Sociedades industriales y mercantiles en la Pamplona de inicios del S.XX
En otras entradas del blog he hablado de diferentes sectores económicos, bien del sector bancario o del ramo de los seguros en Pamplona a finales el siglo XIX e inicios del XX. En esta entrada hablaré de otras sociedades industriales y mercantiles de primeros de siglo así como del empleo generado en algunas de estas empresas. Evidentemente no son todas pero sí algunas de las más destacadas de aquel entonces. Al margen de las sociedades ya citadas en esas entradas otras sociedades y empresas de Pamplona que podríamos recordar en las primeras décadas del siglo eran las siguientes: La Sociedad de Conducción de Aguas de Arteta (Navas de Tolosa, 1 y luego 3) cuyo objeto social era el suministro de aguas potables y alumbrado eléctrico. A finales el siglo XIX la ciudad padecía graves problemas en el abastecimiento de agua a causa del incremento en el número de habitantes. Hasta entonces el agua le llegaba de Subiza. En 1886 se elaboró un proyecto para traer aguas del manantial de Arteta. El 13 de junio de 1893 se fundaba la sociedad «Conducción de Aguas de Arteta», para poner en marcha el proyecto que suministraría agua potable a la ciudad y su correspondiente salto hidroeléctrico. La traída de aguas se inauguró el 6 de julio de 1895. El 18 de julio de 1950 la sociedad Conducción de Aguas de Arteta fue municipalizada. Inicialmente contaba con una plantilla de 12 trabajadores, cuyo número se triplicaría tres décadas después.
La Gran Tejería Mecánica Pamplonesa cuyo objeto era la elaboración de toda clase de tejas, ladrillos y adornos arquitectónicos. Se fundó el 14 de noviembre de 1881. Con oficinas en el nº 8 de la plaza de San Francisco, ocupaba a 63 trabajadores en su planta de la Rochapea (en la zona de Euntzetxiki-Bustintxuri) y llegó a dar empleo, en su mejores momentos, a cerca de 120 trabajadores. Entre los socios fundadores estaban personas como Pedro Jose Arraiza, Juan Artola, Joaquin Baleztena, Miguel Cía, Felipe Gaztelu, Juan Iturralde y Suit, Pablo Jaurrieta, Ricardo Lipúzcoa o Francisco Seminario. Más tarde, en el año 1913 se crearía la nueva Tejería Mecánica de Industriales, entre los que estaban Andrés Gorricho, Diego Mina y Secundino Erroz, asentada cerca de los depósitos de agua de Mendillorri.
La Compañía Navarra de Abonos Químicos, conocida popularmente como Inabonos, fue fundada en 1908 por D.Canuto Mina y se dedicaba a la fabricación y venta de superfosfatos y sulfatos de cobre. También producía acido sulfúrico para la elaboración de superfosfatos. Tenía sus oficinas en el nº 20 de la calle Nueva y la fábrica en La Rochapea, también en la zona de Euntzetxiki-Bustintxuri, con cerca de medio centenar de trabajadores En 1921 tenía un capital de 3,5 millones de pesetas y obtuvo un beneficio de 668.000 pesetas. Presidía tanto la Gran Tejería Mecánica como la Compañía de Abonos Químicos Juan San Julian, que también regentaba un comercio en la calle Mercaderes que yo recuerdo existió hasta finales del siglo XX. Tras San Julian en 1926 la Compañía de Abonos Químicos fue presidida por Angel Mocoroa y posteriormente por Vicente Lipúzcoa. En 1985 la planta es adquirida por Grupo Roullier y en 2007 pasa a denominarse Timac Agro España, con sede central en Orcoyen, tras haber dejado las instalaciones que le habían acogido durante cerca de 80 años.
El Irati, con oficinas en el nº 30 del Paseo de Sarasate, dedicada a la explotación de fuerzas hidráulicas, maderas, alumbrado público, productos químicos y el ferrocarril eléctrico del mismo nombre. Presidía el Consejo de Administración, D. Domingo Elizondo que además fue su fundador. Contaba con más de un centenar de trabajadores. Otras hidroeléctricas eran la Electra Municipal, presidida por Benito Guibert y con Mauricio Guibert y Castor Archanco entre los vocales, con sede en el nº 67 de la calle Estafeta e instalaciones junto al puente de Santa Engracia (además contaba con dos centrales en Valcarlos y más de una veintena de trabajadores), o la Electra Valdizarbe, con sede en el Hotel la Perla.
