Pamplona, año a año: 1887. Llega la luz eléctrica

El año 1887 se distinguió por la celebración de tres grandes eventos públicos, dos de ellos inusuales o extraordinarios, que transformaron la ciudad en un gran escenario. En primer lugar, del 7 de mayo al 6 de junio la ciudad se volcó en la conmemoración del cuarto centenario de la milagrosa aparición de la Virgen del Camino, ocurrida en 1487 en la iglesia de San Cernin. La ciudad se engalanó de forma extraordinaria, erigiendo ocho arcos de triunfo por parte de las siguientes entidades y parroquias en las siguientes calles: el Arco de la Hermandad de San José y Santo Tomás en el espacio que media entre la esquina sureste del Instituto de Segunda Enseñanza y la torre norte  de la Catedral, al desembocar la calle de Navarrería en la plaza de San José; el Arco de la parroquia de San Agustín en  en el encuentro de las calles Calderería, Javier y San Agustín; El Arco del Comercio en el punto donde la calle de Mercaderes desemboca en la Plaza Consistorial; la gran Cruz de la Hermandad de la Pasión, en la plazuela triangular que forma el recodo de la calle de Navarrería; el Arco de la parroquia de San Nicolás, en la confluencia de las calles de Pozoblanco, San Nicolás y Comedias; el Arco de los barrios de Pellejería y Descalzos; el Arco de la calle Zapatería; y por último el Arco de la calle San Antón, arcos que adjunto en esta entrada.

Las alturas de los arcos oscilaban entre los 18 metros de altura del Arco de de la Hermandad de San José y los 7 metros del Arco de los barrios de Descalzos y Pellejería. En otras zonas se erigieron igualmente decoraciones efímeras. Así vecinos de las calles Bolserías y Mayor, erigieron en la plaza Consistorial, frente al arco del Comercio, un decorado compuesto por gallardetes, escudos y guirnaldas e igualmente se decoró e iluminó la fachada y atrio de la iglesia de San Saturnino, además de la capilla de nuestra Señora del Camino en de la citada iglesia. Además de las mencionadas  arquitecturas y decoraciones efímeras, que se iluminaban por la noche, también hubo iluminaciones especiales en diversos  edificios civiles. Se celebraron numerosas funciones religiosas y festejos populares, que detallo a continuación.

Las actividades dieron comienzo el día 7 de mayo con repique de campanas de las cinco iglesias que tenía entonces la ciudad, seguida de la música de dulzainas y de otros instrumentos que recorrieron la población. El día 8 hubo, a primera hora, Rosario de la Aurora, Dianas, Gigantes y Cabezudos y las casas particulares se engalanaron con colgaduras, además de una procesión que recorrió las calles desde la iglesia de San Saturnino a la Catedral. En los días sucesivos, del 9 al 14 se celebraron, y por este orden, funciones religiosas en las diferentes parroquias y otros centros y cofradías: San Nicolás, San Lorenzo, San Juan Bautista, San Agustín, Hermandad de la Pasión, Hermandad de San José y otros gremios. El día 15 hubo una misa pontifical en la iglesia de San Saturnino y nuevamente  procesión  hasta la Catedral.  Realizaron funciones también el Centro de Obreros, los Padres Capuchinos, el barrio de Descalzos y Pellejería, la Asociación San Luis Gonzaga y las Hijas de María, entre otros. La mayoría de los pueblos y valles cercanos a Pamplona realizaron peregrinaciones a Nuestra Señora del Camino a lo largo de este período.  La última función del centenario se celebró el día 5 de junio.

