Crónica negra del Viejo Pamplona: Algunos crímenes acaecidos en Navarra (1884-1924)
En esta ocasión recordaré no crímenes acaecidos en el Viejo Pamplona sino una veintena de crímenes cometidos en Navarra desde finales del Siglo XIX hasta mediados de los años 20, algunos de los cuales se juzgarían en la capital. Un breve repaso a algunos crímenes acaecidos en cuatro décadas, las dos últimas del XIX y las dos primeras del XX. No me referiré, más que citándolos, a los que ya han tenido una entrada propia como los de Rocaforte (1911) o Beruete (1924), pero recogeré la mayoría de los que ya cité en la entrada sobre «Crímenes y ejecuciones al filo del siglo XX», amen de otros que no señalé. Empezaré por el, ya mencionado en dicha entrada, doble asesinato perpetrado por Toribio Eguía en Atondo en noviembre de 1884, en las personas del cura del pueblo, Manuel Martiarena y su ama de llaves, Martina Babace. Toribio Eguía sería ejecutado, por garrote vil, el 15 de octubre de 1885 en la Vuelta del Castillo, junto al Portal de la Taconera.
El 10 de febrero de 1896 Andrés Navarro, alias «Malacabeza» mató a su mujer y su suegra en el pueblo de Maquirriain. El 16 de abril de 1896 se producía el crimen de Sartaguda, por la que el rico propietario Juan Garralda era asesinado por Joaquín García, alias Cascarilla que fue condenado a muerte el 8 de diciembre de 1897 en Estella. El 13 de enero de 1897 fue ejecutado en Tafalla, en el garrote Luis Medrano Solabre, alias «Chorchi» por haber asesinado el 15 de junio de 1895 en una casa de Murillo El Fruto a dos mujeres, María Ausejo e Hilaria Goñi. El motivo, una deuda que presuntamente tenía con él, el dueño de la casa donde fueron asesinadas las dos mujeres.
El 13 de mayo de 1897 se produjo el llamado crimen de Uterga. Ese día Victoriano Echarri mató en Uterga a su hermano Leandro por haber pegado a un perro cachorro con una azada. Luego huyo en compañía de un tal Joaquín Azparren. A su paso por Pamplona camino de Francia se refugiaron en las calles del Carmen y Mercado. A Victoriano le condenaron a 14 años de cárcel. Entre crimen y crimen se sucedían otros luctuosos incidentes, asaltos y agresiones sin resultado de muerte. El 22 de mayo Carlos Iribarren mataba a Pablo Semberoiz por un azadonazo en Yesa. El resultado, ocho años de prisión. El 26 de mayo en Fuente Amarga (Viana) Leonardo y Gregorio Dueñas, a la sazón padre e hijo, asesinaron a Jacinto Arrieta. El motivo real nunca se supo, tal vez antiguos rencores. Les cayeron 15 años al padre y 12 al hijo. El 14 de junio asesinaron en Funes a Feliciano Bretón, lo curioso del caso es que aparte de robarle 100 pesetas le cortaron los dedos de las manos.
Aunque sucedió fuera de nuestra muga foral, tuvo gran repercusión un crimen acaecido ese año en la vecina provincia de la Rioja. Ese año Catalina Muñoz, de Igea, envenenó a su marido Florencio Echave para fugarse con su amante, Lucio Alvarez El Trabas. Catalina y el Trabas fueron detenidos y juzgados en Logroño y más tarde ajusticiados a garrote vil en la plaza pública de Cervera del Río Alhama que por entonces era cabeza de partido judicial y a la que asistieron miles de personas. De todos modos, de los crímenes más famosos acaecidos a lo largo del siglo XX en España haré una entrada en el futuro. El 6 de diciembre de 1902, Felipe Ruba asesinaba en Lodosa por la espalda para robarle a Nicasio Zamora, concretamente 3500 pesetas y un reloj. Fue condenado a muerte.