En aquella ciudad provinciana, donde no había llegado aun la industrialización y sus grandes plantas o factorías encontrábamos talleres, pequeños negocios y fabricas emergentes como la de calzado de los Hermanos López, que en 1903 daba empleo a 65 personas en su planta ubicada en el nº 6 de la calle General Chinchilla aunque en 1910 se trasladaba a sus nuevas instalaciones de Cuatro Vientos; otra fábrica de calzado, la de Pablo Goñi, contaba en 1903 con 7 trabajadores, llegando a la treintena en 1941; la azucarera de Carlos Eugui, en esta misma zona, que además producía y distribuía aceites, vinos y licores. En total, los negocios de los Eugui daban empleo en los años 30 a cerca de 100 trabajadores. La sociedad Múgica, Arellano y compañía, era una sociedad regular colectiva desde 1934, con sede en el nº 2 de la calle General Chinchilla y planta, desde 1926 en la Rochapea, en el mismo edificio en que estaba hasta entonces la fábrica de Calzados López. La crearon en 1909 D. Daniel Múgica, D. Cornelio Arellano, D. Genaro Larrache y D. Joaquín Múgica. Esta sociedad tuvo su precedente en la sociedad Huici, Múgica y compañía fundada en julio de 1902. La sociedad se convirtió en sociedad anónima en 1956. Sus oficinas estaban en el nº 38 de Sarasate, esquina a Ciudadela y luego estuvieron en la calle Ciudadela. También en la Rochapea, desde 1918, y concretamente en el camino de los Enamorados, estaba la fábrica de curtidos de Bernardo Echamendi Erro que en 1936 contaba con 33 trabajadores.
Otras sociedades de aquella época eran: la Sociedad Iruña, propietaria del café del mismo nombre fundada en 1888, (como dato curioso en 1922 la sociedad facturó por valor de 336.020 pesetas y en el establecimiento sirvieron unos 450.000 cafés); La Fábril Navarra dedicada a la construcción de maquinaria agricola y otros productos para la la agricultura, con oficinas, talleres y almacenes en el camino de la Estación del Norte que para 1924 estaba en proceso de liquidación; la sociedad Cupriol, dedicada a la fabricación de sulfato de cobre tetracúprico; la sociedad Euskal Jai, propietaria del frontón cubierto de la calle San Agustín; La Información, propietaria del Diario de Navarra; La Protectora, cuyo objeto era la venta de carnes, sebos, pieles, tripas, etc, contaba con una veintena de socios y tenía su sede en el nº 10 de la calle San Saturnino; la sociedad Euskalduna, propietaria del Teatro Cine Olimpia, presidida por Alvaro Galbete y con Ramón Bajo Ulibarri y Serapio Zozaya en el consejo; la sociedad «Internacional» de Cayetano Lapoya dedicada a la industria maderera; la sociedad Argui-Ona, fundada en 1903 que fabricaba lamparas incadescentes o la sociedad El Arga presidida por Antonio Doria en el ámbito de los transportes.
Muchas eran las sociedades navarras que tenían su sede en Pamplona, aunque tuviesen sus fábricas en otras zonas de Navarra, Cementos Portland (en la calle General Chinchilla, 3 presidida en 1924 por Serapio Huici), con fábrica en Olazagutia; la Sociedad Mercantil Vinicola Navarra (Paseo de Sarasate, 19), fundada en 1881, con fábrica de alcoholes y bodegas de vinos en Biurrun-Campanas, Puente la Reina, Pitillas y Villanueva de Araquil, presidida en los años 20 por Manuel Aranzadi y con Eugenio Arraiza en la vicepresidencia; Aguas y Baños de Belascoain; La Industrial Sanguesina, fundada en 1903, cuyo objeto era la producción de energía eléctrica, fabricación de harinas, serrería y tratamiento de la madera con sede en el nº 11 de Navas de Tolosa y luego en la calle Ciudadela; La Vinicola Champanesa dedicada la fabricación del champan Ezkaba, con bodegas en los sotanos del Palacio de Justicia y de la calle Navarrería; la Sociedad Pamplonesa de Edificación, propietaria de la Casa de la Tradición (sede del Circulo Tradicionista y El Pensamiento Navarro en esos años) en la calle Jarauta 2-4, presidida por Justo Martinicorena, las sociedades Jaureguizar y Tipográfica Navarra, propietarias respectivamente de los locales del Centro Vasco en Zapatería, 50 y del diario nacionalista La Voz de Navarra.