En segundo lugar,  las fiestas de san Fermín, discurrieron como los últimos años. No hubo grandes novedades: las Vísperas, la Procesión, la Octava, los fuegos artificiales que seguían corriendo a cargo de la pirotecnia Berástegui, -recordemos que la madre de Ciriaco hijo había fallecido cuatro años antes en un terrible accidente pirotécnico-, las corridas con las ganaderías de Zalduendo, Conde de Espoz y Mina (antes Carriquiri), hijas de Puente López, Martínez y Diaz y Frascuelo y Mazzantini como toreros;  los encierros, la Comparsa, las funciones y conciertos musicales del Teatro Principal, los espectáculos del Teatro Circo Labarta y cucañas en la plaza de la Constitución. Una aclaración importante: es desde 1887 cuando se convierte en habitual el lanzamiento de cohetes o chupines para anunciar el inicio de las fiestas. Entre los días 7 y 10, de ocho a doce de la noche, se encendió la iluminación eléctrica del paseo de Valencia. El día 8, como en algún otro año, al menos he comprobado que en 1883, hubo una función de «cuadros periscópicos» en la fachada del Teatro Principal. A finales del siglo XIX, los «cuadros periscópicos o disolventes» eran espectáculos basados en la proyección de imágenes sobre pantallas o superficies, utilizando espejos y lentes para crear efectos de perspectiva y movimiento. El 11 de julio se celebró  una carrera de «velocípedos» con la colaboración del Veloz-Club Pamplonés. El 12 de julio la  funambulista Remigia Echarren repitió sus equilibrios sobre el Arga, andando sobre una maroma de una orilla a otra. Esta vez la función fue gratuita, por deseo expreso de la artista, como atención a sus paisanos en fiestas.

En tercer lugar, el 25 de septiembre se produjo la visita de la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, viuda de Alfonso XII, procedente de San Sebastián, acompañada de sus hijos, entre ellos el futuro rey Alfonso XIII, de apenas año y medio. Se levantaron arcos de triunfo y otros ejemplos de arquitectura efímera  en diferentes partes de la ciudad que adjunto en esta entrada. Tras el portal de la Taconera la guarnición militar  levantó una especie de fortaleza defensiva de forma poligonal, culminado en un remate almenado. Asimismo, la guarnición proyectó la construcción de un arco de triunfo en la tradicional ubicación de la calle Chapitela, junto a la plaza del Castillo. El Ayuntamiento erigió un arco de triunfo en la Taconera, de 12 metros de anchura por 10 de altura cuyo diseño y ejecución correspondieron al maestro carpintero Juan Navaz. En la noche del día 25 se celebró una retreta militar que marchó de la Taconera a la plaza del Castillo formada por 1.200 infantes y 80 jinetes y una espectacular carroza, que representaba a Marte triunfador, tirada por una docena de caballos. La reina María Cristina presenció la parada desde el balcón central del Palacio de Diputación.

En julio de 1887 se produjo relevo en la alcaldía como consecuencia de las elecciones parciales que se habían celebrado un poco antes. José Obanos Isturiz sucedió a Joaquín García y Echarri permaneciendo  en el cargo hasta enero de 1890. Los días 13 y 22 de octubre el concejal Serafín Mata y Oneca presentó en el Ayuntamiento varios proyectos de reforma entre los que figuraba uno relativo al ensanche de la ciudad por el sureste, derribando los baluartes de la Victoria y San Antón. Para obtener la autorización militar necesaria para la expansión, la ciudad tuvo que realizar algunas concesiones. Estas incluyeron la cesión de terrenos en el soto de Ainzoain (hoy Aizoáin) al ejército, el pago de 750.000 pesetas y la garantía de un suministro continuo de agua para los cuarteles. A cambio, se permitió finalmente la construcción dentro del recinto amurallado de la ciudad, específicamente el adyacente a la Ciudadela.

El estudio urbanístico del Ensanche fue encomendado de manera singular al Ramo de Guerra, concretamente a la Comandancia de Ingenieros. En mayo de 1888 presentaron los planos definitivos que delineaban una ordenación longitudinal con seis manzanas poligonales, siendo la central la más ancha. Un área inmediatamente adyacente a las murallas se reservó explícitamente para la construcción de nuevos cuarteles y otras instalaciones militares. El proyecto definitivo fue ejecutado por el arquitecto municipal Julián Arteaga. Aunque el plan se presentó en 1888 y fue aprobado el proyecto por ley del 22 de agosto de 1888, la demolición de los baluartes y el inicio de las obras de urbanización se prolongaron a lo largo de los años 1888 y 1889.  Formaron este primer ensanche seis manzanas en una superficie de 22.736,39 m2; 3.318 se utilizaron en la construcción del Palacio de Justicia y 2.484 m2 en la Alhóndiga Municipal, quedando 16.934,39 m2 para edificios particulares. El municipio gastó 408.436 pesetas en esta obra  de las cuales 73.436 lo fueron para el desmonte, 250.000 en el alcantarillado y 85.000 en el pavimento de las calles. Al callejero de Pamplona se sumaron las siguientes nuevas vías: José Alonso, Julián Gayarre, Pablo Sarasate, Padre Moret, Navas de Tolosa, General Chinchilla, Marques de Rozalejo, Yanguas y Miranda y Sandoval. La puerta de San Nicolás, erigida en 1666, también fue demolida en 1891 y posteriormente reinstalada en los jardines de la Taconera en 1929. La primera parcela de terreno en esta nueva zona de expansión se vendió en 1890, y la última en 1900. En otro orden de cosas, en agosto de este año se procedía a retirar el urinario público de hierro situado frente al palacio de Diputación por considerarlo antiestético

