Pamplona año a año: 1888. Llega la luz eléctrica
Hacia finales del siglo XIX, Pamplona experimentó el surgimiento de sus primeras industrias, que se localizaron principalmente cerca de la Estación del Norte. Este desarrollo industrial impulsó el crecimiento urbano en áreas como la Rochapea, lo que llevó a la construcción de nuevas viviendas y al establecimiento de parroquias adicionales para atender a la creciente población. Sin embargo en este periodo la tasa de crecimiento natural de Pamplona fue negativa, lo que significa que hubo más muertes que nacimientos, una tendencia que persistió hasta la segunda década del siglo XX. Entre 1871 y 1930 se registró un déficit natural de 7.068 individuos (50.965 nacimientos frente a 58.033 defunciones). El desarrollo demográfico de Pamplona durante este periodo se debió «enteramente a la inmigración», que compensó el exceso de mortalidad en esas fechas.
En Enero de 1888 el Ayuntamiento de Pamplona, presidido por José Obanos Isturiz, aprobaba las bases del concurso para la contratación de la instalación del alumbrado eléctrico. Para poner en marcha el sistema el Ayuntamiento facilitó al licitante una infraestructura compuesta por dos turbinas de reciente construcción, de 75 CV cada una, situadas en el molino llamado de Santa Engracia, a unos 700 metros de la población, donde se instalaría la estación central, que tendría, además, una máquina de vapor para la época estival. El alumbrado consistiría en 420 lámparas de 25 bujías y unas 15 lámparas de arco de 1000 bujías. La instalación la realizó Planas, Flaquer y Cía colocando cuatro dinamos tipo Ganz Budapest. Se recibieron propuestas de diferentes casas industriales, muchas de ellas extranjeras. A finales de marzo la Comisión Municipal de Fomento quedó facultada para contratar la instalación con la Sociedad Española de Electricidad, establecida en Barcelona y el 5 de abril el Ayuntamiento formalizaba el contrato con dicha sociedad. Al mes siguiente, su representante en Pamplona, Cipriano Salvatierra, se ocupaba ya de los tendidos y el montaje de la línea comercial (línea aérea y equipos). En junio se probaban las nuevas turbinas de Santa Engracia y se designaba a don Julián Arteaga para supervisar los trabajos.
El 2 de julio se inauguró el Café Iruña en la plaza del Castillo, primer establecimiento de la ciudad iluminado con luz eléctrica y a la que dediqué una entrada ya hace algún tiempo. El día 6 de julio se inauguraba oficialmente el alumbrado público eléctrico y lo hacía el día de las vísperas de San Fermín, abandonando el gas para el servicio público. Como en las grandes ocasiones, en aquella noche también estuvieron los Gigantes para celebrarlo, celebraban la entrada en una nueva era. No obstante fue una inauguración precipitada, con problemas técnicos que retrasaron su puesta en marcha de forma efectiva y definitiva al menos hasta septiembre, extendiendo el servicio por las plazas y vías principales de la ciudad. Y es que, y este es un dato a tener en cuenta, la Sociedad Española de Electricidad, la sociedad concesionaria, firmante del contrato de suministro atravesó por graves apuros financieros a finales de 1888 y en el año1889. De hecho hasta agosto de 1889 no se suprimió el antiguo alumbrado de petróleo.
Otro tema del que hablé en la entrada anterior es la construcción del primer ensanche. En Mayo la Comandancia de Ingenieros presentaba los planos definitivos del Primer Ensanche dando inicio a la expansión urbana fuera del casco amurallado. Pronto se demostraría dicho ensanche absolutamente insuficiente, tan solo se construirían seis manzanas, el resto del espacio separado de la zona civil por el vial de Padre Moret se reservaba para usos militares. En dicho espacio se construirán en las décadas siguientes lo nuevos cuarteles de Marques de Duero, General Moriones, Diego de León, Intendencia y Comandancia así como otras dependencias militares. Además la ciudad cedía terrenos a los militares en el soto de Aizoáin. Por contra la ciudad recuperaría algunos conventos del Casco Antiguo para uso civil: los conventos de Carmen, Seminario, Compañía y Merced. El proyecto definitivo del primer ensanche fue ejecutado por el arquitecto municipal Julián Arteaga. La ley que posibilitaba este primer ensanche se aprobó el 22 de agosto.