En 1927 se constituía la sociedad Fuerzas Eléctricas de Navarra, presidida por Toribio López quedándose con los activos de la hidroeléctrica de Alloz, posteriormente absobería otras compañías hidroeléctricas como las Electras de Pamplona, Moncayo, Vozmediano, Irati, Estella, etc. También nacía en esos años la sociedad Fundiciones de Alsasua con Pedro Echarri y Fidel Veramendi en su consejo de Administración mientras Fundiciones del Bidasoa, fundada a finales del siglo XIX por destacados empresarios como Juan Seminario, Felipe Gaztelu, Pedro José Arraiza, Juan Artola, Estanislao Aanzadi, Canuto Mina, y Pedro Mayo, entre otros, entraba en proceso de liquidación siendo compradas sus instalaciones por una nueva sociedad formada por empresariso bilbainos, Fundiciones de Vera S.A. Otras muchas sociedades tipográficas, hidroelectricas y de transportes de viajeros tenían su sede o delegación en Pamplona. Y otras no navarras explotaban infraestructuras ferroviarias como la Sociedad Minero Guipuzcoana el ferrocarril del Plazaola o telefónicas como la Compañía Peninsular de Teléfonos.
Como hemos podido comprobar, en el mundo empresarial pamplonés de los años 20 se repetían una y otra vez los mismos nombres, Serapio Huici presidía Aguas y baños de Belascoain, Cementos Portland y era vocal de Irati; Juan San Julian, por su parte, presidió La Compañía de Abonos Químicos y la Gran Tejeria Mecánica Pamplonesa, y era vocal de la sociedad del Euskal Jai; Daniel Irujo tambien aparecía en varias sociedades: en La Información o en el Irati; Manuel Aranzadi presídía la sociedad Lorda Astiz (creada en 1925 y dedicada a la venta de maquinaria agrícola) y durante algún tiempo la sociedad Mercantil Vinicola Navarra, entre otras.
No estaba en Pamplona aunque ocupaba a muchísima gente la empresa de Villava, Onena. Su origen se remonta a 1846, aunque es desde 1874 cuando se empezó a introducir en la factoría la fabricación de pastas de madera. Fundada por la familia Ribed continuó como empresa familiar hasta 1881 año en que pasó a manos de sus acreedores. Desde 1900 estaba a nombre de Papelera Navarra, entre cuyos socios estaba uno de los empresarios más importantes de principios de siglo, Serapio Huici. En 1902 los activos se transfirieron a Papelera Española. Sin embargo su actividad quedaría paralizada a mediados de los años 20. En ese momento la planta daba empleo a 280 hombres y 60 mujeres. El director de la planta, Antonio Doria, había propuesto a Papelera Española la creación de una nueva línea de negocio que fabricaría bolsas a mano con los sobrantes de papel. Así en 1909 nacía Manufactura de bolsas Onena, cuyo primer director y propietario fue el propio Antonio Doria. En 1926 contaba con casi 500 trabajadores y 8 años más tarde con 388 trabajadores, 140 hombres y 248 mujeres.
Casa Sancena tiene su antecedente en Salvador Pinacquy y compañía, fundada en 1848 y formada por el mencionado Salvador y José Sarvy, ambos naturales de Bayona, quienes decidieron instalar en el Molino de Caparroso un negocio de herrería, fundición y construcción de máquinas, concretamente aperos y maquinaria agricola. En diciembre de 1890 fallecía Salvador Pinacquy y fue su cuñado Martín Sancena quien se hizo cargo de la empresa que por esas fechas ya se encontraba en la calle Mayor de Pamplona, donde permanecería hasta 1968 año en que se trasladó a la calle Joaquín Beunza, en La Rochapea. desde que Sancena se hizo cargo de la empresa se empezó a dedicar fundamentalmente al saneamiento y mobiliario urbano. En 1903 contaba con más de 30 trabajadores.