Uno de los hitos más significativos de 1887 fue la decisión municipal de abrazar la modernidad tecnológica del alumbrado eléctrico. Desde 1880, las calles de Pamplona se iluminaban con farolas de gas, un servicio gestionado por la Compañía Madrileña de Alumbrado  y Calefacción por Gas cuyo contrato no expiraba hasta 1890. En 1883  se hicieron las primeras pruebas del nuevo sistema de iluminación eléctrica durante las fiestas, sin embargo en mayo de 1884 una mayoría de concejales bloqueó la puesta en marcha del proyecto presentado por Simavilla y Garcia en abril del año anterior al oponerse a la adjudicación del alumbrado a la Compañía Anglo-Española. Habría que esperar cuatro años para que el sistema de iluminación eléctrica se retomase. Las sesiones del Ayuntamiento del 30 de julio y el 5 de agosto de 1887, ya bajo la alcaldía de José Obanos, fueron decisivas. En ellas se debatió y aprobó el proyecto presentado por la  firma catalana Planas, Flaquer y Cía para establecer una red de alumbrado público eléctrico en la ciudad. Esta decisión no surgió de la nada. Durante las fiestas de San Fermín de ese mismo año se había realizado una exitosa prueba piloto instalando once focos eléctricos en el céntrico Paseo de Valencia con mil bujías cada uno, lo que permitió a los pamploneses experimentar de primera mano las ventajas de la nueva tecnología y probablemente allanó el camino para su aprobación definitiva. Detrás de esta iniciativa estaba la Sociedad Española de Electricidad cuyo apoderado en Pamplona era Cipriano Salvatierra. Salvatierra también participó en noviembre de 1889 en la constitución de la primera compañía navarra de electricidad, Ortigosa y Cía y  a finales de 1894 en sucesores de Pinaquy, junto a los herederos de Pinaquy y al comerciante Mauricio Guibert aunque la sociedad tuvo una fugaz existencia, (en 1899 se había disuelto vendiendo sus instalaciones a Electra Pamplona). El alumbrado público tenía su central generadora de electricidad junto al Molino de Santa Engracia, con un cableado aéreo de 64,5 km y 450 lámparas incandescentes.

