Crónica gráfica del Viejo Pamplona a través de las pancartas de las peñas (1940-1958)
Como decía en la última entrada del blog las pancartas de las peñas pueden constituir una pequeña crónica gráfica, en clave de humor, de la Pamplona de la postguerra, el franquismo y la transición. En este primer post revisaré que tipo de hechos trataban las pancartas de las peñas entre 1948 y 1958. Pero antes daré unas breves pinceladas de lo que podía verse en estas telas sanfermineras, en la época de la postguerra. Lejos de la feroz crítica de los años de la democracia, las primeras pancartas de las peñas, las que se realizaban en los años 30 y 40, eran bastante blancas, en realidad no dejaban de ser un simpático saludo de los mozos a los forasteros, con el encierro de los toros y el mozo pamplonica con la bota de vino como principal reclamo y protagonista. En algunas pancartas se criticaba abiertamente el gamberrismo de algún pata agarrando del rabo al toro (en la de «La Unica» de 1940); aparecían, asimismo, en varias pancartas algunos fotógrafos con sus viejos cachivaches, aquellas cámaras de fuelle sobre trípode, o camarógrafos, con sus cámaras de cine inmortalizando el encierro, alertando sobre uno de los grandes riesgos con el que nos encontraríamos claramente años más tarde: la excesiva difusión de este acto puede llegar a ser contraproducente ya que hay mucha gente que corre por aparecer en la foto, más por afán de protagonismo y de quedar inmortalizado para la posteridad que por sentir la llamada de una hermosa tradición. Buena parte de las pancartas las comenzaba a hacer Balda, ya por estos años, y las seguiría pintando hasta bien entrada la transición democrática. En alguna de sus pancartas vemos algunos mozos beodos agarrándose a una monumental botella (Oberena 1943) mientras huyen de los toros o huyendo de una vaca escondiéndose en un barril de vino (Iruñako 43). Toros y personajes del mundo del toreo aparecían caricaturizados en las pancartas del Muthiko y Oberena, en 1945, obra esta última de Nicolás Ardanaz. En 1947, un mozo acompañaba a una vaca cantando aquello de «tengo una vaca lechera y una hermosa filosera. Yo temo tanto a los toros como a una vaca cualquiera» (La Jarana 1947), mientras Oberena hablaba de «intento y descamello» jugando con el doble sentido y aludiendo, imagino, al mal papel de algunos diestros o tal vez al fatal destino de los caballos de la lidia, la verdad, no lo se.
En 1948, El Bullicio hacía referencia a una cuestión municipal o local, la ronda volante; unos mozos corrían valientemente ante los agentes en bicicleta que componían la brigada «anti vicio», mientras a otro mozo se le escapa o deja escapar, a propósito, de su bota un buen chorrete de vino mientras el texto del cartel rezaba así: «Pamplonés, los de la ronda volante llevan todo por delante». Ese año, la pancarta de Iruñako estaba protagonizada por su famoso caldico, que preparaban en su sede social de la calle San Gregorio, y una espectacular Gilda. Los mozos confraternizaban amigablemente con los toros, compartiendo el caldico o utilizándoles de montura como si de un ordinario jumento se tratase. En la pancarta de La Unica se criticaba la reventa de las entradas de los toros, con los precios literalmente por las nubes, mientras un picador clavaba literalmente al suelo con la puya al pobre astado. En 1949, un mozo tocado con una boina roja (¿sería carlista?) avisaba a una mujer que corría perseguida por un singular zezenzusko o zezenzuska (rotulado con un inentendible para hoy en día expresión de «autentica de Azcarate») tras el que se ocultaban unos mozos, al grito de «Corre Romualda, que viene la pasma» (Anaitasuna 1949), mientras que el Muthiko Alaiak volvía a cargar contra los picadores. Estas primeras pancartas eran fundamentalmente gráficas, con escasos textos, seguramente porque poco se podía decir o criticar en aquellos tiempos y en buena medida se ejercía una cierta autocensura, dados los tiempos que corrían. Esta tendencia irá cambiando con el paso de los años.
