Pamplona año a año: 1877. Se inaugura el Mercado de Santo Domingo

Terminada la tercera guerra carlista la ciudad recuperaba poco a poco su normalidad. Pamplona se seguía caracterizando por su  naturaleza profundamente religiosa y su condición de plaza fuerte. No había atisbos de conflictividad social a pesar de  que las condiciones de vida de la mayoría de la población eran bastante deficientes. Tampoco había demasiadas actividades lúdicas más allá de las fiestas de San Fermín o los carnavales. Las representaciones teatrales y las actividades más culturales en general eran consumidas preferentemente por las elites pamplonesas. El Ayuntamiento aspiraba a ir mejorando las condiciones de habitabilidad de la ciudad, reivindicando la posibilidad de poder  expandirse más allá de su recinto amurallado, mejorando el suministro de agua insuficiente después de casi un siglo desde la traída de aguas de Subiza y procurando mejorar la iluminación y la limpieza. En el mes de febrero se celebraron elecciones municipales. El sufragio era censitario, condicionado a la capacidad económica y posición social de los electores. Había cuatro colegios electorales y 686 teóricos electores de los cuales participaron esta vez sólo 143. Entre los concejales elegidos cabe destacar nombres como los de Tomás Irujo, Ignacio Apat, Marcelino Gayarre, Ignacio Navasal, Cecilio Oyarzun, Joaquín Lorda, Julián Ros, Ramón Etulain, Matías Múgica, Joaquín Jarauta o Joaquín Got. Como se puede comprobar abundaban entre los elegidos los industriales y comerciantes. Resultó elegido alcalde Esteban Galdeano.

Si el sufragio era censitario la llamada a filas era universal. Cada año se decretaba la fuerza del ejército  distribuida por cuerpos: infantería, caballería, artillería, etc. En 1877 se fijó para todo el país en 65.000 hombres. Correspondían a Navarra 1.216 hombres. Se autorizaba la redención a metálico por 2.000 pesetas. Los que abonaban esa cantidad quedaban eximidos del servicio. Y como he señalado anteriormente también estaba la figura de los sustitutos. Los llamados a filas podían pagar a un tercero, a un sustituto,  para que fuese al servicio por él. De 1859 a 1868 existió la Sociedad de Quintas bajo patrocinio municipal para librar a los jóvenes  del servicio militar. De 1869 a 1872 fueron redimidos por el Ayuntamiento  todos los quintos pertenecientes al cupo de Pamplona. De 1873  a 1876 no se exigieron a Pamplona los cupos correspondientes. La duración del servicio militar era de ocho años entre ejército y reserva y comenzaba a los 20 años de edad.

En 1877 no hubo demasiados acontecimientos de especial relevancia. La vida en la ciudad  transcurría sin pena ni gloria, sin grandes sobresaltos, roto tan solo por algún incidente provocado por el exceso de bebida o por algún atentado a las buenas costumbres morales. Seguían a buen ritmo las obras del Mercado de Santo Domingo que finalizaron en el mes de mayo. Hagamos un poco de historia de este establecimiento. El Mercado tiene su precedente en el año 1565, año en el que comenzó el Mercado General de la Ciudad, en el que, a excepción de la fruta, se vendía todo tipo de alimentos. En 1769 se construye un nuevo edificio de grandes dimensiones, el Pósito municipal. En la planta baja, en torno a un amplio patio con soportales, se instaló el mercado. Las carnicerías y pescaderías ocupaban tres alas quedando reservada la cuarta para los puestos de verdura y otros comestibles. En 1862 todo el edificio pasó a ser mercado de abastos. En la noche del 21 al 22 de mayo de 1875 un voraz incendio destruyó el Mercado de Santo Domingo, que  fue posteriormente reconstruido. En 1877 se inauguraba el actual mercado en el mismo solar del antiguo Pósito, cuya estructura se mantiene. Esto lo convierte en uno de los cinco edificios de mercados de abastos en activo más antiguos de España. A comienzos del año se debatió sobre la ubicación de una fuente en la plaza del nuevo mercado, así como sobre el cambio del nombre de la calle Comedias a calle Dos de Febrero. También se debatió sobre el traslado de la fuente monumental de Santo Domingo a la calle Descalzos acordándose finalmente su traslado a dicha calle. La nueva fuente colocada en la plaza de Santiago se trasladaría tras la reforma del Ayuntamiento en los años 50 a la plaza de San José donde permanece.

Me resulta chocante la al parecer enorme afición de los pamploneses por el baile. En enero y dadas las abundantes y variadas solicitudes el Ayuntamiento  acordó la subasta del Teatro Principal para bailes de mascaras. Hubo también bailes de mascaras y de otro tipo en el circo Labarta de la Estafeta, el Casino y diversas sociedades recreativas, además de en la plaza de toros vieja. En cambio las autoridades solían prohibir generalmente los bailes públicos al aire libre. Pese a ello no  obsta para que la juventud de los barrios, Rochapea, Magdalena, etc  solicitase autorización para los bailes de sus fiestas locales. El 12 de octubre solía ser bastante multitudinaria la merienda y también los bailes, otra vez,  que se celebraban en el soto de Lezkairu. Este año en el Teatro Principal hubo representaciones de una compañía cómica italiana y en sanfermines actuó una compañía de zarzuela española. También hubo en este espacio espectáculos de magia, acrobacia, etc. El Ayuntamiento, propietario del Teatro  sacó este año a subasta su explotación para los siguientes cuatro años. Ganó la subasta el industrial de la plaza Esteban San Roman. El balance de ingresos y gastos municipales arrojaba en 1877 un beneficio de 107,25 pesetas derivados de unos ingresos de 1.221.275,01 pesetas y unos gastos de 1.221.167,76 pesetas.

Respecto a los sanfermines, cabe destacar los siguientes aspectos: Joaquín Maya regalaba a la Corporación la partitura del himno a San Fermín, ejecutado por primera vez en las Vísperas de este año. En el Paseo de Valencia se colocó un  cubierto de madera para la venta de vasija,  ajos y otros objetos  y en los glacis de la Ciudadela se instalaron 25 casetas, entre ellas  casetas de comidas y bebidas, un tiovivo infantil y   barracas especiales para la exhibición de  figuras de cera y este año de una novedad, la «Galería de figuras eléctricas». En el Paseo de Valencia había una atracción en la que actuaban «perros y monos sabios» junto a una cabra al parecer también «sabia» llamada Esmeralda. Diferentes bandas militares tocaron en la plaza de la Constitución o del Castillo, con piezas bailables que hacían las delicias de la juventud. La contratación de las cuatro corridas con sus respectivas ganaderías y diestros corrió este año a cargo del Ayuntamiento. Respecto a los encierros eran muy pocos los mozos que corrían desde la Estafeta a la plaza de toros en aquella época. Años después serán los carniceros del mercado y de otras calles quienes precedan mayoritariamente a la manada de toros desde Santo Domingo.

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