Unas notas sobre la evolución de la iluminación en Pamplona. Previamente a la instalación del alumbrado de gas en Pamplona en 1860, las calles se iluminaban en sistemas basados en la combustión de aceite de ballena, velas de sebo y queroseno. El primer alumbrado público en Pamplona data de 1799 y se basaba en lámparas de aceite de ballena. La ciudad contaba con casi 400 farolas colocadas cada cuarenta pasos. A mediados del siglo XIX y ante las quejas ciudadanas se estudiaron alternativas y la alternativa que se barajó en aquellos años era el gas. El gas se obtenía a través del calentamiento y destilación de la hulla o carbón mineral. En 1857 el Ayuntamiento llega a un acuerdo con la Compañía General de Crédito de Madrid para iluminar la ciudad con 108 puntos de luz, aunque en realidad fueron algunos menos los puntos iluminados. La construcción de la fábrica de gas en la Rochapea duró dos años. La iluminación de gas se inauguró oficialmente el 24 de diciembre de 1859. Sin embargo el vecindario se quejaba de mal olor generado por la combustión del gas y los frecuentes fallos del sistema. En octubre de 1864 la Compañía General de Crédito,  concesionaria del servicio, quebró y fue revendida a la «Sociedad Holandesa para la explotación de las fábricas de gas en España» que tampoco duró demasiado por problemas de pago con lo suministradores de hulla. En 1880 será la “Compañía Madrileña de Alumbrado y Calefacción por Gas” la que se haga con el contrato bajo la dirección de Luciano Bremond, hasta 1890  y en donde el Ayuntamiento se cubría las espaldas frente a los nuevos sistemas de iluminación que pudieran surgir, como el eléctrico. La aventura gasística pamplonesa acabó sus días casi paralelamente al surgimiento de las primeras industrias de generación eléctrica. En 1887 El ayuntamiento denunciaba el contrato del gas  por incumplimiento al no haber hecho efectiva la compañía madrileña  la compra de la fábrica de gas. El tema se zanjó definitivamente en 1899. Por último daré algunos datos sobre el grabado costumbrista que abre la entrada. El grabado datado en 1887 es obra de Axel Herman Heig y tiene por título «Pampeluna: Returning from the fair».

Fotos por orden de aparición: Nº 1: Grabado de Axel Herman Heig. Pampeluna: Returning from the fair. 1887. Archivo Abierto. Gobierno de Navarra, Nº 2: Procesión conmemorativa del 4º centenario de la aparición de la Virgen del Camino a su paso por la calle Nueva. 1887. Archivo Municipal de Pamplona, Nº 3: Arco triunfal erigido en la calle Zapatería, Agustín Zaragüeta. 1887. Archivo Municipal de Pamplona, Nº 4: Arco triunfal erigido en la confluencia de la Bajada de Javier con las calles Calderería y San Agustín, Agustín Zaragüeta. 1887. Archivo Municipal de Pamplona, Nº 5:Arco triunfal erigido en la confluencia de las calles Pozoblanco y San Nicolás, Agustín Zaragüeta. 1887. Archivo Municipal de Pamplona, Nº 6: Cruz de la Hermandad de la Pasión situada en las calles Carmen y Navarrería, Agustín Zaragüeta. 1887. Archivo Municipal de Pamplona, Nº 7: Arco de la Catedral de la Hermandad de San José. Crónica de la solemnes fiestas celebradas en Pamplona con motivo del cuarto centenario de Nuestra Señora del Camino. Imprenta y Libreria de Erasun y Labastida, 1888, Nº 8:Arco de la calle Mercaderes. Crónica de la solemnes fiestas celebradas en Pamplona con motivo del cuarto centenario de Nuestra Señora del Camino. Imprenta y Librería de Erasun y Labastida, 1888, Nº9:Arco de la calle San Antón. Crónica de la solemnes fiestas celebradas en Pamplona con motivo del cuarto centenario de Nuestra Señora del Camino. Imprenta y Librería de Erasun y Labastida, 1888, Nº 10: Arco de Descalzos y Pellejería. Crónica de la solemnes fiestas celebradas en Pamplona con motivo del cuarto centenario de Nuestra Señora del Camino. Imprenta y Librería de Erasun y Labastida, 1888, Nº 11: Cartel de las fiestas de San Fermin. 1887, Nº 12: Cuerpo de policía municipal. Agente. 1887-1897. Autor desconocido.  Archivo Municipal de Pamplona, Nº 13: Retrato de José Obanos Isturiz. Emilio Pliego. 1888. Archivo Municipal de Pamplona, Nº 14: Reportaje del artista y periodista gráfico Juan Comba de la visita de la reina regente Mª Cristina y su familia a Pamplona. La Ilustración española y americana. 8 de octubre de 1887. Biblioteca Nacional de España, Nº 15: Grupo de ciclistas de excursión de Pamplona a San Sebastián, a su paso por Berriozar. 1887, Nº16: Iluminación y barracas dispuestas en el paseo de Valencia para las fiestas de San Fermin. ca.1887. Autor desconocido. Archivo Municipal de Pamplona, Nº 17: Iluminación en el Paseo de Valencia con motivo de las fiestas de San Fermín.1887. Autor desconocido, Archivo Municipal de Pamplona, Nº 18:

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