En 1950 La pancarta de La Jarana hacía referencia a los últimos avances en el ferrocarril. Un usuario del tren se refería a los «polvos de talgo»; mientras volvía a aparecer el tema del bebercio y la cada vez mayor presencia de cámaras en la fiesta. En la del Anaitasuna un fotógrafo disparaba unas fotos a unos mozos disfrazados, con una cámara fotográfica de fuelle; uno de ellos parecía querer torear al toro de fuego con un capote mientras un astado enfurecido miraba las posaderas del despistado fotógrafo. La pancarta un lema muy poco correcto pues «saludaba a las feas y a las que comían poco». La pancarta de Oberena tenía abundante texto. Los textos se referían al ascenso de Osasuna a 1ª división, al deseo de construir un auditorio en la ciudad y realizaban una dura crítica al estado de la estación de autobuses «mucha kaka y pocas luces». Un toro aparecía del bracete con una moza, ¿vestida de roncalesa? y con la vara de la ciudad en la mano, sin embargo aun tendría que pasar decenios para ver una concejala en el Ayuntamiento.
La pancarta del Anaitasuna de 1951 hacía referencia al afeitado de los toros, así como lo oyen, un toro aparece sentado en el sillón del barbero leyendo una publicacion que tiene como título El Ruedo. En la del Bullicio se hacía referencia nuevamente al afeitado de los toros y en la tela aparecía un rótulo de Espumosos Arancha de Bodegas Ibañez. El Irrintzi mezclaba en su cartel el encierro y la prueba motociclista de los sanfermines y la de Iruñako, bajo el lema «El colmo del olmo» tenía al olmo de la Taconera como protagonista. La actuación fue polémica. Se decía que se trataba de una puñalada en el corazón de la ciudad y así aparecía reflejada en la pancarta así como el hecho de que la leña sirviera para que se calentasen los pobres. El mismo tema lo trataba el Muthiko que presentaba al olmo huyendo del alcalde que le persigue hacha en ristre y a quien le grita «olmícida». La pancarta de Oberena hacía alusión a las casetas de arbitrios municipales y a un par de motos de aquellos años, la Soriano de corta vida y la Iruña, fabricada en Pamplona. En la tela de la Jarana otra vez el afeitado de los toros, el torero llamaba la atención al astado gritándole «Chisss, la barbería». Las firmas comerciales locales debían patrocinar las pancartas porque en esta aparece la siguiente leyenda » Desde Londres y Bilbao, vienen para San Fermín y se quedan asombrados ante Tejidos Martín». La pancarta de La Unica aparecía plagada de paraguas y centrándose en la climatología, hablaba de España como de un país de sol y pantanos.
La peña Anaitasuna criticaba en 1952 el bando de alcaldía de ese año que prohibía circular entrelazados a mozos y mozas. Un mozo arrastraba un toro de ruedas con ánimo de atropellar a la audaz pareja que estaba incumpliendo la citada norma, mientras otro mozo asistía risueño a la escena. El Bullicio plasmaba en su pancarta la obligación de que las bicicletas llevasen una matricula verde colgada del sillín, algo que parece que no fue muy bien acogido entonces y el dibujante encasquetaba graciosamente la matrícula en el «ipurdi» de la vaca, ante la atenta mirada del municipal. Un paisano huía sobre un pollino mientras decía, «A mi no me la ponen». La pancarta de Iruñako hablaba de la glosopeda, una enfermedad que afectaba a las pezuñas de los toros, mientras Oberena aludía a un hongo que se presentaba como el remedio para todo tipo de enfermedades. En la pancarta de La Jarana aparecían juntos varios temas, el hongo, la matrícula de las bicicletas, pero como rasgo diferencial se centraban, además, en la polémica sobre el cartel de las fiestas de ese año. Un mozo sobre un toro se dirige a un enorme cucurucho de churros a toda velocidad, y es que como dice toro y montura van con «propulsión a churro». Junto a Balda otros habituales de los dibujos de las peñas eran Labayen, Urrutia, etc. Toros y toreros solían ser frecuentes protagonistas de las pancartas como, este año, la del Muthiko.
