Pamplona año a año: 1883. Gran éxito de «La Remigia». Obras, elecciones y cuarteles militares.

A finales de 1882 la casa Garbalena, entonces nº 43 de la plaza del Castillo, carecía de soportales o porches y de las consiguientes columnas y arcos que hemos conocido después. Los proyectos municipales pretendían prolongar los cubiertos ya existentes con diseño de arcos similares a los del Palacio de Diputación y además se había propuesto establecer una conexión entre la plaza del Castillo y la calle Zapatería. En las primeras semanas de 1883 se realizó la oportuna tasación pericial de los terrenos (cifrada en 32.118 pts)  y se determinó el importe por la indemnización que recibiría el propietario (2.032 pts) así como el monto de las obras (6.775 pts). Tras algunos ajustes tanto económicos como técnicos  entre las partes se iniciaron las obras en el mes de abril. El café Español perdía algunos metros con la obra, con la puerta de entrada ahora tras atravesar el nuevo porche o cubierto. Se eliminó, además, un urinario que había junto a la  casa Garbalena. El 17 de enero de 1884 comunicaba el propietario al Ayuntamiento que  había terminado las obras de los arcos y cubiertos de su casa nº 43. El Ayuntamiento debía abonar a Garbalena las 6.775 pts por la  construcción de los arcos. A partir de 1885 se iniciarían preliminares de una nueva fase modificadora de la parte lindante con la casa nº 42, también de propiedad de los Garbalena, a su vez contigua con la mencionada en la entrada anterior de los Herederos de Lipúzcoa.

Terminado el contrato de arriendo del Teatro Principal  a Ildefonso Zubiri, el Ayuntamiento sacó de nuevo a concurso su explotación, quedando desierto y tras una zarzuela de Luis Boggiero que según la iglesia atentaba contra la moral cristiana, sacó la temporada de verano, incluyendo los sanfermines,  a concurso, adjudicando a Eduardo Torres la contrata. Posteriormente se preparó el condicionado de explotación  para el  año siguiente  siendo elegido para explotar el contrato de arrendamiento Don Manuel Gamir y Aparicio. Buena parte de la decoración y efectos accesorios del Teatro estaban en deplorable estado por lo que se facultó al nuevo empresario a su renovación.

A primeros de mayo  (4,5 y 6) de 1883 se celebran nuevas elecciones municipales renovando como siempre una de las mitades. Votó un 48,35% del censo electoral, 1.512 personas sobre 3.127 electores posibles en los cuatro colegios tradicionales. Señala el periódico  «Lauburu» que de los doce concejales electos, ocho pertenecían a la candidatura fuerista apoyada por el rotativo  y cuatro a la contraria, la liberal. En la candidatura apoyada por el periódico «Lauburu» estaban Donato Cumia, Pedro Irurzun, José Mª Mencos, Joaquín Mª de Lecea, José San Juliaán; Mariano Ipar, Mauro Ibáñez, Luis Echeverría, Miguel Martínez de la Peña, Miguel García Tuñón y Tiburcio Guerendiáin. En la candidatura liberal estaban, Santiago Górriz, Leocadio Echarte, Joaquín García y Echarri, Manuel Puyal, Regino García, Rodrigo Erice, Antonio Guembe, Antonio Vilella e Hipólito Palero. Por orden gubernativa el alcalde pasaría a  ser Joaquín García y Echarri. Como en otras ocasiones citaré la composición íntegra de la corporación: Juan Ignacio Michelena, Mauro Ibáñez, José Ascunce, Fermín Roncal y Miguel García Tuñón como tenientes de alcalde, Arturo Campión y Luis Echeverría como Síndicos y como concejales: Doroteo Etuláin, Elías Mutiloa, José Aramburu, Miguel Martínez de la Peña, Luis Echeverría, Mariano Ipar, Andrés Rodríguez, José San Julián, Donato Cumia, José Javier Colmenares, Manuel Esparza, Justo Cayuela, Pedro Irurzun, Leocadio Echarte, Eusebio Sanz, Hipólito Palero y Manuel Puyal. Las reuniones municipales se celebrarían los jueves a las 4 de la tarde.

La prensa informaba de la enfermedad de Nazario Carriquiri. Por lo demás proseguían las cuestiones y problemas de años anteriores: la celebración de los carnavales, el cupo militar, el establecimiento de la cocina económica para atender a las clases más necesitadas. El análisis del agua del valle de Ollo, o sea del Manantial de Arteta había resultado positiva por lo que dicha opción seguía adelante. Teniendo en cuenta el éxito del año anterior se convocaría un certamen literario, científico y artístico  para San Fermín, aunque la verdad sea dicha a tenor de los resultados muchas tipologías o actividades quedaron desiertas. El concurso de ganados, sin embargo corría riesgo de no celebrarse. Poco antes de las fiestas llegaba la gacetilla informando de la próxima actuación de la compañía de acróbatas y gimnastas titulada «La Vasco Navarra» de la que formaba parte la célebre funámbula pamplonesa Remigia Echarren conocida artísticamente como  Mademoiselle Agustini.  Se anunciaba que Mademoiselle Agustini cruzaría el rio Arga sobre maroma el día 9 de julio. Hasta entonces había cruzado con éxito los ríos Ebro, Pisuerga, Guadalquivir y Nervión.

