Tipos populares del Viejo Pamplona (1900-1996)
ACTUALIZADA. Resulta casi imposible hablar ahora de tipos populares si hablamos de la Pamplona de nuestros días, y es que me refiero con esta denominación de «tipos populares» a un heterogéneo grupo de personas, en la mayor parte de los casos anónimas, con comportamientos que calificaríamos de poco comunes, bien por su involuntaria «chaladura» o su irresistible inclinación a «dar la nota», que eran, sin embargo, sumamente conocidos por la mayoría de sus conciudadanos en aquella Pamplona pequeñita y provinciana del pasado siglo. Algunas de esas personas eran objeto de burlas y chanzas por pobres, locos o disminuidos. ¡Qué crueles pueden ser las personas cuando se mofan de los seres más pobres, indefensos, débiles o humildes de nuestra sociedad!. José Javier Arazuri o José María Baroga citan muchos tipos populares en algunos de sus libros como «Pamplona estrena siglo», «Pamplona belle epoque» y «La vida íntima de Pamplona» que recojo en esta entrada de manera sucinta. No son todos los que están, pero sirva esta entrada para proponer un estudio más amplio sobre el tema. Finalizaré hablando de los tipos populares que conocí en mi infancia y primera juventud. Seguramente la nómina de tipos populares que muchos recuerden de sus años de infancia sea mucho mayor que la que aquí apunto y no todos cumplan con el perfil mencionado, pero esta entrada no pretende ser exhaustiva sino tan solo evocar algunos recuerdos de aquellos singulares personajes que formaron parte del paisaje urbano de la Pamplona de antaño, y en algunos casos, como las de mis recuerdos personales, de la Pamplona de anteayer. Muchos de aquellos primeros tipos populares de principios de siglo vivieron gracias a la beneficiencia municipal o de la iglesia, otros tuvieron trabajos precarios, a la mayoría les citaré por el apodo con que se les conocía.
Entre los primeros tipos populares que menciona Arazuri en «Pamplona estrena siglo» y «Pamplona, belle epoque» está nada menos que Pintamonas, Esteban Baigorrotegui de nombre y estellés de nacimiento, limpio hasta el extremo, que se ganaba algún dinero como aguador, llevando barriles de agua a las casas desde las fuentes de la ciudad y que con frecuencia se alimentaba con las sobras que le dejaban los del Casino Principal en la belena del Iruña que a la postre llevaría su apodo y que ha llegado hasta nuestros días. Entre las anécdotas graciosas que se pueden contar de este personaje estaba el hecho de que alguna vez en su trabajo de aguador al llamar a la puerta y no contestar nadie echaba el agua del barril por debajo de la puerta y por las escaleras. Y si alguno le preguntaba porque había hecho eso contestaba «para que sepan que he venido a traerles el agua». En aquellos duros tiempos había personas «deficientes» que vivían en la calle de la caridad pública como Alfonsico, Morales, Totola, Pepe el Tonto, Casildo o El Mudico o vagabundos y pordioseros como El Tragabarreños o El Poeta que acostumbraba a realizar simplones pareados cuando acudía a comer a una tasca de Descalzos del estilo de «¡Ay, sopita de fideo, cuánto hace que no te veo!. En algunos casos como El Mudico, la chanza o burla se saldaba con un exabrupto o una persecución a cargo del agraviado.
Entre los tipos populares de principios del siglo podemos mencionar otros personajes populares como: Javier Echeverría, El Chunchunero, el gitano que acompañó desde muchas décadas atrás a la pareja de gigantes negros tocando el txistu y el tamboril. El último año que acompañó a los gigantes fue 1910, con 99 años de edad; Caponini, vendedor de periódicos y temerario corredor del encierro; el Ponciano que se ganaba la vida cuidando perros; el corredor del encierro Eulogio Cami «Conducho»; o el forzudo Pagoto que dicen que tumbó a un oso unos sanfermines en una barraca de feria. Había tipos simplemente graciosos, excéntricos y bromistas como Ramón Ollacarizqueta, «Olla» aficionado a cultivar la música «más popular», su obra más conocida fue la canción sanferminera «El Pispiri», estaba casado con Maxi, la cutera, otro conocido personaje de entonces, que recogía desperdicios para la cochiquera que tenía en la calle Errotazar, tal y como nos recuerda Patxi Mendiburu en un reciente artículo publicado en la revista Pregón (Enero 2021); Leon Santana: «Santana», vendedor ambulante, limpiabotas y sobre todo coplista popular; o Jose Fradejas, guarnicionero, que tenía en la puerta de su casa un rótulo que decía «José Fradejas, aficionado a los toros y a las lentejas» y que más de una vez acabó en el calabozo por sus frecuentes gamberradas.