En 1953, Osasuna bajaba de nuevo a 2ª división y además se producía un incendio que destruía su Tribuna Lateral, que era de madera. La pancarta del Irrintzi trataba de forma monográfica estos temas. Bajo el lema «Osasuna no a una y le queman la tribuna», un bombero se aprestaba a sofocar el incendio de la tribuna del campo de San Juan mientras un jugador osasunista saltaba por los aires impulsado por un chorro de agua de la manguera y otro jugador pretendía sofocar el incendio del estadio con un fuelle. La Peña Alegría plasmaba las recientes prospecciones petrolíferas en Navarra, concretamente en Marcilla (Marcilla City), con una graciosa referencia al oeste americano, sheriff incluido. El espatarrado astado murmuraba «Si se esto me marcho a Corea», aludiendo a la reciente guerra en esa zona de Asia. También hacían referencia a las prospecciones petrolíferas en Navarra las pancartas del Muthiko que compartían protagonismo con la situación del Osasuna y la del Anaitasuna que no se olvidaba además de reirse de la especial valentía de algunos diestros. Merece atención especial la pancarta de Oberena que después de dibujada y pasada la censura oficial fue autocensurada y repitieron la del año anterior. ¿Qué contenía?. Pues nada del otro jueves, unos miembros de la escolta de gala de la policía municipal montados sobre caballitos de madera decían «o nos dan caballos o nos quitan las espuelas» ante la irritada mirada del primer edil municipal.
En 1954 se instaló la actual fuente luminosa en la plaza Príncipe de Viana. Su coste fue objeto de críticas en varias pancartas como la del Anaitasuna, donde unos mozos llenaban la fuente de vino, mientras un agente municipal haciendo de cicerone señalaba «Voila le fontaine lumineuse». También se criticaba el gasto de la fuente en la pancarta de Alegría de Iruña, «Nos levantan una fuente y así el gasto es permanente», rezaba el lema de la pancarta mientra un sufrido contribuyente pamplonés montado en un burro acarreaba 2 millones de pesetas, un toro a los pies de la fuente, -«fuente de ingresos» señalaba el dibujante-, llevaba otra saca con medio millón de «cucas» y un mozo pamplonica descargaba un tercer saco lleno de billetes sobre la citada fuente. Sobre una pared de la fuente se indicaba una cifra: 36 millones de pesetas, no se si esta cifra sería cierta, mucho me parece a mí, incluso para aquellos años. En la pancarta de Oberena que tenía por lema ¡A lo loco! se ponía en solfa la fiebre municipal de obras, zanjas y alquitranados que asolaban la ciudad, incluida la mencionada obra de la plaza circular; en la pancarta aparecía una apisonadora, un martillo neumático, mientras un operario armado con un pico miraba a un turista, con una cámara de fuelle, que sorteaba una enorme zanja; Al fondo una vieja caldera humeante a base de leña exclamaba ¡A mis años, que vere!. «A lo loco, a lo loco», la canción de aquellos años, aparecía también en la pancarta de La Unica donde unas mulillas arrastraban al torero, en vez de al toro. En la pancarta del Irrintzi un cuenqueño se confundía de «plaza» e instalaba su género y bartulos en el coso taurino, mientras un mozo jugaba al mus con un toro y la cuadrilla taurina se escondía del astado tras el burladero. Parece ser que las actuales campañas de las asociaciones de comerciantes, con sus premios e incentivos, ya existían en Pamplona en los años 50. Así lo reflejaba la pancarta del Bullicio bajo el lema «el comercio a lo loco». Premios, sellos y cupones expedidos por «agrupaciones comerciales» o «uniones mercantiles» mientras una sufrida compradora acarreaba un saco de cupones o un charlatán, al estilo de León Salvador, arengaba a un imaginario auditorio.
