Estampas de antaño: el deshollinador (1965-1979)
Antiguamente, hace 40 o 50 años, cuando las casas de medio Pamplona tenían lo que se llamaba cocina económica, había unos hombres que se encargaban, una o dos veces al año, de limpiar las chimeneas de todas las viviendas. Subían al tejado y con diferentes instrumentos, entre los que destacaban una especie de grandes pesas, iban limpiando las chimeneas de cada uno de los vecinos, del hollín y el alquitrán de hulla acumulados, así como de cualquier objeto extraño que se hubiera podido introducir por ellas. Con el paso de los años ese servicio fue cada vez menos demandado. Las cocinas económicas fueron poco a poco desapareciendo de los hogares y el deshollinador subía por las escaleras, pregonando sus servicios, por si alguna vivienda seguía necesitando le limpiasen la chimenea, hasta que llegó un día en que no hubo chimeneas que limpiar.
Hace siete u ocho años había un par de empresas en toda Navarra que se dedicaban a prestar este servicio. Un buen deshollinador limpia las chimeneas desde arriba y desde abajo. A nosotros solamente nos limpiaban desde arriba, desde el tejado. Los vecinos limpiabamos todo el hollín que se acumulaba, en el último tramo, desde el deposito de ceniza que había bajo el horno de la cocina y lo hacíamos con una especie de hierro terminado en una plaquita rectangular, un rudimentario recogedor para aquellas cenizas. Hoy en da estas empresas no pueden vivir, dado el escaso negocio, solamente de la limpieza de chimeneas, practicamente inexistente en la ciudad y muy reducido en los pueblos. Es por ello que estas empresas se dedican también a limpiezas de canalones o calderas de comunidades entre otras ocupaciones.