En el ámbito de la construcción destacaba en primer lugar la compañía Erroz y San Martín. La empresa fue fundada por Melchor San Martín Ripa, que comenzo su actividad en Navarra participando en la puesta en marcha de la infraestructura del ferrocarril del Irati. Su hijo Julio San Martín contactó en 1911 con Secundino Erroz y crearon la sociedad Erroz y San Martín. Fueron muchas las obras que acometió en la capital, entre ellos el nuevo edificio de Correos del Paseo de Sarasate o la construcción del Teatro Gayarre. En 1936 contaba con casi medio centenar de trabajadores. Tras la muerte de Secundino Erroz, sus herederos decidieron separarse en el ao 1943 y la empres pasó a llamarse Construcciones San Martín. Otras de las empresas constructoras más importantes de la época fueron las de los hermanos Justo y Rufino Martinicorena que construyeron la actual plaza de toros, diversos edificios del hospital de Navarra, la iglesia de San Ignacio, etc, entre otras. Con Rufino trabajó como encargado y jefe técnico Félix Huarte Goñi, quien junto a Emilio Malumbres crearia el germen de la futura poderosa constructora Huarte, en su inicio Huarte y Malumbres. Había, por otra parte, en la ciudad y alrededores diversas fábricas harineras que obtenían su producción de molturar trigos en sus diferentes molinos, todos ellos en las orillas del Arga; Asi, Viuda de Alzugaray (molino de Alzugaray, con 17 trabajadores), Agurruza e Iribas, sucesores de Miguel Ciganda (Molino de Ciganda), José Ilundáin (molino y fabrica de harinas de Ilundain). También estaba la fábrica de harinas «La Trinidad» de los Hermanos Sarasa, situada en la cendea de Cizur (Etxabakoitz), asi como la Harinera San Andrés (1931) germen de la actual Harinas Urdanoz.
Tres eran las empresas que a finales del siglo XIX se dedicaban a la venta de hierros, la de Antonio Echarri, con almacén en los números 19 a 23 de San Antón, la de Arizti Yaben en Paseo de Sarasate y la de Hijos de Fermin Goicoechea. Tambien habría que recordar a Apolinar Arrieta, creador de varias fundiciones de hierro en distintos puntos de la ciudad. Pues bien, en 1871 Antonio Echarri se asociaba con Juan Veramendi, sociedad que continuaría su viuda tras su fallecimiento. En el padrón industrial de 1903 descubrimos que en el negocio de Echarri y Veramendi trabajaban 28 empleados en el taller de fundición de camas y 12 obreros en un taller de cerrajería anexo. A comienzos de los años 20 el negocio se trasladaba de la calle San Antón a la esquina de Amaya con Arrieta. Posteriormente Pedro Echarri vendió el negocio a su yerno Tomás Aldaz. Tras la guerra el negocio siguió expandiéndose abriendo un nuevo almacen de grandes dimensiones en la Rochapea. Otra destacada empresa que se dedicó al negocio de los hierros fue, entre otras, la de Ochoa y Lacar. El origen de Ochoa Lacar se remonta a finales del siglo XIX, concretamente a 1894, año en que aparece bajo el nombre de Ochoa, Artola y Compañía, en el nº 5 de Navas de Tolosa, dedicada a la comercialización de hierros y carbones. En 1912, Doña Concepción Lacar, viuda de Niceto Ochoa, compraba a Artola su parte de la compañía, convirtiéndose en la única propietaria de la empresa. En 1917, Doña Concepción dejaba el negocio a sus hijos Daniel, Emilio y Abelardo, creándose la nueva sociedad Ochoa Lacar Hermanos. Sin embargo será Daniel quien tome las riendas del negocio junto a su hermano Abelardo ya que Emilio se dedicará a la medicina. El negocio crece y el local de Navas de Tolosa se queda pequeño, debiendo alquilar locales en distintas zonas de la ciudad, locales cada vez más grandes, naves en los que almacena productos de gran largura.