El ciclismo encontraba acomodo en la pancarta de Alegría de Iruña de 1955. Parece, por la viñeta, que no le debió ir muy bien, ese año, la Vuelta Ciclista a los españoles, pues un mozo ofrece la bota de vino a un derrengado ciclista hispano sentado en el suelo, mientras un turista, subido a los lomos de un toro, fotografía a un ciclista vestido con los colores del equipo galo. La pancarta del Irrintzi reflejaba la preocupación del Ayuntamiento por la calidad de la leche que se repartía a domicilio así como por los frecuentes reventones de tuberías en la vía pública. Una barquichuela con la vela indicando que pertenecía al Servicio Municipal de Aguas, ejercía labores de inspección surcando las aguas provocadas por los reventones, mientras un mozo, cargado de lecheras, se aprestaba a llevar la leche recién ordeñada de la enfurruñada vaca al mencionado inspector. Parece, en realidad, que en más de una ocasión la leche de los cantaros acabó vertida en la vía pública. La mecanización del campo aparecía reflejada en la pancarta de Oberena: unas vacas contemplaban la llegada de un gran tractor y exclamaban «Reclamamos al sindicato». En la pancarta del Anaitasuna curiosamente observamos a unos mozos bailando otra pancarta (pancarta dentro de pancarta) y donde se aludía nuevamente al manido tema de los toros y toreros. Un torero yacía inconsciente en el suelo mientras un mozo se apresuraba a reanimarle con un buen trago de la bota de vino.
En 1956, se realizaban obras en el Paseo de Sarasate. Las estatuas del Paseo fueron sometidas a una minuciosa labor de limpieza, «Al Paseo de Valencia lo acikalan con Klemencia» decía la pancarta del Oberena. Un peluquero peinaba la cabellera y barba de una estatua mientras un mozo subido a un pedestal vacío ensuciaba con su bota de vino a la citada estatua y otro se subía a una de las nuevas farolas del Paseo perseguido por una simpática vaca. La carestía de la vida preocupaba especialmente este año: «Todo sube» los impuestos, la contribución, el fútbol, la carne de vacuno. Así lo reflejaba la pancarta de Alegría de Iruña, con un jugador de Osasuna subido a un pedestal de las estatuas del Paseo, donde un cartel indicaba «general: 30 pts», un funcionario de Arbitrios aparecía subido a otro pedestal bajo el que se amontonaban sacas de dinero, con la recaudación de los impuestos y la contribución, y una vaca aparecía también subida a un tercer pedestal con un cartel que señalaba «90 pts kilo». Completaban la estampa una casita sobre otro pedestal, bajo el que rezaba la indicación de «1000 pts» y un mozo surgía de un registro subterráneo del servicio telefónico, en plena expansión en la ciudad. Otro motivo de debate fue la construcción y traslado del Monumento a Sarasate. Así lo reflejaba la pancarta del Bullicio, bajo el lema de «Menos cuento y más monumento». Osasuna y toros eran, por su parte, los temas tratados por la pancarta de Anaitasuna.
En 1957 fue la recogida de basuras y la obligación municipal de pintar en los cubos, la identificación del piso al que pertenecían, uno de los temas estrellas de las pancartas de las peñas. Así lo hicieron la pancarta de Alegría de Iruña y la del Bullicio. En la primera una corpulenta «etxekoandre» recriminaba, enarbolando un garrote, a un agente municipal vestido con el traje de gala que acarreaba dos cubos de basura, con un expeditivo «tienes que dar ejemplo», mientras otra mujer se compadecía del sufrido servidor público. En la del Bullicio el alcalde hacía sonar un cornetín asustando a una sufrida ama de casa que caía aparatosamente sobre un astado volcando el contenido del cubo sobre el animal que huía despavorido igualmente asustado por el ruido del cornetín.