Aniceto Petit, del que ya hablé en otra de las entradas fue otro de esos personajes populares de principios del siglo. Aniceto, estellés de nacimiento, vivía en la Rochapea y por dos veces montó una zapatería en la calle San Gregorio, sin demasiado éxito. Obtuvo la plaza de perrero municipal cargo que ejerció hasta su muerte. Arazuri dice que era rechoncho, mofletudo y hablador, muy comunicativo, amigo de frecuentar los bares de San Nicolás y San Gregorio. Intentó presentarse a concejal en 1915. Entre sus propuestas electorales estaba la de construir un canal de 100 kilómetros para hacer llegar el mar Cantábrico desde Pasajes a la Rotxapea donde se construiría un puerto marítimo, traer pescado desde el citado mar directamente por una tubería para conservar su frescura, y allanar el monte San Cristóbal con pico y pala para solucionar el paro. Tampoco podemos olvidar al vendedor ambulante León Salvador, el mejor charlatán de España, el rey de los charlatanes de cuyo perfil da cuenta Jose María Baroga en «La vida intima de Pamplona» (1945-1960) y que visitó las fiestas de San Fermín durante más de medio siglo, hasta 1949. Moría en 1950. Otro ilustre visitante sanferminero al que sí conocí y visitó igualmente nuestra ciudad durante medio siglo fue Donan Pher, «El emperador del boligrafo». Estuvo en los Sanfermines, de manera ininterrumpida, desde 1941 a 1991, año en que se jubiló de nuestras fiestas. Este hombre que en realidad se llamaba Fernando Santos Velazquez López falleció el 10 de agosto de 2010 a los 86 años de edad. Como curiosidad señalaré que su sobrenombre o nombre artístico tan pomposo por otra parte venía de darle la vuelta a su propio nombre.
En los cuatro volumenes que componen la citada obra de Baroga, obra que junto a las de Arazuri son absolutamente imprescindibles para quien quiera adentrarse en los tiempos del Viejo Pamplona, el autor recuerda a decenas de personajes y tipos populares entre los que citaré al popularísimo heladero Eliseo, -del que ya hable cuando me referí a los vendedores ambulantes en una entrada monográfica-, a Cebollica, Cascorroto, Farina, Farrusini, Jaurrieta, Pepe Montaña, Carapato, Monera, Pitoito Setas y algunos mozos de Autobuses como Sanguesa, Abadiano, Calvo o Triparrana. También recuerda Baroga a Pantierno, terror de la chiquillería del viejo Pamplona durante un buen número de años, (a él se refieren tanto Baroga como Alejandro Ciarra en su obra «Canciones populares infantiles en las calles de Pamplona -años 40-» ). Pantierno era el apodo de Luis Tierno Marqueta, de origenes sorianos y tudelanos, nacido en Pamplona en 1894, vivía en la Bajada de Javier y se dedicaba a recoger todo tipo de cosas: papeles, trapos, metales, cobre, pan seco que acarreaba en su misterioso saco que llevaba al hombro el cual le daba un aspecto inquietante como de sacamantecas. Tanto Baroga como Ciarra señalan como cada veinticinco pasos sin perder la cadencia de la marcha, daba una vuelta completa sobre si mismo y seguía andando. Otro personaje que recuerda Baroga en sus libros es Uve, Wenceslao Lecumberri, nacido en la calle Descalzos en 1906, aunque pasó toda su vida en la Casa de Misericordia, hombre de cara y mente de niño que en su imaginaria fantasía trataba de imitar a toreros y luego a futbolistas. Podías escucharle las razones por las que Osasuna no marchaba bien y como ya se lo había dicho al entrenador pero no le hacía caso. Murió el 13 de abril de 1992 en la Casa de Misericordia.
