoy conocemos en el nº 9 del Paseo. El correo salía, bien por tren a las localidades más lejanas, o en carruaje a los pueblos de la provincia. Había a principios de siglo 26 estafetas en la provincia y 86 carteros. La recogida de las cartas se hacía tanto en la Administración Principal del Paseo de Sarasate como en los estancos, a las 12 y a las 19.30, en los estancos de la plaza Consistorial y del Castillo (estanco de la señora Viuda de Rubio) había además una recogida especial a las 3 de la mañana.