Irrintzi indicaba en la pancarta «1957: año de mucha agua…leche de poca nata», aludiendo al año especialmente lluvioso, la desaparición del reparto a domicilio de la leche y la aparición de la leche embolsada y/o embotellada. Se criticaba la nueva calidad de la leche dejando caer que se echaba agua a la leche. Así vemos a una lozana vaca con una manguera enchufada al registro de las aguas vertiendo agua en las lecheras mientras un paisano decía «esta ya sabe lo que hace». Entre sus cuernos había un cartel que decía «Se cogen puntos a los medias», aludiendo al hábito de reparar las medias en aquellos años y que aparecían en numerosos escaparates de los comercios del viejo Pamplona. Oberena se hacía eco de la epidemia de gripe de ese año, con el lema «A falta de pan buena es la gripe». Un esmirriado mozo yacía en la cama acompañado por un igualmente toro enfermizo y además embolado, el porrón en la mesita y la bota en el orinal mientras el galeno hacía alusión a la epidemia de los precios: la carne en la luna, patatas con escarabajo a 3 duros el kilo, garbanzo siamés a 12 al duro, huevos «fritos» a 10 pts. La nueva peña Armonía Chantreana aludía en su pancarta, reflejada en otra pancarta (pancarta sobre pancarta nuevamente), al creciente tráfico que atravesaba el viejo puente de La Magdalena y a la duda sobre si harían o no el nuevo puente sobre el rio Arga para aliviar los padecimientos del medieval, pancarta bajo que la que huían despavoridos una cuadrilla de mozos de los temibles astados. En la pancarta también se aludía a la cesta de la compra y a la gripe (¿jalea real?). Por último la del Anaitasuna equiparaba al mol con la jalea real, mientras un mozo se subía a una farola huyendo de un astado que había tropezado con la nueva farola y otro mozo ordeñaba a una vaca con imperioso «quieta Ufemia».
Por último, en 1958, ya había comenzado la carrera espacial con el lanzamiento del Sputnik tripulado por la perra Laika, hecho que recogía la pancarta del Irrintzi además de hacer alusión al vino bautizado. La campaña municipal de desratización de este año dió que hablar en varias pancartas. 1958 «año raticidico» decía la pancarta de Oberena. En ella se veía a un toro armado con una manguera desratizadora subido a un queso gigante del que salían huyendo decenas de roedores que seguían a un edil municipal, cual flautista de Hamelin. No faltaba la velada crítica en el texto que decía refiriéndose al mencionado edil «Alto y flaco con una pluma en la chistera y los impuestos al saco». La campaña desratizadora también fue objeto de atención por parte de la pancarta de la peña Aldapa donde nuevamente aparecían nuestros guardias municipales, con su uniforme de gala, sus botas altas y espuelas, sobre un caballito infantil de madera persiguiendo a los temibles roedores, mientras uno de ellos gritaba, «Ratas, ratas, si provare con la flauta». Y en la del Bullicio afirmaban en su lema «Reventones, ratas y pavimento divierten al Ayuntamiento», con toros de improvisados trabajadores de las obras municipales, un edil viéndose sorprendido por un inoportuno reventón, las famosas calderas para el asfaltado de las calles que provocaban una infernal humareda y los roedores buscando algo que llevarse a la boca, digo al hocico. En muchas ocasiones habría que leer, tal vez, entre líneas. En Alegría de Iruña un roedor decía a otro «Corre abuelita, que nos «votan» mientras que un toro, vestido con un saco, se detenía ante uno de los primeros semáforos de la ciudad y un municipal recriminaba a un turista, cada vez, con mayor presencia en nuestra ciudad. El turismo, los reventones y las nuevas conducciones de aguas eran objeto de atención en la pancarta de Anaitasuna mientras que la de la Armonía Chantreana se centraba sobre todo en el cambio en la distribución de la leche, con la aparición de la leche embotellada de Kaiku-Copeleche. Y concluyo con este año esta primera entrega de repaso de las pancartas de las peñas, en unos tiempos difíciles, donde no tenía cabida la crítica política y solo cabía una pequeña crítica a la gestión administrativa municipal.
Fotos: pancartas de las peñas, aparecidas en el libro «Las pancartas de las Peñas» editado por la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona en 1981 y de que fueron autores José Luis Larrión Arguiñano y José María Rodrigo Jimenez. Para las fotos 2, 5, 6, 8, 9 y 23, «Peñas de Pamplona, una historia viva». Federación de Peñas de Pamplona. 2014.