En la sesión del 12 de abril se planteó la instalación de luz eléctrica en la ciudad para San Fermín. El coste de catorce focos de alumbrado con luz eléctrica costaban 35.000 pesetas lo que ocasionó discusiones sobre el dispendio que concluyeron en una votación muy ajustada de ocho votas contra siete. Al parecer se limitaría la iluminación a la Plaza del Castillo y Paseo de Valencia mientras la Taconera y otros lugares se iluminarían con gas. El sr. Húder prefería emplear aquellos gastos en construir escuelas y lavaderos públicos. El nuevo sistema de iluminación terminaría sustituyendo al tradicional empleo de aceite y gas. A finales de agosto se instalaron cinco nuevas luminarias en el Paseo de Valencia con una potencia quince veces superior a la de los faroles existentes. Se terminaron las obras de reparación de desperfectos así como de señalización de la plaza de toros a la que aun le quedarían casi 40 años de vida. Su aforo era de casi 9.000 localidades sentadas, algunas más si se colocaban sillas en el ruedo. Los concejales planteaban, tras la reforma,  la subida del precio de las localidades.

Los Sanfermines se celebraron con las mismas características que años anteriores. Los arriendos de las casetas del Paseo de Valencia fueron  íntegros como siempre a la Casa de Misericordia. Las barracas se seguían colocando cerca del ferial de ganados. Se indicaba que habían sido retirados por la autoridad unos cromos que ofendían y cito textualmente la crónica periodística, la «venerable» clase sacerdotal. Bandas militares tocaban a diferentes horas del día y de la noche: por ejemplo bandas de cornetas y clarines dianas de 4.30 a 5.30 de la madrugada; el día 7, la banda del Regimiento de Infantería América amenizaba el Paseo de la Estafeta al mediodía, luego media hora antes de la corrida se dirigía a la plaza de toros, de 9 a 12 tocaba en la plaza del Castillo; el día 8 la banda de música del Regimiento de Artillería  desarrollaba el mismo programa que la anterior y así sucesivamente con las bandas de los diferentes cuerpos de ejército afincados en la capital. El día 11, de de 9 a 11 hubo retreta de todas las músicas y bandas por diferentes calles del Casco.

De todos modos el número de mayor espectacularidad e interés de los sanfermines lo protagonizó  Remigia Echarren el día 9 de julio, -los folletos del evento se imprimieron en Gráficas Bescansa-. Extracto del periódico «Lauburu» párrafos de la crónica periodística. «El espectáculo se celebró en la zona cercana a la fábrica del señor Pinacquy a las 18.45 de la tarde. Asistieron miles de personas. La funambulista anduvo sobre unos canastillos cruzando el rio y lo hizo en cuatro minutos. Descansó unos instantes y volvió a recorrer la maroma, situada a 10 metros de altura,  con los ojos vendados y cubierta de medio cuerpo arriba con un saco de tela gruesa. Volvió a cruzar el rio pero esta vez ejecutando movimientos peligrosos y adoptando formas difíciles». Por dicho espectáculo el Ayuntamiento le pagó a la Remigia 500 pesetas. Desde mediados de julio y hasta finales de agosto la compañía dirigida por Manuel Carral «La Vasco Navarra» alquiló la plaza de toros haciendo ocho  funciones, con Mademoiselle Agustini, Remigia Echarren, como gran atracción.