Tipos populares que recuerdo con claridad y no por los libros, porque los conocí fueron Hojalata, Marinerito, Agustín, la María, o el Castañuelas. Recuerdo a Hojalata haberle visto torear al final de la Estafeta, la Jarauta o el tramo ancho de Mercaderes, con sus imaginarias faenas. Se llamaba Esteban Ibarrola Cullet y vivía en la calle Calderería. Había nacido en Ibero en enero de 1917 aunque se trasladó a Pamplona con su familia en 1930. Trabajó como aprendiz de fontanero, de ahí le vino el sobrenombre de Hojalata, pero tras la guerra y postguerra, cinco años incorporado a filas, lo cierto es que algo le pasó en aquellos años que le condujeron a su conocido delirio. Se dió a la bebida, perdió su trabajo y comenzó a repartir carbón por las casas. Nuestro más celebre «torero urbano» falleció el 26 de junio de 1983 en la Casa de Misericordia. De Marinerito no sé su nombre, solo recuerdo su reducida estatura de metro y medio, su vieja gabardina y sus gafas de culo de vaso. Podías encontrártelo en algún bar de la calle Jarauta, por ejemplo, en la Viña y reaccionaba con hostilidad si te dirigías a él con el conocido apodo con el que todo el mundo le conocía. Un lector del blog haciéndose eco de mi interés por una foto de este personaje que había visto en Facebook, me la hecho llegar recientemente y la incorporo a la entrada. Agustín siempre se te acercaba pidiéndote un cigarro, «me das un cigarro». La María era chiquitica y ciega y vendía lotería en algunas esquinas del Casco Viejo, comía diariamente en La Cepa. El «Castañuelas» se llamaba en realidad José Antimasberes Echeverría y era un gitano delgado con pelo engominado que yo recuerdo haber visto bailando en las calles del Casco Viejo haciendo sonar las castañuelas al ritmo de los frenéticos movimientos de su cuerpo. Murió el 15 de abril de 1995 a los 62 años. Hasta los años 80-90 del pasado siglo era habitual ver en el Casco Viejo a conocidos «andarines» que en sus años mozos fueron «perejil de todas las salsas sandungueras», algunos de los cuales merecerían estar igualmente en la nómina de tipos populares, al igual que posiblemente alguno de mi generación, pero este tipo humano ha tendido a desaparecer con los nuevos tiempos. ¡Que le vamos a hacer!.
Fotos por orden de aparición: Foto nº 1: Hojalata toreando en la calle Joaquín Beunza, frente a la taberna Placido. Inge Morath. 1954. de su libro “Guerra a la tristeza” de 1955, publicado en nuestro país en 1997 bajo el nombre «San Fermin. Años 50” de Lola Garrido. Foto nº 2. La María. Pamplonario. Ignacio Aranaz y Pedro Salaberri: Foto nº 3: Belena de Pintamonas. Archivo Municipal de Pamplona. Benito Ruperez. 1933. Foto nº 4: Foto extraida del blog http://laperlagigantes.blogspot.com. Fondo de información sobre la Comparsa de Gigantes y Cabezudos editado por el Gran Hotel La Perla. Foto nº 5: Retrato de Ramón Ollacarizqueta «Olla» obra del pintor navarro Julio Briñol Maiz, Foto nº 6: «Marinerito» caminando por el primer tramo de la avenida Carlos III. Años 70-80. Foto José Castells Archanco. Foto nº 7: León Salvador en la Plaza del Castillo. 1947. Foto Zubieta y Retegui. Historia de los Sanfermines. Volumen 1. J. J. Arazuri, Foto nº 8: Retrato de Aniceto Petit obra de del pintor navarro Julio Briñol Maiz, Foto nº 9: Foto de Eliseo en el centro de Pamplona, sin datar ni filiar, Foto nº 10: Foto extraida del blog https://manzorga.blogspot.com/ Foto nº 11: Wenceslao Lecumberri, Uve, en el campo de San Juan. 1956. Foto Gómez. Foto nº 12: José Antimasberes Echeverría, el gitano bailarin. Foto extraída del blog Desolvidar de Patxi Mendiburu,
Hola, no encuentro un correo de contacto por lo que utilizo este medio.
Estoy haciendo un documento sobre los carnavales de antaño de Pamplona, anteriores a la prohibición de 1924, y se menciona al perrero Petit cuya foto está publicada en este artículo. Me gustaría poder incluirla en el trabajo que estoy haciendo y me pregunto si me daría autorización para incluirla
A la espera de su contestación, reciba un cordial saludo.
Agustín.
Vecino de Mártires de la Patria ahora Castillo de Maya. Failia de creo seis o siete hermanos. Te diría el número de portal por privado.
Frecuentaba el Bar Rodrigo en calle Olite (así lo recuerdo apoyado en la barra junto a la cristalera) y algunos otros de la zona. Pidiendo un cigarro a sus vecinos. Pidiéndole que cantara una canción para darle un cigarro siempre cantaba una jota que hacía referencia a los chopos. Gabardina crema y limpia. Así lo recuerdo yo. Tengo 48 años.
Conozco a su hermano. Por si quieres añadir más datos.
Gracias por tu trabajo.
Carlos, no es “Hay sopitas de fideo, cuanto hace que no te veo”, sino “¡Ay, sopita de fideo, cuánto hace que no te veo!”
Un saludo,
Pachi #desolvidar
Corregido, Pachi.