En el mes de agosto de 1905 se produjo un suceso violento, que tuvo gran repercusión en la prensa. Fue conocido como el crimen de Zuza, en el que resultó muerto Don Miguel Arbeloa y con diversas heridas su mujer y uno de sus hijos. El autor del crimen fue Nicolás Esparza, un individuo de Riezu, de vida errante y azarosa, que se presentó en la casa del señor Arbeloa con intención de robarle y que a la postre acabó con su vida. Entro en su casa, le intimidó con un revolver, tras lo cual hubo un intento de defensa de Arbeloa que saldó con su muerte por disparos de su atacante. Al huir se encontró con la mujer de Arbeloa, Casilda Larraya, a la que también disparó causándole varias heridas y más tarde a uno de sus hijos. Logró escapar y permaneció huido un mes hasta que fue detenido en Castejón. En junio de 1906 se celebró el juicio por este suceso y Nicolás Esparza fue condenado a cadena perpetua. Esparza había salido de su casa a los 10 años, entró en el ejército con 15, participó en la guerra de Cuba durante 3 años y fue procesado varias veces por diversos delitos. Fueron célebres, además, en aquellos años los crímenes de Andosilla (1903), Mendigorría y Cáseda (1904) o Unciti (1907).
En 1906, Germán Maximino Barandalla Esparza, apuñaló en la pierna al entonces alcalde de Echarri-Aranaz, Juan Garciandía, e intentó herir igualmente al sereno del pueblo Juan Ijurra Lacunza, provocando la muerte del primero en la calle tras un rápido desangramiento al seccionarle la femoral. Su causa fue revisada por el supremo en 1907, siendo condenado a muerte. El 18 de noviembre 1907 Bonifacio García Martínez asesinaba en Oteiza al matrimonio formado por Santiago Arandigoyen y Petra Igúzquiza a los que pretendía robar. Condenado a dos penas de muerte fue ejecutado el 12 de junio de 1909 en la prisión de Pamplona. Esta fue, además, la primera pena de muerte que se ejecutaba en la nueva Prisión Provincial de Pamplona, inaugurada el otoño anterior. En 1908 un desconocido asesinaba a Ricarda Oses en el valle de Lana. Tras el crimen estaba su marido Pablo Mendaza. Se le condenó a muerte en 1923.
En 1913 era indultado de la pena de muerte Rafael Cancio Expósito, de 22 años, recadero y natural de Pamplona, condenado a muerte un año antes por acuchillar, con resultado de muerte a Carmen Calvo. En 1913 Lorenzo Bun Expósito (conocido como Lorenzo Perurena Errocharena, dice la sentencia) mataba con un hacha a Juan Bautista Lacunza en el caserío Estebanea de Leiza para robarle 100 pesetas. La sentencia del Tribunal Supremo de 4 de marzo de 1914 ratificaba la pena de muerte impuesta por la Audiencia Provincial. En 1924 se produjo el asesinato de una joven de 15 años embarazada en manos del practicante de la localidad de Carcar quien fue absuelto por Alfonso XIII y que desapareció de la localidad. Se decía que la joven había muerto cuando el practicante intentaba practicarle un aborto. Fue conocido como el crimen de la Cueva de la Peña Caída y sobre este crimen la escritora Estela Chocarro ficcionó su novela «El próximo funeral será el tuyo».
Fotos: Nº 1: Vista general del puente recto del ferrocarril de la línea Castejón – Alsasua sobre el río Araquil en la vertiente sur del desfiladero de Osquía, en Atondo, tomada desde la carretera (actual NA-7010) hacia el oeste. Al fondo, el monte Gaztelu. Julio Altadill (1892-1918), Nº 2: Vista de la casa consistorial de la localidad de Viana tomada desde el sureste, situada en la plaza de los Fueros, 1. En la izquierda la calle Navarro Villoslada. José Martínez Berasain (1901-1930), Nº 3: Vista general de la calzada del puente sobre el río Arga en Funes, tomada desde su extremo oriental. Rafael Bozano Gallego (1975). Nº 4: Vista general de la carretera de acceso al núcleo urbano de Leiza por el sur (actual calle Elbarren), tomada hacia el norte. Julio Altadill (1892-1915). Nº 5: Monasterio de Leyre en el término municipal de Yesa. Diputación Foral y Provincial de Navarra (1962). Nº 6: Vista parcial del corredor de la Barranca, tomada desde el mirador del puerto de Lizarraga, en la carretera Estella – Beasáin (actual NA-120). Diputación Foral y Provincial de Navarra (1956). Todas las fotografías que aparecen en esta entrada pertenecen a la Sección Archivo Abierto del Gobierno de Navarra y se encuentran bajo la licencia CC BY-NC-ND 3.0 ES. Archivo Real y General de Navarra.