En la noche del 19 al 20 de febrero se produjo una de las mayores nevadas nunca conocidas. La hemeroteca de la época habla de un metro y 25 centímetros caído por la noche, colapsando el norte peninsular. La llamada «Nevadona» en España fue el acontecimiento metereológico más notable y extenso en el tiempo, en el ámbito de las nevadas, en los últimos 140 años. Y no solo afectó a Pamplona y Navarra. Afectó también al noreste de los Estados Unidos causando en dicho país cientos de muertos, más de 400, paralizando ciudades como Nueva York. Se conoció el evento en Norteamérica como «La gran tormenta de nieve». En España tan solo afectó al norte de la península y a la cornisa cantábrica, con cuatro y cinco metros de nieve en zonas de alta montaña, como podemos ver en la foto de la izquierda (Reinosa).
Respecto a las fiestas de San Fermín, este año el cartel fue una litografía de Eduardo Portabella. Hubo corridas los día 7, 8, 10 y 11 más la de prueba del día 9. Iban a torear Cara-ancha y Salvador Frascuelo pero éste fue baja a pesar de aparecer en el cartel, por una cogida previa en Barcelona, por lo que tuvo que ser reemplazado. Lo más llamativo de este año fue la actuación en el recinto ferial del llamado «Circo Velocipedista», dirigido por Eduardo Anciclotti e integrado por 27 artistas que hicieron maravillas en el nuevo artilugio de moda sobre una pista de 23 metros. El Veloz Club Pamplonés organizó igualmente carreras de velocípedos, el día 9 de julio. En cuanto a la música, la Sociedad Santa Cecilia organizó cuatro conciertos, en los que participó, como otros años, Sarasate y algunas asi como celebridades musicales del momento. En Enero se habían sacado a concurso los fuegos artificiales a la que se presentaron diferentes firmas de otras provincias pero finalmente corrieron a cargo de la empresa local de Ciriaco Berástegui. En el cielo de la plaza del Castillo se pudieron ver, este año, globos aerostáticos de diferente tamaño asi como figuras grotescas. Hasta la formación de «La Pamplonesa» eran sobre todo las bandas militares las que amenizaban las fiestas, tocando las dianas, en las corridas o en los paseos sociales, como el de la Estafeta.
Este año, del 8 de abril al 9 de diciembre se celebró la Exposición Universal de Barcelona. Fue la primera Feria Mundial Internacional de España y en la que Navarra participó oficialmente. El evento atrajo a un gran número de visitantes, más de 2 millones procedentes de numerosos países. Económicamente, fue un éxito. La Exposición sirvió como banco de pruebas para el estilo artístico modernista, dominante en esas fechas. Además, impulsó importantes mejoras urbanas en Barcelona. El catálogo registraba numerosos expositores pamploneses: entre ellos cabe señalar, a título orientativo, nombres como Fermín Goicoechea con las aguas minero-medicinales de Burlada, Seminario y Cia con las Aguas Medicinales de Betelu, Apolinar Arrieta con maquinaria agrícola, la Asociación de Agricultura de Pamplona con arados para viñas, Salvador Pinaqui con diferentes productos metálicos, Bertrand Puntos con tijeras para podar. La Gran Tejería Mecánica, Mariano Labairu con quesos del Roncal, La Protectora y un largo etcétera
Fueron numerosísimos los expositores navarros que presentaron sus vinos. Llevaron chocolates José Giménez, Casa Polit donde aprendió Manuel Subiza a hacer chocolate, Hijos de Viuda de Seminario y artistas como Emilio Arrieta, Felipe Gorriti, y otras personas como Fidel Maya y Buenaventura Iñiguez con un buen número de obras musicales. En el catálogo de la exposición aparecen nada menos que cerca de 300 expositores navarros. Aunque el hecho es que mientras Barcelona exhibía un rápido éxito económico y avances tecnológicos en la Exposición Universal de 1888, Navarra, incluida Pamplona, seguía enfrenándose al estancamiento económico y a la emigración debido a la falta de industrialización y otras circunstancias. El desarrollo de España a finales del siglo XIX no fue uniforme; mientras grandes centros urbanos como Barcelona avanzaban rápidamente, regiones periféricas como Navarra lidiaban con problemas económicos estructurales que impulsaban a una parte de su población a la emigración. Además, la Exposición de Barcelona, a pesar de su éxito económico, generó un considerable descontento social (inflación, críticas) y coincidió con el auge de los movimientos obreros organizados (fundación de la UGT, primer congreso del PSOE).