Otros espectáculos públicos y gratuitos durante las fiestas  fueron los proporcionados por Mariano Pérez Marcos. Le pagaron 2.750 pesetas por alquiler del Tragantúa que comía niños y lo que se le echara, la ascensión aerostática de  figuras grotescas y cuadros periscópicos sobre una pantalla en el gran balcón de la fachada del Teatro Principal. La verdad no tuvieron muy buenas críticas y tuvo una eco desigual por parte del público. Hubo también una exposición de objetos históricos y artísticos de Navarra que reproduzco en las fotos adjuntas de Emilio Pliego. Este año no hubo programación especial de pelota y como los últimos años resultaron un éxito las matinales del Teatro Principal  con la tradicional participación del insigne Pablo Sarasate así como de  otras  señaladas figuras musicales navarras: Dámaso Zabalza, Emilio Arrieta, etc. Este año hubo cuatro corridas, con siete toros para cada una de ellas, el séptimo de suplente y la corrida de prueba. Torearon Lagatijo y Frascuelo con toros navarros de Carriquiri, Zalduendo, Lizaso, Diaz y Elorz. Fue 1883 el último año en que corrieron toros de Carriquiri en Pamplona. El 2 de agosto se produjo una gran explosión en el taller pirotécnico de la viuda de Berástegui, falleciendo un niño de 6 años y un trabajador  y dos heridos graves con quemaduras, entre ellos la propietaria Micaela Zuazu que falleció meses después el 24 de octubre. El hijo mayor Ciriaco Berástegui conseguiría reconstruir el negocio con ayuda popular. Otros espectáculos celebrados en la plaza de toros fueron pruebas desafíos de andarines:  la famosa prueba desafío entre los  andarines el aragonés Mariano Bielsa, alias Chistavin, y el navarro Martín Igaravide,  el día 8 de septiembre,  se saldó con el triunfo del primero, no exento de polémica por su más que evidente marrullería. El recorrido fue  de 20.724 metros o sea de 150 vueltas alrededor de una pista cuyo diámetro era de 44 metros. Se anunció una revancha para el 14 de octubre entre los dos contendientes citados pero el hecho es que el lance no tuvo lugar o al menos no hay ninguna referencia de ello en la prensa.

Este año se pusieron las bases para llegar a un acuerdo entre el ayuntamiento y los militares sobre  los conventos de Carmen y Merced y las posibles contrapartidas, aunque al final, a corto plazo todo se quedase en «agua de borrajas». En primer lugar, el ramo de la guerra cedería al Ayuntamiento el Convento del Carmen. pero, por contra el Ayuntamiento debería expropiar y ceder al ramo de la guerra por su coste la manzana de casas adosadas al cuartel de la Merced para ampliación del mismo. Se hablaba que el período de obras no debería de  exceder los tres años. También se determinaba que el Ayuntamiento facilitaría los fondos necesarios para sanear los fosos de la población.

Tras la nueva traída de aguas, proyecto tan deseado por el Consistorio,  se facilitaría a la Ciudadela y a los cuarteles el suministro de agua pero de la sobrante de las necesidades y servicios públicos. No era fácil hacerse con las casas 53 y 55 de la Merced, de hecho en enero de 1884 las gestiones  con los propietarios se habían suspendido. En febrero de 1884 llegó a Pamplona el General Comandante en jefe del Ejército del Norte para negociar con el Ayuntamiento. Los militares querían una cuadra en la trasera de la Casa de Misericordia para 50 caballos, ampliar el cuartel de Caballería y construir otro de Infantería. A cambio se permitiría al ayuntamiento construir libremente en los barrios de Rochapea y Magdalena e incluso en los glacis internos de la ciudadela, derribándose parte de las murallas que dan frente a la ciudad. El asunto se prolongó durante años y de momento no se avanzó en absoluto respecto a los mencionados conventos convertidos en cuarteles desde la famosa desamortización de Mendizabal. Las cuentas municipales  se cerraron nuevamente con beneficios: 44.472 pesetas fruto de 1.117.288 pesetas de ingresos y 1.072.545 de gastos.

Fotos por orden de aparición: Nº 1: Remigia Echarren, Foto cedida por Javier Azqueta al Archivo de los Sanfermines. Archivo Municipal de Pamplona. Nº 2: Miguel García Tuñón. Concejal en 1883. Alcalde de Pamplona (julio 1885-enero 1886), Nº 3: Plaza de toros antigua de Pamplona. Ca 1921. Archivo Municipal de Pamplona. Nº 4: Tendido y palco de la antigua plaza de toros en la primera corrida de la Feria de San Fermín. 1883. Archivo Municipal de Pamplona. Nº 5: Cartel de las fiestas de San Fermín de 1883, Nº 6: Tratantes de ganado examinan una caballería en el ferial de las fiestas de San Fermín. Julio Altadill. ca. 1900. Archivo Municipal de Pamplona. Nº 7 y 9: Objetos artísticos expuestos en los salones del Vínculo. 1883. Emilio Pliego. Archivo Municipal de Pamplona. Nº 8: Plaza de toros antigua. Colección Arazuri. 1909, Nº 10: Vista de la ciudad desde la Rochapea. En primer plano el convento de Carmen Calzado. Roldán y Mena. 1880. Colección Arazuri. Archivo Municipal de Pamplona, Nº 11: Calleja de La Merced. 1931, Julio Cía. Archivo Municipal de Pamplona. Nº 12: Vistas del claustro del convento de la Merced. Julio Cía. 1934. Archivo Municipal de Pamplona.

 

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