El 18 de julio y en el marco de la crisis carlista de este año, -la escisión nocedalista promovida por Ramón Nocedal que dió lugar al integrismo-, el diario carlista «El Tradicionalista» quedaba desautorizado como órgano del partido en Navarra, -su director Francisco Mª de las Rivas se había adherido a la causa integrista liderada por Ramón Nocedal-, y se preparó un nuevo periódico tradicionalista, que saldría a la calle el día 20 de noviembre. Se llamaría «La Lealtad Navarra». Su ideario era «Unidad católica, la Monarquía tradicional con Cortes a la antigua usanza y libre régimen foral.» Se declaraba enemigo del liberalismo, obteniendo, por su fuerte carácter y celo religioso, el apodo de «sacristanescos» de mano de sus detractores. En julio de 1897 publicaban el último número para reaparecer unos meses más tarde, en noviembre, con una nueva cabecera: «El Pensamiento Navarro». Su redacción estaba situada en la Calle Tecenderías 33, actual Ansoleaga. Fueron sus directores Alfonso Fernández Casado y J. Donato Cumia en cuya imprenta se elaboraba el diario. Por su parte «El Tradicionalista» desapareció el 6 de octubre de 1893 al aceptar el régimen monárquico de la Restauración. En octubre de 1894 los integristas fundarán «La Tradición Navarra».
Fotos por orden de aparición: Foto nº1: Delimitación del Primer Ensanche de Pamplona preparado por la Comandancia de Ingenieros, se presenta sobre el Plano de Casañal de 1882, revisado en 1904. Archivo Municipal de Pamplona. Foto nº 2: Molino de Santa Engracia. Anterior a 1888. Colección Arazuri. Archivo Municipal de Pamplona, Foto nº 3: Molino de Santa Engracia. Primeros años del siglo XX. Colección Arazuri. Archivo Municipal de Pamplona, Foto nº 4. Fechada de la Casa Consistorial. Ca. 1888. Desconocido. Archivo Municipal de Pamplona, Foto nº 5: Nevada en Asturias. 1889 , Foto nº 6: Vista de la plaza del Castillo, un día de nieve. 4 de Enero 1888, Dedicado por el autor, Robert Greuling a su amigo, el comerciante Martín Irigaray. Archivo Municipal de Pamplona. Foto nº 7: Cartel de las fiestas de San Fermín de 1888, Foto nº 8. Exposición Universal de Barcelona. 1888. Cuando Barcelona se convirtió en la capital del mundo, www.laramblabarcelona.com. Foto nº 9: Estación del norte 1888., Foto nº 10: Plaza del Castillo de Pamplona. 1888. Pedro Ciga. Archivo Abierto. Archivo Real y General de Navarra, Foto nº 11: La Lealtad Navarra. Hemeroteca Municipal de Pamplona. Ayuntamiento de Pamplona, Foto nº 12: Estampa «Pamplona». Sinesio Delgado, Museotik. Catálogo de los Museos de Euskadi. ‘Pamplona’ – Colecciones Foto nº 13: Paseantes en el Bosquecillo. Ca. 1888. Desconocido. Archivo Municipal de Pamplona, Foto Nº 14: Coche antiguo de los llamados de punto en la plaza Consistorial. 7 de julio de 1888, Julio Altadill. Archivo Municipal de Pamplona. Foto nº 15: procesión del Corpus Christi, a su paso por la plaza del Castillo. 1888. Desconocido. Archivo Municipal de Pamplona.